Liz Shay, prima de Carly Shay, llega a Seattle y se reencuentra con sus mejores amigos de la infancia y con su primer amor, Freddie Benson.
Un castigo que se convierte en el mejor show de internet lleva a los cuatro jóvenes al éxito. Situaciones ll...
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Elizabeth Shay
Los labios de Freddie son cálidos, húmedos y muy suaves, mientras su lengua se adentra en mi boca para entrelazarla con la mía, sus manos bajaron para sujetarme por las caderas y atraerme a su regazo.
Estas últimas semanas he sentido que ambos hemos estado acumulando cierta tensión sexual que debía ser liberada, no hemos tenido sexo, al menos no aún, pero eso ocurriría tarde o temprano. Junto a mi cumpleaños número 17 habían llegado no solo incontables regalos, no, el tamaño de mi busto se terminó de desarrollar (una gran sorpresa porque ya no crecía desde que cumplí 12), el aumento no pasó desapercibido por mi novio, pues Freddie pasó toda esa semana mirándome discretamente con las mejillas sonrojadas, no hizo comentarios a lo que yo supuse dos cosas, 1) no quería parecer un pervertido y 2) no quería incomodarme.
Con cada beso de Freddie una extraña sensación se acumula en mi abdomen, la manera en la que me sujeta fuertemente para apretarme a su cuerpo, lo duro que se siente su cuerpo bajo el mío, los músculos de sus brazos tensos a mi alrededor...
Puse mi mano derecha sobre sus bíceps y los apreté, Freddie ha estado pasando todas las tardes en el gimnasio y los resultados son muy notorios, debo agradecer al dueño del edificio por poner un gimnasio en el primer piso, de verdad muchas gracias a usted y a sus ideas brillantes.
"LA CHARLA" que Spencer nos había dado cuando empezamos a salir incluía 6 reglas y ahora mismo estábamos incumpliendo 4 de ellas.
Las manos de Freddie en mis caderas me presionaban hacia abajo y me acercaban más a él como si eso fuera siquiera posible, nuestros cuerpos estaban tan juntos que podía sentir el calor que nuestros cuerpos emanaban. Sus dedos acariciando la piel de mis caderas enviaban ligeros cosquilleos por toda mi columna vertebral, sentí a Freddie darme un apretón en la cadera y apartarlas formando un puño con sus manos.
El sonido de los recordatorios de su celular hizo que por fin volviera a la realidad y recordar donde estábamos, en el sofá de la sala de mi apartamento. Freddie me miró apartándose y pasando un mechón de cabello por detrás de mi oreja. — Son las seis, mi reunión en el club de trenes es en media hora... lo siento, preciosa... — se inclinó a besar mi mejilla. — ¿Paso por ti después de tu clase de baile? Podemos ir a los licuados locos. — Le sonreí y asentí. Sin esfuerzo se levantó sosteniéndome en brazos y me ayudó a ponerme de pie.
Lo acompañé hasta la puerta y antes de salir se regresó a besarme por última vez. — Te amo. — soltó, hice lo que cualquier persona madura haría en mi situación, le cerré la puerta en la cara y me giré comenzando a dar saltitos de emoción.