29. Revelaciones.

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N/A: Algunos habrán notado que este capítulo pone "29" cuando en realidad íbamos por el 31, esto se debe a que, como había dicho antes, me la he pasado editando la historia de a poco y he borrado escenas, cambiado o disminuido capítulos, etc (les aviso para que no se confundan con esto). Esta es otra de las razones por las que he tardado:( Además de algunos problemas que tuve, pero ya estoy aquí.

¿Ya leyeron la nueva parte que actualicé de "Pregúntales"¿Qué les parecieron las confesiones de Jake? (Si no lo han leído se los dejo en el vínculo externo de este capítulo).
¡Muchísimas gracias por la gran paciencia, los votos y todos los comentarios! En serio me emociono mucho al leerlos^^

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La vuelta a la realidad pareció más ficticia que el mismísimo recuerdo.

Abrí los ojos nuevamente en el baño donde estaba Nathan, perdí el equilibrio y caí hacia atrás. Mi espalda se estrelló contra la pared, seguida de mi cabeza; el dolor se desató en mi nuca y me quedé allí, en la misma posición en la que caí, no porque no me pudiera levantar, sino gracias todo lo que se acababa de desvelar frente a mis ojos en la memoria de Nathan.

Mi cerebro era una jodida mezcla arremolinada y sin sentido.

Mi madre y él. Lo que ella hacía, lo que ella era antes de tenerme. Nathan tampoco era mi padre. ¿Quién lo era? Pero él sí la amaba; el mujeriego, pervertido, casi degenerado Nathan, amó sinceramente a mi madre. Nos abandonó pensando que yo era su hija...

Sentí unas manos agarrarme de los hombros y alzarme, sacándome de mis confundidos pensamientos y sacudiéndome con suavidad.

—No os atreváis a hacer eso de nuevo, ¿me escuchas? —Nathan me hablaba lento, con furia, buscando mi mirada. Ésta andaba pérdida en algún punto, pero logré enforcar al caído—. ¿Que habéis visto?

Solo pude quedarme mirándolo; él seguía pensando que... era mi padre. Él pensó que había puesto en peligro a mi madre. Pero al abandonarla le había causado más sufrimiento que seguridad. Se había ido sin darle explicación, la había destrozado.

Mi sangre hirvió. Una furia repentina se apoderó de mí y me aparté de las manos de Nathan de forma abrupta, empujándolo con fuerza.

—No me toques, desgraciado.

Él me devolvió una mirada sorprendida.

—¿Qué habéis visto? —repitió.

—Lo suficiente —dije, sin planearlo mi voz salió dolida.

No sabía si decirle la verdad; que él nunca dejó embarazada a mi madre, no él. Yo lo sabía, ¿pero se lo debía decir?

Pensándolo bien, sí se lo debería, sin embargo, no estaba segura de sí lo haría. ¿Cómo se dice algo así? ¿De qué forma se le puede decir eso a alguien? Yo no era buena con las palabras en circunstancias como estas.

No era fácil. Sabía que tenía que decirle algo a Nathan. No podía simplemente no decir nada después de haber estado en su memoria... Pero no era fácil decir algo.

—No era excusa —fue lo que contesté al final. Me vi obligada a apartar la mirada y cerrar los ojos con demasiada fuerza. Punzadas seguían atacando mi pecho; me dolió, de verdad dolió, pronunciar las siguientes palabras—. No era excusa para abandonarla.

—Yo... yo lo... —Al terminar la frase sus palabras fueron casi un susurro—... lamento. —Abrí los ojos y me hallé a Nathan aún mirándome, con respiraciones irregulares haciendo subir y bajar su pecho—. Quise lo mejor para ella. Para... Vosotras.

¿Ficción o Realidad? ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora