6.

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El alfa lo cogió en sus brazos, subió las escaleras hasta su balcón.  El omega enredó las piernas alrededor del rizado y míentras le besaba, acariciaba los rizos que caían a los costados de el suave y blanquesino rostro del ojiverde.

—Confieso que no puedo sacarte de mí mente.–murmuró el rizado entre besos.

Bajó por el cuello del omega, dispersando todo pensamiento coherente del ojiazul, mordió suavamente el mismo queriendo dejar una marca permanente ahí de por vida; marcándolo, haciendo entender a cualquier persona que es suyo, casi como ahora.

El omega vió los ojos verdes tornarse amarillos, suspiró y quitó la camisa del rizado, deteniéndose a observar algunos tatuajes que lucían perfectamente en él y en su cuerpo bien trabajado.

—¿Te gusta lo qué ves?–preguntó el rizado.

Pasó sus grandes manos por su torso desnudo.

El omega entreabrió la boca, incredúlo.  Vió la piel del rizado erizarse y sintió su cuerpo reaccionar.  Su lobo interior gemía de excitación, dispuesto a que le arrancasen la ropa y le hicieran de todo, menos dejarlo observando.

El alfa tomó las manos del omega entre las suyas y se ayudó a tocarse.  Quitó el pantalón negro, dejándolo caer sobre sus piernas.

—Tocáme. Lo necesito.– murmuró en súplica.

El omega se sorprendió, pero acarició suavemente la piel del rizado, permitiéndose grabar lo que se sentía tener la piel de él sobre la suya.  El rostro del alfa, se contraía cada vez que las pequeñas manos del omega bajaban más y más. Deseándolo, había imaginado en múltiples ocasiones como se sentiría, pero era mejor que la imaginación.

El rizado dejó sentar al omega sobre la baranda del balcón y quitó su camisa.

—Me gusta que tengas tatuajes. –dijo Harry, observándolos. —Alguna vez podemos hacernos unos con propósito. –pidió disimuladamente, y besó la oreja del omega. —Podría hacerme un barco y tú una brújula.

—¿Por qué yo la brújula?–preguntó el omega confuso, en un pequeño gemido.

El rizado sonrío y bajó como pudo los pantalones del castaño.  Los dos estaban en ropa interior, bajo la luz de la luna.

—Siento que me guías y un barco sin brújula no es nada.–explicó.

Las palabras del rizado cayeron como agua fría en el cuerpo del castaño.  Se aguantó de los hombros del alfa y le miró a los ojos, y antes de pensarlo si quiera dijo:

—¿Y qué tal si eres tú él que me guía?

—No lo creo, eres perfecto. En cambio yo me sentía perdido. Te ví y sentí, por eso te seguí.– trató de explícar.

—Me gusta esa rosa,–dijo el castaño. —Podría hacerme una daga.–murmuró.

-Las rosas tienen espinas, Lou. No te haré daño. -sonrío el rizado.

—¿Te olvidas de lo qué es una daga?

Tenía razón. El rizado no comprendía los mensajes ocultos trás cada palabra del omega, una simple espina no destrozaría una daga, ni se compararía en términos de hacer daño.  Si bien, Harry se había enamorado del castaño en menos de lo que ambos pensaron, Louis no tendría que pelear en un combate para matar al rizado emocionalmente, lo haría en el momento en el que le dijera al rizado todo lo que planificó y por eso le decía esas cosas, por eso lo besó, por eso lo amó durante noches enteras; necesitaba enamorarlo para obtener lo que siempre deseó.

El rizado quitó sus boxers y la atención volvió al tema inicial. Louis, se bajó de la baranda y quitó sus boxers.

—Eres tan perfecto, Lou.–lo recostó sobre una silla de playa y besó su cuello.

El omega gimió y quisó sentir el tacto del rizado increíblemente rápido.  El lubricante natural bajaba por sus muslos y por momentos se sintió con vergüenza.

—Mmm, Harry.– gimió.

El rizado abrió las piernas del castaño con cuidado y lo penetró, suavemente.

El omega vió como su el rizado era dominado completamente por su alfa, ya no eran ojos verdes eran amarillos.  El rizado olisqueó el cabello del castaño, cuando terminó de embestirlo fuertemente.  Su nariz bajó por su cuello, y el omega se tensó completamente.

El alfa embistió lentamente en circulos, olisqueando el olor a omega del castaño en cada parte de su cuello, movía sus caderas con lentitud y luego con rápidez.

—Oh Harry...

El omega olvidó los ojos amarillos por momentos, olvidó la nariz del alfa en su cuello, solo sintió su cuerpo temblar y su cuerpo erizarse.

—Mierda.–gimió llegando al orgasmo.

Sintió al alfa hincharse dentro de él, y al rizado deteniendo sus embestidas.

Harry, alzó la cabeza, su mirada amarilla le penetró la suya y sonrío.  Mostrando sus colmillos algo sobre salidos, el omega gimió y se encogió bajo la tentación de sentirlos en su cuello.  Su omega pidió, más bien, reclamó los colmillos en su cuello.  Quería ser suyo.

El rizado inclinó la cabeza hacía el cuello del castaño, lamiéndose los labios.

Louis cerró los ojos.

Kill the Alpha.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora