ⅩⅤⅠ

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"Requiescat in pace."

Cuando estaba en el distrito dos, acostumbraba a desayunar una taza de café con leche todas las mañanas. Recuerdo que desde el momento en que colocaba la leche en el fuego no le quitaba los ojos de encima a la jarra, porque si me descuidaba solo por un miserable instante, esta comenzaría a hervir y ensuciaría toda mi cocina; de igual manera, siento que si bajo la guardia durante una fracción de segundo en este mismo momento, algo explotará dentro de la alianza y terminará muy mal para mí.

Recorrer el bosque durante toda la madrugada no fue más que un desperdicio de tiempo y energía, no habíamos encontrado a ningún tributo, lo único que descubrimos es que el lago no es la única fuente de agua disponible en la arena: un arroyo se abre paso a través del bosque.

Pensábamos que tarde o temprano, los demás tributos se arriesgarían a volver a la cornucopia en busca de suministros, especialmente comida, y los cazaríamos ahí; pero ahora que nos hemos quedado sin nada, es hora de idear otra trampa antes de que los Vigilantes tomen el asunto en sus manos nuevamente.

Siento la tensión aumentar entre Marvel, Cato, y yo; nos detenemos a descansar al alba pero no me permito bajar la guardia en ningún momento, ya no tenemos razones para volver a la cornucopia así que recorreremos el bosque hasta dar con algún tributo. Cato había dicho que el corte que le hizo al chico del doce tuvo que haberlo matado, pero ya han pasado como cuatro días desde el ataque de las rastrevíspulas y hasta ahora no hemos visto su rostro en el cielo nocturno, lo que significa que sigue vivo; Estoy segura de que Cato estaba alucinando por culpa del veneno y sus recuerdos no son del todo verdaderos, quizás realmente no hizo el corte donde creyó haberlo hecho.

Cuando ya no soporto el olor a sangre y sudor impregnados a mis prendas, decido meterme al arroyo. Me alejo de mis aliados, quienes han armado un campamento improvisado en un claro del bosque; la situación está tensa pero no lo suficiente como para que alguien tire la primera piedra. Creo que todos tenemos la misma preocupación y es el chico del distrito once, probablemente tendremos que vencerlo en grupo.

Dejo mi mochila en el suelo, y lo primero que hago es deshacer el peinado que me había hecho Nouria antes de comenzar los juegos; junto alrededor de siete ligas y las aparto para recogerme el cabello más tarde. Cargo mi botella de agua antes de meterme al arroyo, me saco las prendas para lavarlas y quedo en ropa interior, no me importan las cámaras que probablemente tengo encima, ya que el olor es cien veces peor que la vergüenza. El agua del arroyo se tiñe de rojo una vez que sumerjo mi chaqueta, me aseguro de torcer bien cada una de mis prendas luego de sacarlas del agua y las extiendo sobre unas piedras para que las seque el sol.

Finalmente sumerjo mi cuerpo, el agua está fresca y resulta agradable, intento no quitarle los ojos de encima al chaleco cargado con mis armas en ningún momento; mi cabello recupera su sedosidad una vez que me saco los productos que habían estado en él por días. Los bultos causados por las picaduras de las rastrevíspulas han disminuido su tamaño pero aún están presentes, y arden cuando entran en contacto con el agua. Mi cuerpo está cubierto con pequeños moretones y rasguños, me doy cuenta de que quizás las barras nutritivas no sirven mucho después de todo, porque veo huesos sobresaliendo en lugares donde antes no lo hacían. La escasez de comida es lo que me impulsa a seguir andando, para terminar con esto antes de quedarme sin provisiones. Salgo del arroyo y me siento al lado de mis prendas para recibir calor del sol; Aprovecho mi soledad para comer un poco y descansar, no estaré en paz junto a mis aliados.

—Ay, Clove—murmuro para mí misma—. Solo un poco más.

