"Nuestro Palacio de Huesos."
El himno me retumba en los oídos, y cuando oigo a la multitud enloquecer, sé que están presentando a los miembros de mi equipo de preparación, quienes han de estar más que encantados con la atención del público. Después presentan a Lauren, quien parece tener los pies un poco más pegados a la tierra que el resto de sus colegas del Capitolio; esta no es su primera vez en el escenario, pues ya era acompañante del distrito dos cuando Enobaria ganó sus juegos.
Nouria y Arlo son recibidos con un fuerte coro de aplausos y vítores, pero la multitud se descontrola una vez que son presentados nuestros mentores, y creo que más que nunca, somos los favoritos de los juegos, pues el distrito dos ahora cuenta con un total de siete vencedores. El pánico comienza a crecer en mi interior con el pasar de los minutos, ¿qué se supone que debo hacer?
Durante las entrevistas me había presentado como una persona confiada y peligrosa, pero esa estrategia ya no es una opción. El traje aniñado, las advertencias de Lyme, el final de los juegos, todo me resulta confuso y quiero salir corriendo; siento un cosquilleo en el estómago y una gota de sudor cayéndome por el rostro cuando la plataforma comienza a elevarse.
Las fuertes luces me deslumbran, mantengo la mirada en un punto fijo hasta que logro distinguir a la multitud de personas celebrando en la avenida de los tributos y en las calles que desembocan en esta. Grandes pantallas transmiten mi imagen y no despego mis ojos de ellas, pues no logro reconocerme a mí misma; los gritos me aturden pero intento sonreír para las cámaras, supongo que no debo lucir amenazante, si me han vestido como una niña dulce e inocente, debo actuar como tal a pesar de que no me agrada la idea.
Veo a Cato a unos pocos metros de distancia, con la mirada puesta en el público; creo que siente que lo observo pues voltea y sonríe con timidez; intento ignorar la rabia que aún siento hacia él y le sonrío de igual manera, él camina hacia mí y quedamos frente a frente, me coloca un mechón de cabello detrás de la oreja y me toma de la mano, mi primera reacción es echarme para atrás y pero él estruja mi mano con más fuerza; me obliga a dar media vuelta hacia el público y levanta nuestras manos entrelazadas en señal de victoria. El público enloquece y yo siento que me falta el aire.
Los vigilantes han colocado un sofá mediano de terciopelo rojo para ambos, me siento en un extremo del mismo y Cato en el otro; él viste una camisa de color rosa pálido, haciendo juego con mi vestido, pantalones negros y botas del mismo color. Lo único llamativo de su atuendo son las pequeñas florecillas bordadas en su camisa, son muy pequeñitas y ablandan su imagen.
Definitivamente, están haciendo todo lo posible por aniñarnos a ambos y esto me desconcierta. Cato y yo fuimos parte de la alianza profesional, éramos conscientes de nuestras acciones en todo momento; todo lo que hicimos, lo hicimos con gusto, pero nuestra imagen no refleja eso en estos momentos.
Caesar hace un par de bromas antes de empezar con el espectáculo, que durará alrededor de tres horas y es de visión obligatoria para todo Panem. Las luces disminuyen su intensidad y es proyectado el sello del Capitolio en la gran pantalla del escenario; me recuesto en el sofá, pues si voy a estar aquí por tres horas, al menos me pondré cómoda.
La primera hora abarca todo lo anterior a los juegos, comienza por la cosecha y se aseguran de remarcar el hecho de que ambos fuimos voluntarios; le sigue el desfile de tributos, las calificaciones de las prácticas, y por último las entrevistas; una banda sonora insufrible hace que la proyección pierda cierto encanto, el ruido me aturde y hago todo lo posible para no taparme las orejas con ambas manos cada vez que las notas se vuelven muy agudas.
Luego ofrecen una cobertura del baño de sangre inicial desde todos los ángulos existentes, para mi suerte no muestran que dejé huir a la chica del doce y al chico del once; alternan imágenes de Cato, Marvel, Tara, y Glimmer asesinando a varios tributos, para luego poner un primer plano de mi rostro cubierto con sangre. Muestran la unión del chico del doce a la alianza, y que había sido yo quien lo ayudó a tratar su herida de flecha, hago todo lo posible para no exteriorizar mi desagrado al oír los suspiros lastimeros del público.
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La Gran Guerra.
FanfictionNunca he vacilado en mis convicciones, pero un día fatídico, el suelo se desplomó bajo mis pies y caí como un castillo en ruinas encontrando su fin. Las promesas que alguna vez me guiaron resultaron ser meras ilusiones, creadas para engañarme y deb...