Capítulo 11: la luna opacará al sol con su blancura

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Capítulo 11: la luna opacará al sol con su blancura

Los invitados llevaban por la puerta principal trayendo consigo dos guardaespaldas por cabecita coronada, como si en cualquier momento Marshall les fuese a hacer algo, ese tipo de cosas le hizo sentir un poco de ofensa al vampiro que miraba a por la puerta y esperaba a su novio que estaba terminando de vestirse.

-¿Estas nervioso?

-No, me siento algo ofendido ¿Los has visto? Siento que es una gran grosería que vengan pensando que tengo algún interés en hacerles algo.

-Siempre son así, solo no pongas atención a sus tonterías y trata de pasarlo bien ¿Te parece? Además la reina Helada y Hudson Abadeer no tardarán en llegar.

-¿Y que pasara con eso?

-Se acabara la fiesta, le temen tanto al señor mi suegro que terminaran por salir corriendo.

Gumball rió ante su propio comentario, Marshall se acercó para abrazar al rosado por la cintura...

-¿Ya te encuentras mejor? ¿Podrás estar de pie toda la noche?

-Solo si estas tu para poder prestarme tu brazo, entonces podré caminar sin caerme...

-Bien, ¿entonces está bien si me quedo el resto de la noche a tu lado?

-Por supuesto, y el resto de las noches...

-No sé por qué eso suena a una insinuación, pero la aceptaré cuando te mejores...

-De acuerdo...

Gumball se giró sin interrumpir el abrazo del vampiro y cuando estuvo frente a él le dio un delicado beso al vampiro,

-Es hora de que almenos te vistas para esta fiesta, sabes que es algo formal...

-Sí, sí, ya lo sé, solo tardare un segundo, solo te acompañare hasta tu gran sillón y prométeme que esperaras hasta que vuelva para levantarte de nuevo...

-Está bien...

Marshall como buena pareja hizo lo que había dicho, el pequeño Abadeer se encontraba durmiendo en donde estaba su padre haciendo caso a lo que su novio le había pedido, volvió a usar su traje de color negro pero esta vez la camisa era blanca, y su corbata roja, Mentita le había ayudado un poco a peinar su cabello rebelde y entonces fue cuando Prince ya no pudo dormir más, la música que provenía del salón le había despertado. Y con el pequeño Abadeer en brazos el vampiro levitó hasta el salón de la fiesta, donde todos interrumpieron sus ocupaciones para mirar curiosos al vampiro que había llegado, este se acercó al rosado sin tomar tanto en cuenta las miradas de todos, Marshall le entregó a su pequeño, el rosado le sonrió, era momento para Gumball, el momento de hablar y cambiar algunas cosas en el reino antes de abandonar la corona para tener una tranquila y feliz vida con Marshall, pero una vez más, el vampiro le había ganado el turno para hablar, llamando la atención de los invitados...

-Queridos invitados (por no decir parásitos hipócritas) muchas gracias por venir a esta celebración que el príncipe Gumball ha ofrecido en mi nombre, espero que estén almenos entretenidos, y este discurso no es para pedir disculpas ni a ustedes o al príncipe del reino de fuego que llegará después debido a un pequeño contratiempo, al único al que debo pedirle disculpas es al príncipe del dulce reino, que me había estado buscando y que, gracias a su aparición en la nocheosfera he regresado. He hablado también para poder encarar a sus leales y dulces súbditos y pedirles la mano de Gumball en matrimonio...

Todos miraron al vampiro con una cara de enorme sorpresa, una que no se puede describir con palabras, simplemente estaban sorprendidos mirando con una cara confundida al vampiro, y este sin prestarles atención miró a Gumball quien estaba sonrojado pero que le sonreía de manera tímida, parecía que el tampoco creía lo que estaba pasando y Marshall continuo..

La tormentaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora