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La flor silvestre que se marchita con el otoño

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La flor silvestre que se marchita con el otoño


_ ¿Cuánto? – exclamo – ¿meses? ¿años?

_Cálmate Joe

Keil intento tranquilizarla, no obstante, la violinista se encontraba histérica.

_No sabría cuánto tiempo – respondió el doctor con pena – necesito hacerle más radiaciones. En el estado en que se encuentra considero que su cuerpo no soportara las quimioterapias.

_ ¿Algún otro doctor tiene un diagnóstico más positivo? – pregunto el azabache.

_Pronto – trago saliva – ni siquiera seré capaz caminar, ni comer, y tendré que quedarme aquí Keil. ¡Aquí!

_Joe...

_ ¡Keil! – sollozo – ¡no quiero estar aquí! no en esta cama postrada el resto de mi vida, vomitando y sintiendo dolor ¡eso no es lindo! ¡No quiero!

_No podemos aliviar el dolor

_ ¡Prefiero acabar ya con esto!

_Señorita Joe – suspiro el medico – lo que me pide es ilegal, va en contra de mi juramento. Lo único que puedo hacer por ti es que vivas lo mayor posible

Un silencio austero invadió la sala del hospital. No hubo respuesta por ninguno de los presentes.



(...) (Tiempo después)

Seis meses pasaron desde la ocasión en que el pelinegro y la violinista se vieron por última vez, desde esa noche poco romántica pero muy llena de diversión.

Todo siguió su curso, Shizuo perseguía a Izaya por todas las calles de la ciudad. Lo acostumbrado a la rutina, pero esta vez con una razón en concreto "¿Que ocurrió con Joe? ¿Fue culpa de Orihara? claro que lo era" , aunque la realidad fuera otra y el mismo Informante no supiera el porqué de su ausencia.

Orihara intento dejarlo pasar como un capitulo mas en su vida, mas no le fue posible. Por más que lo intentara no encontraba quien era o el lugar de su paradero, intento una y otra vez resolver el juego de palabras de: "La princesa que era custodiada por un dragón", no obstante, tomar sentido a eso era como encontrárselo a una paradoja, exacto, completamente imposible.

Simón dejo las preguntas sobre Joe ya que dañaban al pobre rubio. Al momento de escuchar la melodía de un violín corría inmediato para decepcionarse, puesto que descubría personas ajenas a su pasado. No era la joven, no su interés romántico.

El restaurante de sushi seguía con su itinerario, Varona aprendía un poco más sobre su presa a la que algún día "asesinaría", si es que le era posible. Era mas claro que el agua, estaba enamorada del hombre mas fuerte.

El apartamento de la chica seguía intacto, aunque con bastantes motas de polvo. Nadie había cruzado la habitación, ni su cocina, y mucho menos la sala de estar. Era como un desierto, vacío y sin vida.

Hoy si que era un día radiante en aquella ciudad, no tan perfecto como algunos otros, pero si era digno de un evento en especial.

"Algo ocurrirá, el cielo está llorando" pensaba la adivina que observaba atenta esa puesta de sol sonriendo de oreja a oreja.


(...)

10:22 de la noche, Beethoven era escuchado por los vientos vacíos de Ikebukuro. La fuerte brisa azotaba la cabellera de la joven que miraba con envidia desde las alturas.

La cúspide de un edificio de cincuenta pisos se volvió una nueva meta a rebasar y posiblemente la última.

_Ya... estoy cansada.

Cerró los ojos sintiendo la gravedad que atraía su cuerpo a la superficie.

Izaya y la ImpredecibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora