ⅪⅤ

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"Conspiración Silenciosa."

Me tumbo al lado de Marvel y observamos el cielo nocturno, no decimos nada y mi mente se detiene por un buen tiempo; no pienso en lo que debería hacer a continuación, no pienso en cómo terminarán los juegos, no pienso en los tributos del doce, no pienso en nada. Sé que es arriesgado desconectarme de la realidad, siempre supe que era uno de mis mayores problemas pero luego de todo lo que ha pasado en las últimas horas no puedo evitar hacerlo. Encuentro seguridad dentro de mi propio mundo, lo he hecho desde que tengo memoria.

Comienzo a quedar dormida cuando escucho a una persona vomitando, abro los ojos rápidamente y observo a Marvel quien también había despertado; giramos en dirección a Cato y lo veo de rodillas frente al lago, se sostiene el abdomen y cae llevándose el rostro contra el suelo cuando intenta levantarse.

Sé que debemos ayudarlo, en nombre de la alianza profesional, pero no quiero hacerlo. La situación con Marvel es diferente, porque él me había auxiliado luego del incendio, se lo debía; Cato no ha hecho nada más que aterrorizarme desde que nos conocimos el día de la cosecha, no estoy en deuda con él y una parte de mí quiere hundirle el rostro en el lago hasta que deje de respirar.

—Tendríamos que hacer algo—susurra Marvel—, luce fatal.

—Dejémoslo ahí un rato, no irá a ninguna parte—digo sin prestarle mucha atención—. Podríamos asesinarlo en este mismo instante si no resultaba útil.

Cato es una persona muy reactiva, estará confundido y asustado debido a las alucinaciones causadas por el veneno de las rastrevíspulas, probablemente intentará atacarnos si nos acercamos ahora mismo así que es mejor dejar que se recupere solo. Quizás estoy equivocada y no lo estoy ayudando simplemente porque no quiero hacerlo.

Lo dejo retorciéndose en el suelo por media hora aproximadamente, y cuando queda tumbado en posición fetal decido que ha sido suficiente tortura. Sacudo a Marvel, despertándolo, para que me dé una mano; nos levantamos con mucho esfuerzo, mi cuerpo pide a gritos que me arroje al suelo nuevamente y duerma unas veinticuatro horas seguidas, maldigo internamente mientras nos acercamos a Cato quien luce completamente indefenso.

Sería tan fácil matarlo aquí y ahora, pero no lo hago. Recuerdo que Thresh sigue en juego y necesito que él se encargue de asesinarlo; Marvel tiene buenas habilidades de combate pero hay algo en mi mente que dice que la única persona capaz de vencer al monstruoso chico del distrito once es Cato.

—¡Hasta que despiertas! Ya pensábamos que no lo harías—le digo a modo de broma, no creo que lo tome con humor pero aprovecho que no puede hacerme nada ahora mismo—. Supongo que tuviste bonitos sueños.

Veo como su pecho sube y baja rápidamente, respira con dificultad y no logra articular palabra alguna. Enciendo mi linterna para ver cuantas picaduras ha recibido: una en el cuello, tres en el brazo derecho, dos en el brazo izquierdo y una debajo del ojo. Tiene siete picaduras y de alguna manera sigue vivo, maldigo su buena suerte mientras me acerco a su rostro para ver mejor el bulto que se le ha formado debajo del ojo; estoy segura de que ha quedado ciego momentáneamente.

—No se ve bien—le digo a Marvel, quien está revisando el brazo de nuestro aliado—, necesitaremos otra botella de solución salina o algún tipo de desinfectante.

Marvel va a buscar una botella de su mochila y muy a pesar mío comenzamos a quitarle los aguijones, no le pregunto si lo está tolerando bien o si quiere que tomemos un descanso. Él se retuerce y grita de dolor, yo suspiro con pesadez y continúo haciendo mi trabajo.

—¡Ya quédate quieto!—lo recrimino—. Mientras menos te muevas, menos tardaremos.

—Basta—susurra él, casi inaudible—, por favor.

Quito el último aguijón, de la picadura de su cuello, y las náuseas se hacen cada vez más fuertes. Cato ha sido quien recibió la peor parte del ataque, obviamente que luego de Glimmer y Tara; me causa un poco de pena verlo tan golpeado y destruido, pero el sentimiento dura poco.

—¿Qué dices de armar nuestro campamento base aquí, al lado del lago?—pregunta Marvel poniéndose de pie con dificultad—. Podríamos mover algunas cosas en la mañana y lo tendríamos todo junto: el agua, la comida, y las armas.

—No es mala idea—contesto—, pero definitivamente será en la mañana.

Ya no me importa dormir a la intemperie, la tienda que he armado está a unos siete metros de distancia y no pienso ir a por ella, tampoco me importa no tener un saco de dormir, lo único que quiero hacer es descansar, mi cuerpo ya no soporta más. Me tiro al suelo y Marvel desaparece por unos minutos, al regresar arroja un saco de dormir a mi costado.

—Te congelarás si no lo usas.

Se tumba a mi lado y le damos un último vistazo a Cato, quien aún no se ha recuperado en lo más mínimo. Me siento atontada por el veneno, me cuesta mucho moverme, y gasto mi última reserva de energía para meterme al saco.

Nadie nos atacaría, al menos no aquí, ya que ninguno de los tributos ha sido suficientemente valiente como para acercarse a la cornucopia desde que iniciaron los juegos. Marvel queda dormido al instante y me da la espalda una vez que comienza a roncar, esto me brinda una momentánea sensación de seguridad, en cierto modo está confiando en mí, a pesar de que ambos sabemos cómo terminará esto.

Supongo que más que dormir, me he desmayado, porque recobro la consciencia una vez que la luz del sol me quema los ojos, será un poco pasado de mediodía. Me cubro el rostro con ambas manos y maldigo a los Vigilantes por su estúpido clima; resulta imposible mantener los ojos abiertos, todo es muy brillante y hace calor. Salgo del saco de dormir y me arrastro hasta quedar debajo de la sombra de un árbol, me quito la chaqueta y busco mi mochila con la mirada; obligo a mi cuerpo a ponerse de pie, siento que me arden los músculos de las piernas, doy pasos cortos y siento fuertes punzadas cada vez que lo hago.

Voy en busca de mi botella para recargarla, sé que el agua del lago es inofensiva pero no confío en los Vigilantes, pudieron haber alterado el lugar mientras dormíamos; utilizo una pastilla purificadora mientras espero a que mi cuerpo comience a reaccionar. Marvel también ha despertado por culpa de la luz solar, mientras que Cato sigue tumbado junto al lago, él recibió la mayor cantidad de picaduras así que no me sorprende que tarde tanto tiempo en reponerse.

Con el pasar de las horas vuelvo a ser capaz de moverme sin sentir tanto dolor, la mayor parte de la tarde la pasamos caminando alrededor del lago y practicando puntería, arrojando cuchillos y hachas pequeñas a los árboles. No podemos enfrentarnos a nadie en el estado en el que nos encontramos, no me gusta aceptarlo pero ahora mismo somos un blanco fácil, hasta la niñita del once podría matarnos si así lo quisiese.

Cato vuelve en sí una vez que el sol comienza a descender, finalmente su cuerpo ha expulsado la mayor parte del veneno. No habla mucho pero cuando lo hace es para quejarse de nuestra situación.

—¿Sabes qué ha pasado con el chico amoroso?—pregunta Marvel, quien había hecho una lista de los tributos restantes—. Con él, quedamos diez

—Ayudó a su noviecita a huir luego del ataque, que por cierto, ella provocó—contesta Cato—. Lo seguí de vuelta al bosque, esta maldita picadura me dejó medio ciego pero logré clavarlo con la espada en la parte superior de la pierna, tiene suerte si sobrevive un par de días.

Ha sido una trampa todo este tiempo, estamos quedando como una manada de inútiles porque hemos eliminado a un solo tributo luego del baño de sangre inicial y ya hemos perdido a dos miembros de la alianza. Mientras más avanzan los juegos, más difícil será conseguir patrocinadores y hasta ahora no hemos recibido ni siquiera un regalo de parte de ellos, lo que significa que no llamamos la atención en lo más mínimo.

—Será mejor que vayamos a revisar las trampas—le digo a Marvel, dando palmadas sobre su espalda—, quizás tengamos suerte y algún idiota quedó atrapado.

—¿No puedes hacer eso tú sola?—pregunta Cato cruzándose de brazos—. No es complicado.

—No te lo he pedido a ti, no te involucres donde no te llaman.

Esas fueron las palabras necesarias para que su ira estallase una vez más, en cierto modo sus berrinches me resultan cómicos, tiene el control emocional de una roca y en algún momento eso le jugará en contra.

—¿Tú a quién piensas que le hablas?

—A alguien que estaría muerto de no ser por nosotros—contesto cruzándome también de brazos—. Tienes una bonita forma de agradecer, pedazo de bruto.

Se levanta del suelo para enfrentarme pero Marvel lo empuja contra el tronco de un árbol y lo toma del cuello, hace presión sobre la picadura que tiene en el cuello y Cato no logra quitárselo de encima.

—Que ni se te ocurra—susurra Marvel—. Te soltaré una vez que dejes de actuar como un maldito animal.

Doy media vuelta y finjo revisar mi mochila, sé que alguna cámara estará sobre nosotros ahora mismo y no puedo evitar sonreír al ver que mi plan está funcionando; de esta forma hago saber al público que a pesar de que Cato luce como la cabeza de esta alianza, el verdadero cerebro soy yo.

—¿Nos vamos?—pregunto y Marvel suelta a Cato, quien termina sentado con la espalda pegada al árbol, sosteniéndose del cuello—. Volveremos para el anochecer, sería útil que enciendas un par de antorchas, no es complicado.

Tres de las trampas que habíamos colocado están vacías, queda una última y ya me siento desfallecer de tanto caminar. Estamos estancados pero no creo que sea por mucho tiempo, algo similar al incendio ocurriría para que nos topemos con algún tributo y probablemente ya no se trate de la chica del doce. Estoy segura de que nuestro enfrentamiento contra el chico del once es algo que mantiene viva la llama de las apuestas tanto en el Capitolio como en algunos distritos.

Algo que me ha llamado la atención desde el día que conocí a Marvel, es su habilidad con las trampas y los conocimientos de supervivencia que posee; a mí también me habían enseñado tácticas de supervivencia en el centro de prácticas pero nunca le di mucha importancia, ya que me iba muy mal en dichas clases.

Mis compañeros de entrenamiento se desenvolvían con facilidad mientras yo luchaba por atar un simple nudo o distinguir un fruto venenoso de uno inofensivo, después de un par de años empecé a crear excusas para no tener que presentarme; me había metido a entrenamientos físicos intensivos para no asistir a aquellas clases que me hacían sentir inferior y mal conmigo misma. Ahora el arrepentimiento se hace presente.

—¿Cómo has aprendido a armar esas trampas?

La curiosidad me ha ganado una vez más y termino luciendo como una entrometida.

—Mi padre era cazador—contesta él—, nos ha entrenado a mi hermano y a mí en caso de que alguno quisiera seguir sus pasos.

—No sabía que se dedicaban a eso en tu distrito, siempre pensé que hacían trabajos industriales, al ser los encargados de producir artículos de lujo.

—Hay una pequeña parte de la población que se dedica a la caza, creo que es más por gusto que por otra cosa—dice y suelta un pequeño suspiro, creo que he tocado un tema sensible—. Mi hermano se unió a los cazadores luego de que nuestro padre falleciera y yo decidí participar de los juegos en señal de respeto.

No digo nada porque no encuentro las palabras indicadas para hacerlo, no creo que tengamos cámaras encima de nosotros ahora mismo porque estamos revelando información acerca de la vida en uno de los distritos y esas cosas nunca llegan al resto del país; lo único que sé acerca del distrito uno y de los demás distritos es lo que me han enseñado en la escuela, no es mucho. Caminamos en silencio hasta que Marvel habla nuevamente.

—Murió en un accidente durante un viaje de caza, nunca nos han dado detalles—continúa él—. Recuerdo que veíamos los juegos juntos cuando era niño, él siempre hablaba de que sería un gran honor para nuestra familia que alguno de nosotros participara en la competencia, y que era algo muy similar a lo que él hacía en su trabajo.

