De vuelta en el rancho, se sentó en los escalones del porche, y pese a la oscuridad del entorno, aquel lugar la relajo. Hacia unos meses que no estaba allí, y sentía el ambiente familiar del rancho. Sus sonidos. Los olores. Todo era familiar y creaba en ella una capa de protección hacia cualquier nerviosismo que pudiera crearse en su interior. Ella mantenía su vista arriba, hacia el estrellado cielo, permitiendo que la brisa que corría, acariciase su cara.
Era una bonita noche, llena de estrellas, con la luna alta en el cielo, redonda como un globo. Estaba preciosa, brillante. Ella disfrutaba viéndola. Abrazando sus rodillas, cerró sus ojos durante un momento, cuando una brisa fría recorrió el lugar.
Salto cuando un morro frio y mojado, se poso contra su mejilla, haciéndola reír.
--¡Turco!
Exclamo al ver al precioso golden. El animal la saludo, con una gran sonrisa que dejaba sus dientes y su rosada y larga lengua a la vista. El perro se sentó a su lado, dejando sitio para su dueño.
Noah se sentó en el escalón de arriba, acuno su cuerpo entre sus fuertes piernas y la rodeo con los brazos.
--¿Qué haces aquí afuera tan solita?
Recostándose contra el cuerpo cálido y fuerte que la acunaba desde atrás, sonrió.
--Nada, solo disfrutaba un poco de la brisa.
--Tiene que estar muy oscuro aquí afuera.
Comento el apoyando su mejilla a un lado de su cabeza. Frotando su barbilla, ligeramente áspera, contra su oreja. Ella se estremeció, apreciando el dulce placer de la caricia.
--Un poco, pero la luna esta hermosa. Hay luna llena, y el cielo está totalmente estrellado.
Describió para él. Podía no ver, pero seguro que apreciaba que ella le contara lo que había allí afuera. Noah movió ligeramente su cabeza. El soplo de un beso sobre su oído, hizo que cerrara sus ojos y se acurrucara contra él.
--Estoy seguro de que no hay nada más hermoso que tu, Emma.
Sonriendo como una boba, abrió sus ojos y se ladeo. Miro hacia arriba, hacia la cara de Noah. El tenía una pequeña sonrisa en los labios, y sus oscuras gafas estaban puestas en su lugar habitual. Le gustaría poder ver sus ojos, pero él nunca dejaba sus ojos sin cubrir. Y era una lástima, porque ella quería comprobar que tan azules eran realmente esos ojos ciegos.
Alzando una mano, apoyo la palma contra la mejilla del hombre y acaricio su piel. La incipiente barba raspaba su pulgar, con cada pasada. El inclino su cabeza hacia su mano, apoyándose en el toque.
--Noah.
--¿Mmm?
¿Se atrevería a preguntar?
Mordiéndose el labio, cogió aire silenciosamente por la nariz y reunió el valor para preguntar.
--¿Puedo verlos?
Ella observo como las cejas del hombre se arqueaban por encima de la oscura montura de sus gafas.
--¿El qué?
--Tus ojos.
Entre ellos se extendió un largo silencio, pero no fue incomodo. Al menos no del todo. Ella espero pacientemente a que él le dijera que no. Después de todo, estaba en todo su derecho de negarse a ello. Ni siquiera sabía como había podido encontrar el valor para mencionar sus ojos. Aunque desde que los había visto por accidente, se podría decir, había tenido ganas de volver a verlos.
Noah la movió a base de fuerza, obligándola a ponerse de rodillas sobre los escalones, rodeo su cintura con un brazo y la acerco más a él. La mano que ella había tenido contra su mejilla resbalo hacia atrás, hasta tener su brazo colgando de su hombro. Parpadeo sorprendida, ante la muestra de fuerza y poder del hombre, pero sonrió ampliamente. Se sentía tan cómoda con él, que ni siquiera había sentir un estremecimiento por toda aquella fuerza.
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Cuidaré de ti
RomanceHace algún tiempo, mientras escribia otra de mis novelas, Te amo, Bradley, me llego la Inspiración De Una nueva novela. Un borrador que en un principio formaba parte de los Blake. Pero ahora ese borrador a tomado forma y se ha convertido en la nove...