Se habían dejado la puerta de la terraza abierta y el frio de la noche de noviembre entraba, soplando sobre las cortinas, que se balanceaban en el interior de la habitación. No supo cómo se percato de ese detalle, ya que su mente estaba ahogada en el hombre que tenia sobre ella, amándola con sus labios y sus manos. Moviéndose para alcanzar cada rincón de su cuerpo.
Tendida sobre la cama, con la respiración agitada y los nervios a flor de piel, observo como esa cortina se movía, y pensó que su movimiento era igual de sutil y delicado, que los dedos de Noah sobre la piel de su estomago, mientras bajaba hacia abajo para deshacerse de su ropa, el iba cubriéndola suavemente de besos.
Temblorosa, dejo que su mirada vagara hacia el hombre que amaba, siendo cautivada al instante por la pasión y deseo que reflejaban sus rasgos. Tan centrado y determinado a darle placer, se había olvidado por completo que aquello era un acto para dos. Sin embargo, el solo tenía en mente proporcionarle a ella cada pizca de placer que pudiera darle, y aunque era encantador, no quería que su primera vez con Noah, fuese un acto unilateral.
Alzando sus manos de la cama, quiso alcanzar el cabello rubio y despeinado de Noah, sin embargo, como si presintiera cual iba a ser su movimiento, el alzo su cabeza de su cadera y clavo sus ojos ciegos en ella. Capturando su mano con una de las suyas, se la llevo a los labios y beso las puntas de sus dedos con ternura.
--Déjame amarte.
Pidió en un ronco susurro, que erizo su piel.
Acariciando los llenos labios de Noah, con las yemas de sus dedos, tembló bajo la intensa mirada que él le daba, con sus pálidos ojos ciegos.
--Pero también quiero tocarte.
Permaneciendo quieto por un momento, acomodado sobre sus rodillas entre sus piernas, Noah soltó su mano y con un par de rápidos movimientos, desbrocho el botón de sus vaqueros y bajo la cremallera, liberando así su cintura, tiro de la tela hacia abajo, deslizándola por sus piernas, hasta que los pantalones volaron sobre su hombro, desechados finalmente.
El se dejo caer hacia delante, apoyo las manos a ambos lados de su cuerpo. Sus narices se rozaban y el aliento de Noah acariciaba sus labios, con cada jadeante respiración.
--Entonces hazlo. Acaríciame. Soy tuyo para lo que quieras.
Esa voz... tan ronca. Tan profundamente necesitada, la hacía arder. Pero ella sabía que esas palabras no eran fruto solo de la pasión que estaba experimentando, si no que el realmente pensaba así. Noah era un hombre que se entregaba al cien por cien, y en esos momentos, el le estaba entregando el cien por cien de sí mismo. No solo su cuerpo, si no que su mente, su corazón y su alma, se los estaba dando con abandono, para que ella dispusiera de ellos como quisiera. Le estaba dando poder absoluto, y eso era una gran responsabilidad. Ella quería atesorarlo. Cuidarlo y mantenerlo a salvo. Pero tenía miedo de fracasar. Así que, al menos por hoy, aceptaría el regalo de su ser, pero esperaría un poco más, para hacerse la dueña completa del hermoso hombre.
Alzando los brazos, y con manos temblorosas, acuno el hermoso rostro de Noah entre sus palmas. Sintiendo el calor de su piel, deslizo hacia abajo sus manos, sintiendo la aspereza de su incipiente barba, y la fuerza de su terca mandíbula, en su viaje. Acaricio su cuello, notando el acelerado pulso bajo sus dedos. Sintiendo a Noah temblar, supo que había encontrado un punto débil del hombre. Una zona erógena, a la que podía sacarle mucho partido.
Con una pequeña sonrisa, continuo el viaje. Era un viaje decadente, en el que cuanto más tocaba de Noah, mas ansiosa y acelerada se sentía. Hizo una parada sobre los abultados pectorales, haciendo una pequeña pausa sobre un erecto y plano pezón. Dando un suave golpecito, vio fascinada la reacción de Noah, viendo como de entre esos suaves y llenos labios, salía un ahogado gemido. Podía ser un hombre grande y fuerte, pero era sensible. Tenía la sensación de que nadie se había tomado la molestia de amar correctamente a Noah. No solo al hombre, la persona, si no al cuerpo. Y eso era un delito que debería ser castigado con pena de muerte. ¿Por qué nadie lo amo? El era tan entregado. Tan cariñoso y protector. ¿Quién no querría amar de cada forma posible a un hombre así?
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Cuidaré de ti
RomanceHace algún tiempo, mientras escribia otra de mis novelas, Te amo, Bradley, me llego la Inspiración De Una nueva novela. Un borrador que en un principio formaba parte de los Blake. Pero ahora ese borrador a tomado forma y se ha convertido en la nove...