Realmente tiene razón, la única diferencia es que los cazadores matan animales para vender su carne o pelaje por una buena suma de dinero, mientras nosotros asesinamos a personas para ser recompensados de la misma forma. Nunca había pensado en ello. Marvel se detiene abruptamente y coloca su brazo delante de mí para que no me mueva, la linterna no alumbra más que unos pocos metros y ya ha anochecido, no logro ver qué es lo que me señala a la distancia.

—Hablando de cazar—susurra despacio—, esto será divertido.

Saca un cuchillo de su cinturón y lo arroja al pie de un árbol a unos tres metros de distancia, me hace un ademán para que lo siga, camino dudosa detrás de él hasta que veo el cuchillo incrustado en un conejo.

—Hubiese sido más divertido de haber sido una persona.—le digo burlona.

Él ríe suavemente mientras extrae el arma del cuerpo del animal y limpia la sangre que ha quedado impregnada al mismo con el borde de su chaqueta. Deseo arrojar a ese conejo dentro de una olla y que se convirtiera en uno de los platillos que nos habían servido en el Capitolio, la comida insípida de la cornucopia ya está colmando mi paciencia.

—Allá veo otro.—dice él señalando un punto a la distancia—¿Por qué no lo intentas?

Saco un cuchillo de mi chaleco, calculo el tiro por unos instantes y arrojo el arma; acierto al animal pero cuando llegamos a él veo que no está muerto, recupero el pequeño cuchillo y vuelvo junto a mi aliado.

—¿No terminarás de matarlo?

—No voy a apuñalar a un conejo, Marvel.

—¿Por qué no?—pregunta él—. Apuñalaste a una chica, es lo mismo.

Tomo otro cuchillo, lo arrojo y este se incrusta en el cuello del conejo; más allá de matar al animal, sé que ha servido como una amenaza.

—¿Feliz?

—Realmente sí—dice riendo—. Te enseño a destriparlo si quieres, me he hartado de la cecina y sopas enlatadas, nos vendría bien una comida decente.

—Más te vale estar hablando en serio, no me hagas falsas ilusiones.

—Por supuesto que hablo en serio, señorita—dice sonriente—. Revisemos la última trampa y luego podremos cenar a gusto.

Él toma ambos animales y seguimos caminando. Estoy segura de que si las cámaras nos están siguiendo, las personas del centro de prácticas de mi distrito me estarán odiando; consideran un acto de traición tener una alianza o vínculo más fuerte con un tributo que no sea tu compañero de distrito. Cato me resulta inútil en estos momentos y nunca me han gustado mucho las reglas de todas formas.

—Al fin tenemos suerte—digo señalando la trampa que había sido accionada—, alguien ha caído.

Un chico flacucho se retuerce dentro de la malla y comienza a gritar una vez que nos ve. La trampa está bien hecha pero resulta tediosa para desarmar, logro convencer a Marvel de cambiar el mecanismo de la misma y que en lugar de dejar a las víctimas suspendidas en el aire, queden debajo de la malla con el cuerpo contra el suelo. Dudo que estas redes sean lo suficientemente fuertes como para mantener a Thresh colgado de un árbol.

—Dame una razón para no asesinarte ahora mismo.

Pateo al chico en la espalda baja, haciendo que caiga de rodillas al suelo; lo tomo de la parte posterior de la cabeza, tiro de su cabello y lo clavo en el cuello con un pequeño cuchillo, el corte no es profundo pero sirve para asustarlo; la sangre es oscura, tibia, se derrama lentamente y me mancha las manos.

—Soy del distrito tres, he trabajado con tecnología toda mi vida—dice él llorando—. Podría reactivar las minas que se encuentran debajo de los pedestales alrededor de la cornucopia.

Recuerdo la idea de Marvel de reunir todos nuestros suministros junto al lago, podríamos colocar todo en una gran pirámide y rodear el lugar con las minas. Si alguien intenta robarnos, terminará hecho pedazos; protegeríamos nuestras provisiones y nos desharíamos de la competencia.

—Bien—digo alejando la cuchilla del cuello de aquel chico—, ya veremos qué tan útil resultas.

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