"Pan y Circo."
Ha sido la noche más fría hasta ahora, recorremos el bosque durante horas en un intento por entrar en calor; no contamos con nada más que nuestras chaquetas, y los Vigilantes han decidido que sería entretenido probar nuestra resistencia a las temperaturas extremas. No se trata solo de la helada noche, sino que, apenas se asoma el sol por el horizonte, la temperatura comienza a elevarse rápidamente.
Damos vueltas en círculos, intentando idear un plan para atrapar a los tributos del doce, pero no se nos ha ocurrido nada; nos hemos estancado, pero al menos ya tenemos comida para sobrevivir unos días más. La tarde transcurre con una lentitud que resulta dolorosa, especialmente porque no tenemos nada que hacer, además de caminar sin rumbo alguno. Las horas pasan sin prisa, el sol aún no se ha puesto, pero la temperatura comienza a descender nuevamente; no tengo idea de a qué estarán jugando los Vigilantes, pero a Cato parece ocurrírsele una idea.
—¿Deberíamos regresar a la Cornucopia?—pregunta dudoso—. Quiero decir, podría ser un refugio decente contra el frío, y existe la posibilidad de que encontremos a alguien allí
Su idea no es tan mala, es mejor que andar corriendo debajo del rocío helado de la madrugada; es cuestión de días para que los cambios bruscos de temperatura afecten a nuestros cuerpos de alguna manera. La Cornucopia estará vacía, podría servir como refugio, y probablemente los otros tributos ya lo hayan considerado. Unos diez minutos después, recuerdo las palabras de mi aliada fallecida del Distrito 1.
—Es un mal plan—Las palabras de Glimmer han atravesado mi mente como una daga filosa, para despertar la desconfianza que siento hacia los Vigilantes una vez más—. La Cornucopia captura el clima de la arena, sería lo mismo que dormir a la intemperie; cualquiera que haya puesto un pie adentro probablemente lo sabe.
Él suelta un suspiro cargado de frustración y arroja su mochila contra el tronco de un árbol; me alejo antes de que se le ocurra desquitarse conmigo, no estoy de humor para una pelea innecesaria con Cato, mucho menos ahora que lo necesito vivo para salir de aquí. Entiendo su enojo porque me siento de la misma manera, ya que no estamos yendo a ningún lado, el final de los juegos está cerca y probablemente parecemos un par de idiotas inútiles que no pueden cazar; la calma en el estadio me resulta extremadamente desconcertante, nadie ha muerto en días y eso no puede significar nada bueno, ya que mientras menos cosas ocurran durante los juegos, más mortales resultarán las trampas puestas por los Vigilantes.
El sonido de las trompetas me toma por sorpresa; el corazón me late con tanta fuerza que lo siento palpitando en mis sienes, tengo el presentimiento de que revocarán la regla de los dos vencedores, pues nunca se ha visto nada similar en ninguno de los juegos anteriores. Saco un pequeño cuchillo de mi chaleco por precaución, y quedo de pie esperando el anuncio; La voz de Claudius Templesmith retumba en el estadio, invitándonos a un banquete. Observo a Cato y él niega con la cabeza, ya sé lo que significa: no hacen esto por nosotros, tenemos comida suficiente como para sobrevivir más de una semana. Me encojo de hombros, guardo el cuchillo en mi chaleco nuevamente y me siento al lado de mi compañero de distrito
—Una cosa más: es posible que algunos de ustedes ya estén rechazando mi invitación, pero esta no es una fiesta ordinaria. Cada uno de ustedes necesita algo desesperadamente—Claudius hace una pausa, Cato y yo nos miramos confundidos pues realmente no es nuestra situación—. Cada uno de ustedes encontrará ese algo en una mochila, marcado con su número de distrito, en la cornucopia al amanecer. Piensen bien antes de descartarlo. Para algunos de ustedes, esta será su última oportunidad.
El anuncio se acaba, y el silencio del bosque se hace presente nuevamente. Pienso que los demás tributos han de estar pasándola muy mal como para que a los Vigilantes se les ocurra armar un banquete; a pesar de todo, Cato y yo estamos bien, no necesitamos comida, ni agua, ni armas, pero sí necesitamos una oportunidad para eliminar a nuestra competencia. Si los otros están lo suficientemente desesperados como para acudir al banquete, será un buen momento para tenerlos a todos juntos y atacarlos.
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La Gran Guerra.
FanfictionNunca he vacilado en mis convicciones, pero un día fatídico, el suelo se desplomó bajo mis pies y caí como un castillo en ruinas encontrando su fin. Las promesas que alguna vez me guiaron resultaron ser meras ilusiones, creadas para engañarme y deb...