Día a Día

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--Noah, tu padre a enviado los documentos que esperabas.

Le informo su tío, asomando la cabeza por el pasillo. Girando la cabeza hacia él, sonrió al hombre y asintió.

--Gracias, ¿Te molesta que te acompañe?

--Vamos, chico. Trabajemos como mulas, mientras nos tomamos un buen vaso de whisky.

Por lo general no bebía, pero no iba a rechazar esa oferta, cuando tenía el presentimiento que iba a tener que rehacer por completo el proyecto que en esos momentos barajaba la empresa. No se fiaba del hombre que su padre había puesto a cargo de los proyectos, e iba a demostrarle porque. Nada le gustaría más que olvidarse del trabajo durante ese pequeño intervalo de tiempo, en el que podía descasar y limpiar su organismo del humo y la podredumbre de la ciudad, pero sabiendo quien estaba a la cabeza de su trabajo, no podía hacer tal cosa, por mucho que eso le molestase.

Entrando en la oficina de su tío, espero a que su tío le diera los documentos, sonriendo al pasar sus dedos por la hoja y notar que ya había sido pasado a Braille. Tomo asiento en el sillón de dos plazas de cuero que había contra la pared izquierda, le dio las gracias cuando escucho el sonido de un vaso ser puesto en la mesita frente a él y se centro en su trabajo.

Encontró tantos errores. Tantas absurdas ideas que termino con dolor de cabeza.

¿Cómo, por amor a Dios, su padre había podido aceptar semejante cosa como algo bueno para el proyecto?

Pensó, restregando sus ojos con las yemas de sus dedos. Si todo lo demás estaba así de mal, no tenía más remedio que regresar cuanto antes a Boston para poder sacar a ese idiota de su puesto y ponerlo de patitas en la calle, ante semejante despliegue de ineptitud.

Tomando un sorbo de whisky, agradeció la quemadura del liquido, mientras rodaba en su lengua y se deslizaba por su garganta, para acampar en su estomago y prenderle fuego desde dentro.

Su tío bufo desde su posición en su escritorio, haciéndole levantar la cabeza.

--¿Algo va mal tío?

Pregunto, preocupado de que algo pudiese ir mal en el rancho y su tío necesitase ayuda. Por ahora, según había oído, el rancho daba mucho dinero con la cría de caballos, y el ganado.

--Quieren comprarme a "Infierno negro".

Frunciendo el ceño, pregunto.

--¿Un caballo?

--No, hijo. Un toro. Suele estar a la cabeza, en algunos de los rodeos. Es un maldito buen toro y siempre me da buenos terneros. Y me están ofreciendo una minucia por el cabrón.

Sonriendo, complacido de saber que si tío no tenía problemas reales, volvió a sus documentos y aunque sabía que lo lamentaría, no podía dejarlos a medias.

Perdió la noción del tiempo, metido entre documentos, tecleando en su portátil especial, creando un Email para enviárselo cuanto antes a su padre, con las mejorías echas. Tenían que poner cuanto antes las cosas en marcha, o terminarían perdiendo, no solo dinero, si no credibilidad. Y eso era lo último que un empresario quería. Deslizando sus dedos sobre las teclas, tan rápido como podía, añadió varias notas e ideas propias y lo envió. Acto seguido, envió un mensaje a Bianca. Quería que la mujer fuese a cada maldita reunión y lo gravase todo para él. De ese modo, no estaría tan perdido y podría mantener un buen ritmo hasta que ellos decidieran regresar a Boston. Al parce, Emma no tenía prisa por volver, ya que la pastelería había cerrado por asuntos personales de la propietaria y todavía no había recibido una llamada, confirmándole que reabrían. Por el momento, ella estaba libre de hacer lo que quisiera. Y si él pudiera, estaría agradecido de hacer lo mismo.

Cuidaré de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora