15

1K 98 5
                                        

No confíes tu secreto ni al más íntimo amigo; no podrías pedirle discreción si tú mismo no la has tenido

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

No confíes tu secreto ni al más íntimo amigo; no podrías pedirle discreción si tú mismo no la has tenido


Era un ocaso normal, Keil salió para arreglar un pequeño pero muy significativo problema. La chica de la historia solo se dispuso a dormir plácidamente, era un día frio y el calor de sus cobijas eran lo mejor del mundo. Tenía un par de edredones enormes color rosa pastel, cinco enormes almohadas demasiado cómodas para ser de este universo, y grandes cortinas obscuras que obstruían la luz.

Justamente estaba en medio de un extraño sueño, por alguna razón estaba rodeada en dulce miel de abeja, esta se adhería a su cuerpo pegostioso, y aunque no le molestaba la sensación sí que era raro. Muy particular para ser un simple escenario de Morfeo el dios de los sueños.

Había un gran abejorro rey sujetándola por los hombros y olfateando su nuca. Curioso cuando menos, una abejita que olfateaba como perro. Esta gran abeja la estaba sujetando cada vez más fuerte, casi asfixiándola de un abrazo.

Muy insólito, extravagante, y original como para ser mentira. Y vaya que le dio una gran sorpresa al despertar, no era un bicho volador, no era nadie más que la reina del drama: Orihara. 

_ ¡¿Por qué estás en mi cama?! – se alarmo al instante. Intento patalear, pero Iza no respondió pues estaba dormido a su lado– ¡Despierta!

_Que ruidosa, aun es de madrugada – volvió a cerrar los ojos. Lo intento una vez más, sus piernas no se movían ni un centímetro – deja de zarandearte.

_ ¡Fuera de aquí! ¡Y quítame todo esto!

Inesperadamente la tenía atada como un capullo.

_Estoy cansado, puedes callarte de una vez.

_ ¡No! – le coloco cinta en la boca – ¡BMSRMSMRMMSMMBS! – y sin piedad la desprendió dejando parte de su cara roja – ¡Oye! Me dolió idiota.

_Deja de quejarte

_No, es doloroso – sin previo aviso le dio un beso a la rehén – ¿Qué demonios te ocurre?

_Listo

_ ¡No me beses sin mi consentimiento! – si no fuera por el amarre que le impedía patearlo ya estaría tirado en el frio suelo.

_Si no guardas silencio lo volveré a hacer, es tu culpa que tenga tanto sueño. Ya me enteré de tu sucio juego en la web.

_No me digas – vacilo – solo desátame.

_No – dicho eso la tomo por la cintura cual peluche para dormir fuera – ¿Sabes? No me gusta que estés con Shizuo

_ ¿Es una declaración de amor? – menciono sarcástica

_No, solo que es difícil matarte

_Atrévete y juro que no volverás a ver la luz del día – los labios del informante estaban en su cuello con intenciones de hacer un chupetón.

_Escuche que guardas un gran secreto – pellizco sus mejillas – tengo mucha curiosidad de saber qué es lo que ocultas.

_Izaya – dijo más calmada que de costumbre – por favor desátame, pequeña liendre de basurero. No te hare nada; seré todo lo que quieras, pero la fuerza no está en mis cualidades

Sin levantarse comenzó a cortar por la espalda la cinta de aislar, justo la misma que la mantenía prisionera. Joe cambio de posición para verlo fijamente a los ojos, aprecio sus ojeras tan pronunciadas y esas cejas tan encantadoras.

_Resuelve la incógnita ¿Qué es lo que ocultas?

_No pienso decírtelo – sonrió ¿sinceramente? Esperen, qué diablos le pasa a la protagonista – es divertido jugar con el fastidioso informante de Ikebukuro – se acercó a su pecho recargándose en él.

_ ¿Me estas seduciendo?

_Quién sabe – quedo pensativa – puede ser Iza chan, puede ser. Con que un secreto.

El pelinegro revolvió su melena, bajo la mirada para observar con detenimiento sus pequeños pechos. Si no fuera porque esperaba una respuesta concreta se hubiera abalanzado sobre ellos, tal vez tocarla indebidamente hasta excitar a la forastera.

_No hay registros sobre ti.

_Mi vida es un completo enigma. Alguna vez fui una hermosa princesa custodiada por un dragón.

_Así que pasamos a un cuento de hadas, que tontería Joe.

_El rey murió antes de que la heredera al trono naciera quedando solo su madre que confiaba por completo en el monstruo que manipulaba a la bestia. Muchos años después conocí a Keil en la guarida de este, el me rescato de ese sitio tan deprimente y desde ese momento aquel caballero sin armadura me juro lealtad sin nada a cambio ¿Te gusto mi pequeña historia?

_Odio los juegos de palabras, tarde o temprano terminare por descubrirlo – tomo su cintura presionándola contra sí.

_Espero que no sea demasiado tarde para cuando lo hagas.

_Espero que no sea demasiado tarde para cuando lo hagas

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Izaya y la ImpredecibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora