Capítulo 3: La calma que antecede al huracán

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Capítulo 3: La calma que antecede al huracán

Gumball

continuaba por las oscuras calles de la nocheosfera, tenía que admitir que no eran las escenas más agradables que había visto ni los súbditos más encantadores, era mucho peor que la ciudad de los ladrones y eso le había sentir aún más desconfianza, todos los cuadros eran horripilantes, los transportes eran terribles figuras con cuatro patas, cuerpos sin cabezas y hasta cabezas flotantes, nada ahí era tan escalofriante como peligroso, muchos de los demonios y deformes pobladores lo miraban de vez en cuando, analizando su situación y lo descuidado que se encontraba el rosado, ¿Qué le traía por allí y por donde debió haber entrado? Eran de las preguntas que se lograban escuchar dentro de los murmullos de la concurrencia de ese lugar, para ser sincero, era la primera visita formal a la nocheosfera, la vez de la ceremonia de coronación les habían hecho aparecer dentro del castillo de Hudson Abadeer, pero ahora tendría que aceptar que estaba perdido y que su condición (embarazo de ya 6 meses) ya no me permitía caminar distancias largas y eso comenzaba a traicionarlo, caminó cerca de 10 minutos más y por fin estaba rendido, se sentó en una banca en donde se encontraban unos seres asquerosos, eran un par de babosas con astas puntiagudas y repletas de una materia viscosa de color azul, pero al ver el lugar te acostumbras a todo, se sentía muy cansado y estaba seguro que terminaría quedándose dormido pronto. Pasaron cerca de dos horas y Gumball estaba pensando seriamente en dormir en aquel lugar, pero por muy buena fortuna encontró a dos guardias que rondaban el lugar, al parecer Marshall había impuesto una regla de toque de queda para mantenerlos a todos controlados, se le estaban acercando rápidamente y cuando por fin estuvieron a una distancia prudente pudo ponerse de pie y ordenar ver a su rey...

-¿Y qué es tan urgente como para que quiera ir en este momento?

-Soy el príncipe Gumball del dulce reino, son asuntos urgentes y privados que debo tratar directamente con su rey...

Los guardias se miraron dudosos, creían que se trataba de un mero impostor por lo que decidieron burlarse de él un poco...

-Pero si era tan urgente no debía estar aquí sentado...

-Me he perdido, pero estaba algo cansado de buscar...

-¿Y acaso su majestad no tiene sirvientes que le ayuden a localizar el castillo de nuestro rey?

-No me han acompañado, les he dicho que es un asunto privado u urgente... ¿Van a llevarme con Marshall o no?

-Cuida tus palabras rosado, al rey le enfurece que le tomen tanta confianza, si algo sabemos es que el rey es muy desconfiado para todo y por eso estamos entrenados para no confiar en cualquiera...

-¿Desconfiar? No me dirán que no confían en lo que acabo de decir ¿Verdad?

-Lo sentimos, no podemos darnos ese lujo, y aunque tenga la urgencia de hablar, tiene que solicitar una audiencia antes...

Los guardias comenzaron a reírse, aunque para nadie más que ellos tenía gracia, llegó un tercer guardia, este era más alto que esos dos enclenques idiotas y pronto comenzó a reprimirles...

-Conque riéndose en el trabajo, el rey ya les habría desterrado ¿Y qué es lo que tanta gracia le causa?

-Este sujeto dice ser el príncipe del dulce reino y desea una audiencia expresa con su majestad...

El superior miró a Gumball quien estaba además de enojado un tanto atemorizado debido al aspecto de los guardias que eran como fantasmas, una silueta totalmente negra, con cabeza de Cuervo y ojos rojos, tenían extremidades humanas y alas de murciélago, sin contar con la extraña cola de dragón que tenían y pronto les reprimió aún más...

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