Del cielo cae un pequeño botecito unido a un paracaídas plateado, sonrío al entender que se trata de un regalo enviado por mis patrocinadores. Me levanto para atraparlo, es pequeño pero pesado, lo destapo y toco con delicadeza la superficie de lo que parece ser ungüento; huele a menta y es de color blanco, no tengo cortes graves ni quemaduras así que supongo que es medicación para mis picaduras. Aplico un poco del medicamento, casi con miedo, en una de las picaduras de mi brazo y el alivio es casi inmediato; en cuestión de minutos, el bulto ha desaparecido casi por completo.

Logro tratar mis tres picaduras y me siento como nueva, el hecho de que tengo patrocinadores a estas instancias de los juegos me da los ánimos necesarios para continuar. Este pequeño botecito de medicación habrá costado una fortuna, estoy segura de que Enobaria y Lyme están detrás de ello.

—Gracias.—digo con la mirada puesta en el cielo.

Me coloco mis prendas que ya están medianamente limpias y secas, guardo las ligas para el cabello en uno de mis bolsillos porque aún traigo la cabellera húmeda, y vuelvo junto a mis aliados, quienes tienen un aspecto deplorable; Marvel ya no tiene la personalidad carismática y bromista que tenía al iniciar los juegos, oscuras ojeras se marcan debajo de sus ojos y el cansancio es notorio en su rostro. Cato luce de igual manera. No tengo muchas ganas de compartir con ellos la medicación que me han enviado mis patrocinadores, pero dudo que nos ataquen rastrevíspulas nuevamente, ya que cosas como esta suceden una sola vez durante los juegos, luego se volvería repetitivo y aburrido para los telespectadores; además, he visto esta competencia durante toda mi vida y sé que mientras la alianza siga unida, los profesionales debemos ayudarnos entre nosotros, sin importar que terminemos traicionándonos luego de un par de días.

Veo a Cato durmiendo en el suelo, Marvel está sentado con la espalda apoyada en el tronco de un árbol e intenta no rendirse ante el sueño; los asesinaría ahora mismo de no ser por Thresh, se ven tan débiles e indefensos en estas condiciones. Me acerco a Marvel, pues está despierto, y agito el botecito de medicina delante de él; abre los ojos con sorpresa y me observa incrédulo.

—¿De dónde sacaste eso?—pregunta con una mezcla de asombro y alegría en su rostro—¿Para qué sirve?

—Ha sido un regalo.—contesto señalando el cielo, para que entienda que se trata de mis patrocinadores.

No quiero utilizar todo el ungüento así que tomo una mínima cantidad para colocárselo en la picadura que tiene en la mejilla, él cierra los ojos y suspira aliviado gracias al efecto de la medicación.

—Gracias—susurra—. Conseguiste buenos patrocinadores.

—Tengo cierto encanto.

Ambos reímos y termino de curarle las heridas en cuestión de minutos; camino hacia Cato y tengo la impresión de que me atacará si lo despierto, el miedo que le tengo aumenta con el pasar de los días, ya que estoy segura de que estamos a una situación caótica de que él pierda la cabeza definitivamente. Me arrodillo a su lado y lo sacudo un poco, tiene el sueño ligero pues despierta al instante.

—¿Qué?—pregunta adormilado mientras se frota los ojos con pereza—¿Necesitas algo?

—No—contesto—. Mis patrocinadores me han enviado un regalo.

Le muestro el pequeño bote de medicación y coloco un poco en el bulto debajo de su ojo, antes de que pueda hablar siquiera. Tiene muchas picaduras así que tardamos un poco más que con Marvel; para mi suerte no hemos utilizado todo el ungüento, así que lo guardo en mi mochila. Pienso que si funciona para tratar picaduras como estas, que probablemente estaban infectadas, quizás funcione para sanar cortes o heridas parecidas. Me aferro al regalo de mis patrocinadores así como a mis armas, la poca comida que he guardado y mi bolsita de medicamentos, ya que es todo lo que tengo para sobrevivir hasta que terminen los juegos.

Intento descansar durante el día pero no logro hacerlo, y cuando llega el atardecer, Cato sugiere que revisemos las trampas que habíamos colocado alrededor de la cornucopia, porque no estamos muy lejos, también podríamos desmontar las trampas y colocarlas en otros lugares conforme avanzamos a través del bosque. Como ya estamos en condiciones de manejarnos solos, decidimos dividirnos para revisar las trampas, pienso que podría ser algún truco para atacarnos a Marvel o a mí, pero de todas formas tomo mi mochila antes de que nos alejemos en direcciones diferentes; acordamos encontrarnos delante de la cornucopia una vez que revisemos todas las trampas; ya hemos aprendido nuestra lección cuando decidimos no matar al chico del tres luego de que este cayera en una de nuestras trampas, ahora no habrán segundas oportunidades. Asesinaremos a quien sea que encontremos.

Llego a una de las trampas luego de caminar por media hora, aún no ha anochecido pero de todas formas decido colocarme mis gafas de visión nocturna para moverme con mayor agilidad entre las sombras; la trampa está vacía y me dispongo a desmontarla, casi quedo atrapada en ella cuando intento hacerlo, se me acelera el corazón y me castañean los dientes, no por el frío sino que por el miedo. Casi hago que me maten.

Como hay cuatro trampas, uno de nosotros deberá revisar dos de ellas y Marvel se ha ofrecido para ello. He podido desarmar la trampa en su totalidad pero no logro colocarla dentro de mi mochila, tendré que caminar otra media hora con una red que pesa alrededor de cinco kilogramos y unas cuatro sogas enormes, en mis manos; arrastro mis pies con pereza, dirigiéndome hacia la cornucopia, cuando de repente oigo un cañonazo. El primer pensamiento que se cruza por mi mente es que Cato o Marvel han encontrado a un tributo atrapado en una de nuestras trampas y lo han asesinado. No le doy mucha importancia hasta que, minutos después, escucho un segundo cañonazo.

Pensar en que Thresh podría estar cerca me hace salir disparada hacia la cornucopia, sin pensar en nada más; logro moverme a través del bosque en silencio, siendo mi único objetivo utilizar a mis aliados de escudo. Una docena de escenarios diferentes aparecen en mi mente y el chico del once está en cada uno de ellos, tengo mis cuchillos para defenderme pero sé que no será suficiente. Llego a la cornucopia al mismo tiempo que Cato.

—El cañonazo.—digo mientras intento recuperar el aliento—¿Lo has ocasionado tú?

—No—contesta él, también carga con una gran red en sus manos, tiene la respiración agitada y el rostro cubierto en sudor—. Pensé que fue obra tuya, o de Marvel.

El mundo se detiene por unos instantes, quiero pensar que se ha encontrado a dos tributos en su camino y ha encargado de ellos; podrían haber sido los del doce, los cañonazos sonaron muy cerca uno del otro y eso significa que hubo algún enfrentamiento o murieron juntos.

—Le tomará más tiempo llegar aquí que a nosotros—suelta Cato luego de que nuestro aliado no aparece por ninguna parte—. Tiene que revisar dos trampas, son unos diez kilómetros.

Le doy la razón, pero muy dentro de mí, sé que está equivocado, algo me dice que uno de los cañonazos ha sido por él, estoy segura de que alguien ha asesinado a Marvel. Esperaremos a que suene el himno para ver los rostros proyectados en el cielo nocturno, luego podremos continuar; Me siento junto a Cato, frente al lago, no hablamos pero mi mente empieza a planear mi siguiente movimiento. Desde que nos hemos quedado sin los suministros me siento frágil y expuesta, tengo mis armas y un poco de comida conmigo pero no es suficiente; me han sacado esa seguridad que me brindaba el saber que no me faltaba absolutamente nada.

Saco mi botella de agua y la bebo de a pequeños sorbos mientras vemos la noche caer; el himno retumba en el estadio y siento que se me eriza la piel debido a los nervios, el símbolo del Capitolio es proyectado en el cielo como de costumbre, luego desaparece por unos instantes y me llevo la botella a los labios para evitar que Cato se diera cuenta de que me castañean los dientes; me atraganto con el agua cuando veo el rostro de Marvel proyectado en el cielo nocturno, me obligo a no apartar la mirada de las proyecciones para ver quién había sido el otro tributo caído: se trata de la niña del distrito once.

Una ola de preguntas azota mi mente y no puedo hacer nada más que intentar calmar el caos dentro mío, me sorprende mi propia reacción ante la muerte de Marvel, pero es que ha sido mejor aliado que mi propio compañero de distrito; me había tendido la mano en situaciones que pudo haber utilizado para asesinarme, conversaba conmigo para que el ambiente no resultase incómodo, y su compañía resultaba reconfortante. Tengo encima un sentimiento que no logro comprender y mucho menos procesar, porque nunca había tenido una conexión tan fuerte con nadie. Ambos sabíamos cómo terminaría esto, pero eso no evitó que haya nacido un vínculo entre ambos.

—Es imposible que esa niña lo haya matado—digo en un susurro, sin despegar la vista del lago—. Hay algo raro en todo esto.

—Ha sido la chica del doce—dice Cato con seguridad—. La niñita del once la siguió durante el entrenamiento en el Capitolio; y vi que iba saltando de un árbol a otro cuando acorralamos a la chica del doce en el árbol, quizás Marvel asesinó a la niña y la chica asesinó a él.

—¿Cómo lo asesinaría?—pregunto—. No se ha llevado armas de la cornucopia

Mentira. Mi cuchillo había quedado clavado en su mochila durante el baño de sangre inicial, pero no se lo contaría a Cato. Hay cosas que están destinadas a morir con uno.

—Tiene el arco y flechas de Glimmer.

Lo miro confundida, no entiendo cómo puede saber eso.

—Cuando volví al bosque por el chico del doce, pude ver como ella le rompía los dedos al cadáver de Glimmer para sacarle el arco—contesta evitando el contacto visual—. El veneno me había afectado y no pude ir tras ella, pero estoy seguro de que los tiene

—¿¡Y nunca se te ha ocurrido comentármelo!?—pregunto molesta—Eres increíble, de verdad.

—No servía de nada decírtelo, no es como si pudieses recuperar las armas o algo.

—Al menos no estaría yendo detrás de ella a ciegas—grito sin percatarme de ello—. La maldita chica está armada y no me dijiste nada al respecto, sé que me quieres muerta pero al menos respeta la estúpida alianza que aún tenemos.

—Por supuesto que respeto nuestra alianza—Ahora es él quien grita y se pone de pie—. Te lo estoy comentando ahora que resulta útil que lo sepas, deja de cuestionarme por un segundo y piensa en que tengo razones para hacer las cosas que hago.

—¿Cómo quieres que no te cuestione cuando dejas de hablarme por días y de la nada sueltas una información tan importante como esta?

También me había puesto de pie y me encuentro gritándole a todo pulmón, quizás no es de las ideas más sensatas que he tenido, pero no puedo evitar que la rabia que tengo en su contra salga a flote. Su personalidad cambiante, arrogante, e impredecible, me hace odiarlo con cada fibra de mi ser; de alguna manera también estoy dolida por la muerte de Marvel, y no sé a quién echarle la culpa de ello.

—Sabías que esa chica se había llevado las armas de Glimmer—digo ya con voz calmada—. Ha pasado alrededor de una semana y ahora decides comentarlo, hablas de ellos como si no fuera la gran cosa.

—Es que no lo es—Cato aún no se ha tranquilizado en lo más mínimo, así que me dispongo a gritarle nuevamente—. La mataremos estando armada o no.

—Pero lo que tú pareces no entender es que no podemos atacarla cuando se nos dé la gana—Vuelvo a subir mi tono de voz pues parece ser la única forma de que comprenda lo que digo—. Ahora es peligrosa, tenemos que idear un plan para no terminar muertos los dos.

Él me observa fijamente, sin parpadear siquiera, se cruza de brazos e imito su gesto; tendrá que aprender a razonar y ser paciente, o morirá en el intento.

—Bien—dice finalmente—, lo haremos a tu manera.

Finalmente estamos del mismo lado.

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