¿Pronto? ¿Y que?

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Sus planes para tener unas vacaciones memorables al lado de la mujer que amaba y que se había convertido en su novia, se habían quedado dos meses atrás, junto a la temporada de rodeo, a la que no pudieron asistir por culpa de sus respectivos trabajos. Porque a pesar de que ambos tenían el pensamiento de salir y divertirse durante ese verano en el rancho, y dado que el mismo tenía planes para huir definitivamente de Boston y establecerse en Kentucky junto a la familia de su padre, eso no iba a llegar pronto. Actualmente se encontraba en la ciudad de New York, y ya llevaba allí una semana de infernales reuniones, en las que no tenía tiempo para nada más que café, agua y un buenos días o buenas noches, por parte del personal de planta que estuviese en esos momentos cerca de las salas de reuniones que usaban para discutir diferentes puntos sobre la empresa de su padre. El no quería estar allí, de hecho, su humor a día de hoy era tan nefasto que las chicas que servían el café en la reunión, lo evitaban como a una plaga, por culpa de sus gruñidos. Y es que no era fácil para el estar lejos de casa durante tanto tiempo, sin tener la oportunidad de una sola llamada a Emma. Con la que llevaba dos días sin hablar por culpa de trabajo. Estaba agobiado, enfadado e irritado. Si la situación seguía siendo la misma para el siguiente día, iba a pasar de ser un simple hombre molesto a una bestia enfurecida.

Recargando su peso en la silla que llevaba ocupando siete largos e interminables días, suspiro al techo de la sala. Sabía que su humor no era la mejor forma de hacer negocios, pero no podía evitarlo. Apenas dormía, no comía y la soledad de la habitación de hotel en la que se hospedaba, era demasiado abrumadora. Teniendo a Emma en casa durante lo que ya era noviembre... habían sido diez meses conviviendo con otra persona. Así que la absoluta soledad, ahora le parecía demasiado grande como para poder soportarla. Ponía la televisión para oír ruido, pero no le reconfortaba en lo mas mínimo. Y aunque Turco era su fiel compañero, el pobre animal no le daba conversación. Se sentía solo, algo que llevaba mucho tiempo sin experimentar en sus propias carnes.

Tenía ganas de dejarlo todo de lado, coger el primer vuelo a Boston y regresar a casa, al lado de Emma. Allí podría oír sus risas, escuchar su voz y sentirla entre sus brazos. ¿Acaso eso no era mejor que pasarse diez malditos días en un hotel?

--Ahg... Esto solo va a peor.

Maldijo, frotándose los ojos bajo las oscuras gafas. Tenía dolor de cabeza, a causa de todas las horas perdidas de sueño. Estaba seguro de que había perdido peso, ya que apenas comía a lo largo del día, por culpa de las reuniones. Iba a terminar convertido en el hermano de algún mondadientes olvidado.

Si solo pudiera terminar su trabajo antes de tiempo, podría tener la oportunidad de irse de regreso a casa y tener unos pocos días de descanso. No era pedir mucho ¿Verdad? Después de todo, había renunciado a sus vacaciones y llevaba una semana en New York, solo por el bien de la empresa y sus filiares. De otro modo, se habría lavado las manos sobre cualquier tipo de asunto que implicara trabajar, por lo menos durante dos semanas, en las que habría estado disfrutando del sol, el fresco agua del lago, y las horas interminables a lomos de su caballo. Pero ¡No! Su padre tuvo que pensar única y exclusivamente en el, para hacer el trabajo... ¿Es que ese hombre no tenía un poco de sentido común? ¿O amor hacia su pobre hijo?

No solo tenía que preocuparse por el trabajo en la empresa, si no por sus propios deseos, que cada día que pasaba, se hacían más ruidosos dentro de su cabeza. Quería irse, eso ya no era un sueño suavemente susurrado en su oreja, si no que era un tipo enorme, con megáfono, gritándolo dentro de su cabeza. Quería dejar algunas cosas bien atadas y libres, para que su padre no pasara por ningún tipo de problema con ellas, pero... si, prácticamente tenía decidido mudarse a Kentucky y vivir una vida en un rancho. Solo tenía que hablar con Emma, quien ahora compartía su vida con él, de una manera mucho más intensa que antes, puesto que ahora, eran pareja.

Cuidaré de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora