Una buena mañana: el informante entra en acción.
_Namie-chan – canto el informante – Namie-san –insistía – ¿Puedes ir a cambiarle los trapos a la indigente esa?
_Lo siento Iza-sama, pero mi jornada termina a las diez en punto, ni un minuto más. Encárgate tu solo – dicho eso salió azotando la puerta.
"Debería bajarle el sueldo" dedujo la pulga, "esto me pasa por ser tan bueno con los humanos".
_Pero en fin: manos a la obra.
Tomo un traste para llenarlo de agua fría, no recordaba donde estaban los trapos así que agarro la primera remera botada. Estaba limpia, creo. Su habitación estaba ocupada por un peculiar humano que le causaba más que molestia; esa niñata era una tonta, una ridícula que se imaginaba a su altura. "Joe, Joe-chan, eres una imbécil".
Al entrar en sus aposentos sintió un terrible frio, supuso que Shinra dejo la calefacción tan baja por la fiebre, sí que le saldría cara la factura. La miro de reojo analizando su ser, no estaba dispuesto a dormir en el sofá. No señor.
La cargo de nuevo y arrojo sobre el diván de su cuarto, coloco una sábana y se dispuso a dormir cómodamente en su colchón.
(...) (La mañana siguiente)
Había un olor que reinaba en el piso del informante, un delicioso aroma que recorría un camino justo afuera del ventanal. Capto la atención de los pisos vecinos, tanto que por un momento creyeron que se trataba de la señorita Yagiri, la secretaria del informante; sin embargo, era más que obvio, por mucho que lo recordaran los alimentos de Namie olían de lo más normal.
_ ¿Tan bien te sientes como para cocinar?
_"Gracias Joe, gracias por prepararme el desayuno" – imito su voz con molestia en sus facciones – no anhelo deberte algo ¿algún problema?
_Ninguno, pero odio la comida gourmet. Mi salud no es algo que me preocupe.
_Deberías, no te irán mal unas cuantas verduras de vez en cuando.
_ ¿Nutrición? Bueno sí, pero soy muy joven. Al fin de cuentas siempre tendré veintiuno.
_ ¿Veintiuno? No dirás veintitrés.
_Que cruel eres Joe-chan, pero realmente yo nunca envejeceré – saco su lengua – ¿Podrías imaginarme con cuarenta o cincuenta años encima? ¿Con la cara llena de arrugas? – vocalizo una especie de vomito falso – no lo creo, podría ser que también no viviré tanto.
_Raro
_Como sea, solo disfrutare de este momento, no hay necesidad de pensar en ese tipo de cosas. Por qué él ahora es la inmortalidad ¿no piensas igual?
_Comamos – coloco platos y café en la mesa, aunque el informante estaba un poco atónito – ¿Qué? ¿Por qué tienes esa cara?
_No es nada.
_Déjame adivinar – lo miro con burla – tanto tiempo llevas en la soledad que te es extraño que alguien te acompañe en el desayuno. Patético.
_Es por eso que odio a Shizu-chan y tú, siempre viendo a través de las personas. Solo que tú lo usas para beneficio propio.
_Gracias – introdujo un pedazo de zanahoria a la rata que no paraba de hablar – callado te ves mejor.
_ ¿Insinúas que soy atractivo? eso es nuevo.
_Nunca lo negué, pero la simple proeza de ser tu cambia el encanto ante mis ojos – tomo el control de la pantalla de plasma encendiéndola, no quería prestarle atención.
Noticias y más noticias, una vez más estaba hastiada. Ojeaba los libreros notando que el sujeto amaba leer, desde arte hasta la física. Tenía infinidad de tesis acomodadas en el primer nivel, algunos mangas de cultura general y literatura clásica. Igualmente tenia revistas científicas y unos cuantos escritos religiosos. Un pizarrón con notas agregadas sobre fórmulas matemáticas, notas musicales.
– ¡Esto es desesperante! ¡Me largo! – claramente se sentía humillada, ese tipo sí que era inteligente, probablemente más que ella.
Se levantó caminando a la puerta principal, pero como si el destino la menospreciara cayó desplomada.
_Creo que te gusta mucho mi suelo – soltó un bufido y encamino su huésped – vamos, levántate o me pondré celoso.
Tomo su muñeca para dejarla caer una vez más. "Porque no desecharla en un basurero" pensó mientras la sostenía de nuevo con ambos brazos, jalaba su cuerpo como si en verdad fuera una protagonista de kilos mortales. Sencillamente le arrojo sobre la alfombra.
_ ¡Ey! despierta – tentó su frente – te querías ir, pero sigues con fiebre.
Sudaba mucho a lo que decidió quitarle la sudadera y pantalón quedando en blusa de manga larga con unos shorts que tenía guardados por aquel día que robo su ropa
"¿Y si la envió en una caja al restaurante de Simón?" "O a casa de Shizu-chan" imaginaba los miles de hechos que podían ocurrir.
_Dos de piña...
_ ¿Ah? Está hablando en sueños. Tengo una mejor idea.
Fue por un par de cojines de su cama, coloco uno debajo de la cabeza de Joe mientras le bajaba la blusa. Su sostén era rosa, también bajo las tirillas para que se le notaran más sus huesudos hombros.
Se retiró la camisa negra dejando todo su torso al desnudo, revolvió ambas melenas y se acostó a su lado. Esto sí que sería divertido, con la cámara de su celular tomo infinidad de fotografías prometedoras. Solo actos impuros que debían malinterpretarse.
_Listo – volvió a vestirse.
El timbre sonó a lo que oculto sus fechorías con una manta.
_Trabajo, trabajo –dijo mientras respondía con un "pase".
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Izaya y la Impredecible
RomanceUna nueva chica a llego a Ikebukuro, pero nadie se percato de su presencia hasta tres meses después. Ni el mismo Izaya lo noto. Alguien completamente impredecible, infantil, arrogante, con falta de motivación y aburrimiento constante. Orihara se da...