3

2.2K 127 11
                                    

La extravagante joven y la música: Como mofarse de un rubio y aun así enamorarlo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

La extravagante joven y la música: Como mofarse de un rubio y aun así enamorarlo.

Esta mañana tuve una gran idea ¡una excelente por decir poco! así es, hoy decidí salir de mi mazmorra. No debería pasarme nada por unos cuantos rayos de sol ¿o sí?

Como era de esperarse y muy a mi pesar, cada día en que suelo despertar temprano y caminar un poco ni el perro más rabioso de Ikebukuro se atrevía acercarse. Mis ojos suelen estar lagañosos y no salgo muy presentable que digamos; bien diría mi rumie:  "eres una fodonga", pero well, el solo habla de mi apariencia como si fuera una delincuente o un vagabundo. ¡Y aun así! con mi aspecto de: "te me acercas y te mato" yo me sentía inspirada. Tenía tantas ganas de tocar, pero tantas. Me daban un cosquilleo de solo imaginar las bellas melodías. Un pequeño concierto en solitario a la bella ciudad de Ikebukuro.

Seguí con mi recorrido mirando a todas partes, desde los anuncios de compañías corporativas, hasta restaurantes de comida italiana. Este sitio sí que era excéntrico, por alguna razón termine llegando una vez más al restaurante donde ofrecen sushi ruso, vaya que les faltaba mantenimiento, sus letreros yacían descoloridos y sucios, aunque eso no quitaba el buen sabor, muy extraño para no ser cocinado por nativos.

No tenía intenciones de entrar, no, ese no era mi propósito. Me senté fuera en el piso con las piernas cruzadas, abrí la funda de mi instrumento para tomar mi arco y aplicarle un poco de brea, las personas solo miraban extrañadas, pero que más importaba. Quite el seguro que sostenía a mi violín y lo acomode mientras me preguntaba que podría tocar. Varias propuestas vinieron a mi mente: la quinta sinfonía de Beethoven era de mi total agrado, pero no a todos nos gusta la música clásica o por lo menos no tan clásica. ¿Paganini tal vez?

Después de tanto pensar termine debutando con Adagio en G menor de Albinoni. Si me preguntan, es una melodía muy hermosa a mi parecer; transmite variedad de sentimientos, un poco de misterio y romance entremezclado con sus tristes notas. Sentir como las cuerdas lloran es ridículamente placentero.

Poco a poco mi funda comenzó a llenarse de monedas que iban arrojando, algunos se quedaban a observar y otros simplemente eran momentáneos; ser el centro de atención es increíble, Izaya estaría celoso de mi situación, jajá.

Al terminar note como cierto camarero me ofrecía entrar al local de sushi.

_El sushi sabe mejor con lindas canciones, entra, todo el mundo necesita un poco de música, la música hace feliz – menciono con cierto tono gracioso – anda, entra y veras.

_Entiendo la indirecta – reí – pero ¿yo que recibo a cambio? – me quite los lentes y la bufanda revelando mi rostro.

_ ¡Oh! ¡Vaya! Pero si es la linda chica, si, la linda chica que acompañaba a Shizuo – realizo una pequeña pausa – podrás comer todo el sushi que quieras. Pulpo, camarón, cangrejo, y también atún. ¡Ramen!

Izaya y la ImpredecibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora