Kill the Alpha.

4.

Ladeó la cabeza y dió una embestida más fuerte.

—Oh Dios... Harry.–gimió el castaño.

Las sabanas estaban mojadas por el sudor y el lubricante del omega.  Los cabellos ondulados y color chocolate estaban pegados en el rostro del alfa y mordía su labio fuertemente mientras gruñía.

Movió sus caderas circularmente, besando a Louis en sus rosados y finos labios.

Gruñó, chupó, lamió y besó el pecho del castaño.

—Mierda.–gimió el omega.

El rizado penetraba cada vez más duro, la cama chocaba contra la pared haciendo un estruendoso ruido.

—Maldita sea.–gruñó el rizado haciéndose más grande en el interior del castaño.

Así quedando atrapado.  Su lobo interior dió vueltas con la cabeza gacha.

—Dios Louis...–susurró.

Sus respiraciones eran irregulares.  El alfa contenía pequeños gruñidos.  Miraba los ojos color zafiro de su acompañante preguntándose que pensaba.

—¿Qué es lo más que deseas en el mundo?–preguntó Louis de repente.

Harry pensó mirando al castaño, pasó sus dedos por la barba marcada en su quijada y sonrío.

—Deseo ser feliz.  Tener unos pequeños bebés y tener un hombre a mi lado.  Solo eso.

—¿No te importaría que fuera omega si es niño?

El rizado río. —Claro que no, Louis. -dijo obvio. —Los omegas son igual de importantes que los alfas.  No tengo ese tipo de pensamientos.

—Ya, pero no todos piensan así.

—Bueno, si tengo un hijo y es omega, lo enseñaré a defenderse y no hacerle caso a los idiotas.  Le enseñaré como mi madre me enseñó a mí.  Que ser feliz no depende más que de mí, y que solo yo decido si me importa o no lo que piensen o digan de mí.

El castaño miró al rizado con admiración.

—Serás un buen padre.

El rizado asintió con un sonrisa.

—¿Qué hay si te digo que quiero ser alfa?

El rizado lo miró sorprendido, abrió sus ojos tan grandes como pudo.  Sintiendo parte de sí romperse.

—Que es algo estúpido y que quisiera saber por qué piensas eso, que solo hay una opción para eso y que aunque eres un omega valiente y fuerte, siempre acaba mal para los omega.–dijo algo molesto.

—Mi mamá siempre me juzgo por ser un omega...siempre, me daba palizas incluso.  Decía que era peor que las niñitas y que ella quería un alfa en su casa no un apestoso omega.–susurró Louis metiéndose en el cuello de Harry. —Mis amigos la escucharon un día y desde ese momento solo era un objeto de burla para todos. —Desde ese momento quise ser un alfa, pero para mí era imposible. Hasta que supe como podía ser uno...

Harry, cerró los ojos y sintió una pequeña punzada en el estomágo.

—¿Piensas matar a un alfa? Si fueras uno...no podría estar contigo.

Louis, lo miró detenidamente, buscando una pisca de mentira en su rostro.

—¿Quieres estar conmigo?– preguntó con el corazón en la boca.

El castaño sentía un millón de cosas en ese instante.  Sus mejillas estaban rojizas y su respiración se irreguló de nuevo.

—Sí... me contengo mucho estando contigo.  Quiero marcarte, hacerte mío, sólo mío.  Cuando te ví sentí... sentí que eras tú y por eso te seguí.– confesó. —Y luego me dió miedo y por eso me alejé.

El castaño sintió como tenía dos bolsas en las manos:

Una que le cedería su postura como alfa.

Y otra que... le cedería la felicidad.

—¿Te gusto después de saber que planifico matar a un alfa?- preguntó mirando su reacción.

El rizado suspiró.  Su lobo daba vueltas confundido.  De pronto el cielo se le hizo interesante, un cortorno azulado y violeta, con pequeñas estrellas brillando.  La luna grande y brillante, esa especie de Diosa al que su lobo quería aullar cada noche.

—Me seguirías gustando aunque fueras un alfa sabiendo lo que eso significa.–dijo seguro.

No me podrías querer, porque para ser un alfa te mataría a tí, pensó.

“—Haciendo que se enamore de tí.-dijo con simpleza.—Hazlo débil y vulnerable. Y lo matas.”

Recordó las palabras de su amigo Zayn.

Louis cerró los ojos con el torbellino de emociones y el rizado solo se limitó a observarlo con un presentimiento y su lobo gruñendo con anticipación.

Ya él tendría lo que quería.