Un poco de esperanza

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Toda la fuerza que podía llegar albergar su cuerpo después de tantas horas de tensión a la espera de una pizca de noticias que finalmente habían llegado, fue duramente drenada en cuanto las palabras de la doctora traspasaron el muro creado por el terror a perder a Sean. Milagrosamente, eso no había sucedido o por lo menos por ahora, el héroe idiota al que amaba, estaba a salvo.

Tenia muy claro echarle una monumental bronca por lo que había echo y al mismo tiempo, comérselo a besos por salvar la vida de su hermano mayor, aun así, no le hubiese echo daño portar consigo el arma que tenia permitido llevar. Era algo que por profesión y licencia, podía ir con el a todos lados, y sin embargo, por ser el tipo de persona que habla antes que golpea, no se acompañaba de algo tan fiable como una pistola de fuego. Algo que, como su abuela solía decir, no le pedía pan por ir en una cartuchera bajo el brazo. Y de haberla llevado, el no estaría tendido en una cama de hospital, con una puñalada en el vientre.

Pero nada de eso tenia vuelta de hoja y lo único en lo que quería pensar era en la recuperación de Sean. Eso y velo, era lo único que su mente podía procesar en esos momentos en los que sentía como su cuerpo temblaba a causa de la impresión del alivio recibido por la doctora que había tratado la herida de su amado.

--Aun no esta fuerza de peligro, pero dentro de la gravedad de su herida, se encuentra estable. Tuvimos algunos problemas con el, pero por ahora esta bien.

Escucho cada palabra como un sediento ante unas pocas gotas de agua, ansioso y deseoso por tener más. Así que alzo su rostro y miro a la mujer afroamericana que estaba a cargo de la vida de Sean.

--¿Seria posible verlo?

--No. Esta sedado en la UCI.

--¿Y desde fuera?

Insistió, recibiendo una silenciosa negativa por parte de la mujer, así que sin más remedio se rindió. El cuidado que debían tener con el era extremo y alguien no autorizado, no podía poner un pie dentro de la habitación en la cual estaba. Era consciente de eso, sin embargo vibraba por verlo y saber que bajo el enorme pecho que poseía, su corazón aun latía, luchando por seguir con vida. Aun así, a pesar de que no iba a poder verlo, no se desanimo. Tenia que ser fuerte y aguantar el tiempo que a Sean le llevase recuperarse de su herida, sin importar cuanto le llevase.

Pasándose las manos por la cara, respiro profundamente y lo soltó lentamente por la boca. Tembloroso y aliviado, daba gracias por el simple echo de saber que Sean estaba vivo, pero quería agradecérselo a ella. A la mujer que había salvado a Sean.

--Gracias por salvarlo, doctora. Gracias.

--De nada. Es mi trabajo, y le aseguro que haré todo lo que este en mi mano para que el se recupere.

Confiaba en sus palabras. No sabía si era por que ella era una profesional, o por que sonaba muy confiada de sus habilidades. Quizás fuese por la necesidad de depositar su confianza en alguien, la verdad era que le daba igual, pero pondría la recuperación de Sean en manos de esa mujer, así como su propio corazón que iba ligado al hombre.

--Si todo va bien en las próximas horas y vemos un progreso en su recuperación, quizás pueda llevarlos a verlo a través del cristal, pero solo durante unos minutos.

--Estaré aquí hasta que el salga, así que solo tiene que venir a este área para dar conmigo.

--Debería ir a descansar. Si hay algún cambio, se lo haremos saber.

--Prefiero estar aquí.

Dijo con firmeza. Nadie iba a sacarlo de aquel hospital hasta que Sean no lo acompañara a la salida. Y eso equivalía a que sin importar cuantos días, semanas o meses, llegado el caso, tuviese que estar allí, no iría a ningún lado sin el guardaespaldas con complejo de héroe del que estaba enamorado.

Cuidaré de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora