Gavi, el futbolista del FC Barcelona, es perseguido por varios asesinos que quieren matarle.
Para evitar su muerte, necesitará escaparse hasta que todo se calme.
Para esconderse y alejarse del mundo, se irá a un sitio tan escondido y alejado que ni...
De repente me quedo boquiabierto y abro los ojos como platos.
—¿Qué? —pregunta ella incrédula al escuchar lo que acabo de decir
Me sigo tocando la nuca nervioso y luego sigo con el pelo despeinándome sin querer.
—¿De verdad pensabas que era una sirena? —me dice con una voz atónita y sin querer se le escapa una risa que no es de mi agrado
Asiento y miro malamente con los ojos entrecerrados.
—¿Por qué? —me pregunta y sin querer se le escapan varias risas.
Seguro que se piensa que soy un imbécil.
—No lo sé. Eres una niña muy rara, llevas toda tu vida encerrada en esta isla, no sabes nada del exterior y para colmo llevas toda la noche en el agua. ¡TODA LA NOCHE! —sigo hablando haciendo aspavientos con brazos y manos—. Joder si es que encima te tiraste al mar y ni si quiera saliste a tomar aire y por no hablar de tus ojos...
—¿Qué pasa con mis ojos? —pregunta atónita por todo
—Son muy antinaturales. Son como azules transparentes, son muy muy muy claros y nunca había visto un ojos tan... hipnotizadores.
Se rie agarrandose el puente de la nariz. Luego se recoloca un mechón de su pelo detrás de la oreja.
—Mis ojos son color aguamarina por lo que es normal que sean tan claros como dices por eso mi madre me puso el nombre que tengo. Luego me tiré al mar y después nadé hasta por detrás de la torre donde la ventana del cuarto no tiene acceso, por eso no me viste —dice acercándose hacia a mi —. Me pasé toda la noche buscando algo que se me perdió en el mar y si aguanto tanto bajo el agua es porque como dijiste, llevo toda la vida encerrada en una torre en medio del océano por lo que me he criado en él y tengo experiencia.
—Joder —digo restregandome las manos sobre mi rostro avergonzado.
Aunque en el fondo no me la termino de creer. Algo me dice que oculta algo.
—¿Pensabas averiguar tirándome agua si era una sirena? —me dice intentando mantener seriedad aunque las pequeñas risas se lo impiden.
En mi defensa diré que desde pequeño me he tenido que tragar una serie de tres sirenas que ponía mi hermana en la televisión. Ha sido lo primero que he pensado, en la serie cuando tiras agua se convierten en sirenas.
Seamos sinceros, todo lo que me está pasando es demasiado surrealista, por lo que me podría creer perfectamente que ella fuera una sirena como en la serie.
De repente su hermana Ariel interviene y se queda sorprendida porque es algo que nunca imaginaria con el miedo que me tiene.
—¿En serio eres una sirena? —pregunta con su dulce voz de niña pequeña.
—No Ariel, no lo soy —le contesta y luego sigue hablando conmigo
—Entonces, en la televisión os enseñan que tirándole agua a la gente podéis averiguar si personas son sirenas
—Si bueno... es lo que salía —contesto con una voz ahogada.
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—Madre mía cuanto daño hace la televisión. Menos mal que aquí no hay de eso. Aún así me cuesta creer que me tiraras agua para saber si soy una sirena. Dime por favor qué solo lo hiciste para hacer reír a Ariel.
No se que me molesta más que me tome por imbecil o que me hable con sarcasmo. Sea lo que sea me está haciendo cabrear.
Las miro con los ojos aburridos y suspiro
—Te recuerdo que odio a los niños pequeños, me da exactamente igual si la cría se ríe o se deja de reír —digo para luego pasar por su lado regalandole una racha en el hombro.
Lo que digo le sienta bastante mal, ya que la escucho quejarse en regañadientes cuando paso por su lado, algunos insultos caen sobre mí persona al alejarme de ella. Quizás le haya molestado que me haya metido con su hermana o quizás sea el simple motivo de que no le he seguido el juego.
Camino hasta el baño y justo antes de entrar en el, su voz me hace frenarme en seco
—Yo creo que tu problema es que odias a todo lo que te rodea. No te aguantas ni a ti mismo
Siento un pequeño pellizco en el corazón al saber que lleva toda la razón. Hace tiempo que dejé de amar al mundo.
Pero yo ni si quiera me giro, sólo me limito a levantar la mano y sacar el dedo del medio como respuesta.
Y es cuando ahí me doy cuenta de que me he convertido en una de las peores personas que he conocido.