46."Eres mi familia"

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46."Eres mi familia"

-¡Ya estamos en casaaaa! -grita Kels en cuanto cruzamos la puerta.

-Hey, ¿dónde estábais? -pregunta Dean, quien está echado en el sofá sin camiseta.

-Comiendo donuts -contesto.

-¿Sin mí? -pregunta el tatuado, haciendo un puchero.

-No estabas cuando nos hemos ido -me encojo de hombros-. ¿Dónde estabas?

-Um... He ido a dar una vuelta -contesta, sonrojado.

Voy a someterle a un tercer grado para que me cuente por qué se ha puesto como un tomate, pero en ese momento Evan sale de la habitación, también sin camiseta.

-¿Es el día sin camiseta y no me he enterado? -bromea Kels antes de irse a la cocina.

-Dios mío, ponte una maldita camiseta -le ordeno, sintiendo cómo mi cuerpo empieza a encenderse por él.

-Joder con las hormonas -ríe antes de coger una camisa del sofá y ponérsela.

-¿Y mi sorpresa? -pregunto.

-Ya decía yo que tardabas en preguntarlo.

-Quiero mi sorpresa.

-Espera un poco, pesada. ¿Cómo ha ido la mañana?

-Horrible -contesto-. He estado buscando pisos con Kels y no hemos encontrado nada, y al final hemos terminado en un Dunkin Donuts.

-Suena interesante.

-No lo ha sido -suspiro.

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-Evan, me estoy estresando, ¿a dónde vamos? -pregunto-. No veo nada.

-Es lo que suele pasar cuando tienes una venda en los ojos -ríe.

-Gracias, genio -ruedo los ojos aunque no me los pueda ver-. Esto es tan cliché.

Lo único que oigo es la risa de Evan y el sonido del motor del coche. No tengo ni idea de dónde me lleva, y eso no me gusta. No es que llevemos demasiado en el coche, pero no me gusta no poder ver, y la incertidumbre me está comiendo por dentro.

-Ya hemos llegado -anuncia, parando el coche.

Oigo cómo abre su puerta y sale, y por un segundo creo que va a dejarme aquí, pero luego oigo mi puerta abrirse y el aire cálido del exterior se filtra en el coche. Evan me coge de la mano y me ayuda a salir del automóvil. Empiezo a caminar cogida de su mano, temiendo tropezarme.

-Ve con cuidado, eh, que como me caiga aún le va a pasar algo al bebé -digo.

-Serás exagerada, ¿tú crees que te dejaría caer?

Me encojo de hombros y sigo caminando hasta pisar césped. Entonces Evan para y pone las manos detrás de mi cabeza, donde está el nudo de la venda.

-¿Estás lista? -pregunta, y yo asiento, intrigada.

Deshace el nudo que sostiene la venda en mi cabeza y me la quita. Parpadeo seguido durante unos segundos para acostumbrarme a la luz -llevo veinte minutos sin ver, no me culpéis- y, en cuanto ya puedo ver bien, veo que delante de mí hay una casa de dos pisos. No es excesivamente grande, pero tampoco es nada pequeña.

Las paredes exteriores están pintadas completamente de blanco, y algo que me fascina es que tiene ventanas muy grandes, por lo que debe ser muy luminosa.

-¿Q-qué? -pregunto, confundida.

-Vamos adentro -dice, y me lleva hacia el interior de la casa cogiéndome de la mano.

Detrás de las cámarasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora