"El Canto de las Almas Cansadas."
La falta de sueño se manifiesta de todas las maneras posibles en mi cuerpo: me siento mareada la mayor parte del tiempo, mi memoria comienza a fallar y me desoriento con facilidad en el bosque, lo peor de todo es que siento frío constantemente. Me resulta imposible dormir cuando nos detenemos a descansar luego de haber recorrido el bosque por horas, tengo demasiadas cosas en mi mente, y cerrar mis ojos se oye como una trampa mortal a estas alturas. Mezclo un par de pastillas con la esperanza de que mejoren mi situación, y parecen no tener efecto alguno.
Cato insiste en que duerma mientras él monta guardia, pero la desconfianza gana la guerra contra la fatiga, a pesar de que estamos planeando una estrategia para cazar a la chica del doce, siento que él intentará asesinarme cuando menos me lo espere. Mi cabeza explotará en cualquier instante, me arden los ojos, y no puedo pensar con claridad; sé que tarde o temprano mi cuerpo terminará cediendo ante el cansancio, pero intento aguantar un poco más.
No hemos avanzado mucho con nuestro plan para atrapar a la chica del doce, quizás porque ambos estamos atontados por la falta de sueño, pero ahora que sabemos que ella está armada la situación se torna complicada. No podemos acercarnos mucho, pues sus flechas podrían alcanzarnos estando a varios metros de distancia, necesitamos tomarla por sorpresa, pero para hacer eso primero debemos encontrarla. Cato ha sugerido que intentemos eliminar a los otros tributos mientras tanto, ya que los Vigilantes se encargarían de reunirnos con la chica del doce en algún momento.
Luego de varias horas comienzo a tener hambre, me quedan un par de barras nutritivas, pero no creo que duren mucho tiempo más. Marvel era el único que tenía conocimientos de caza, ahora que está muerto nos resultará casi imposible encontrar una fuente de alimento, ya que ni Cato ni yo sabemos cómo cazar animales para comerlos. Me sorprendo pensando en que hubiese sido mejor que mi compañero de distrito haya muerto en lugar de Marvel, y estoy segura de que si admito esto en voz alta en algún momento de mi vida, me ejecutarían en mi distrito por traición.
Intento no dejarme llevar por mis pensamientos, pues no sirve de nada y no puedo permitirme quedar estancada en mi mente a estas alturas de los juegos. Cato no habla mucho y yo tampoco lo hago, recorremos el bosque en silencio, pero creo que ambos estamos seguros de que todo esto es en vano; la noche cae sin prisa y nos detenemos en un claro a descansar nuevamente.
Me arrojo al suelo, me acuesto sobre mi espalda con la mirada puesta en el cielo, el viento baila entre las copas de los árboles y crea una agradable melodía. Por alguna razón se me dificulta respirar con normalidad, tengo una lista de posibles causas pues mi cuerpo está yendo en decadencia, pero en vez de buscar culpables, intento por tranquilizarme y encontrar paz por aunque sea un par de minutos; oigo a Cato caminar alrededor del claro, las hojas crujen bajo sus pies y ese sonido se une a la canción del bosque. Se me han ido las energías para mantener mi guardia en alto, que me asesine si quiere hacerlo, estoy muy exhausta como para dar pelea ahora mismo.
Lentamente, voy perdiendo la consciencia, ya no puedo luchar contra la fatiga, ni contra el frío, ni contra el mundo que me rodea; puedo morir de hipotermia, pero así también, hay cientos de otras cosas que pueden matarme en este mismo momento. Me cierro la chaqueta hasta el cuello, y me hago un ovillo para obtener un poco de calor. Pienso en que podría acabar con esto de una vez por todas, asesinar a Cato cuando duerme mientras aún confía en mí y en nuestra alianza; pero ahora estoy demasiado cansada como para hacerlo, ni siquiera logro ponerme de pie.
Cuando siento que finalmente podré dormir luego de varios días, despierto abruptamente por el fuerte sonido de unas trompetas. Normalmente, la única información que reciben los tributos es el conteo diario de muertes. Sin embargo, a veces hacen sonar las trompetas para hacer un anuncio; lo más común es una invitación a un banquete, cuando la comida escasea hacen una comilona en un lugar conocido por todos los tributos, como la cornucopia. Así que me pongo de pie a la espera de la gran noticia, necesitamos comida y eliminar a nuestra competencia, no podemos hacer nada más por nuestra cuenta, así que supongo que los Vigilantes tomarán el asunto en sus manos; no dudaré un segundo en matar por un buen plato de comida, ya que es la primera vez en mi vida que estoy pasando hambre. Me duele el estómago y nada de lo que tengo en mi mochila logrará aliviar mi sufrimiento; mi cuerpo ha comenzado a rechazar las barras nutritivas, pues me producen acidez a los pocos minutos de ingerirlas.
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La Gran Guerra.
FanficNunca he vacilado en mis convicciones, pero un día fatídico, el suelo se desplomó bajo mis pies y caí como un castillo en ruinas encontrando su fin. Las promesas que alguna vez me guiaron resultaron ser meras ilusiones, creadas para engañarme y deb...