Capitulo 15 : Te echaba de menos.

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Mis ojos analizaron aquel color azul que pintaba las paredes. Tan frío. Pero rápidamente fueron a fijarse en el cuerpo que se hallaba tumbado en la camilla. Me mordí el labio inferior intentando no emitir ningún sollozo y conteniendo las lágrimas que iban camino de mi lagrimal.  

-Harry,  ¿me harías el favor de vigilar la puerta? – Musité – Necesito un momento a solas.  

No me atrevía a mirarle a los ojos, yo sabía que él estaba esperando algún bajón por mi parte, pero no me iba a mostrar débil en su presencia. Su respuesta no llegaba y estaba impaciente por que el cuerpo inerte de mi hermana y mi yo solitario fuéramos las únicas personas en la habitación.  

-¿Harry?- volví a preguntar dándome la vuelta. Vi sus ojos, ésta vez oscuros, clavados en la camilla donde estaba mi hermana. Estaba quieto, como si le hubieran incrustado con clavos al suelo. Y serio, muy serio. Tanto que me asustó, podía sentir la tensión en su cuerpo.  

Rocé temerosa su rostro con mi mano y sus ojos volvieron a su color natural clavándose en los míos. Le dediqué una fugaz sonrisa con el objetivo de tranquilizarle y pude notar bajo mi mano como su mandíbula se iba relajando.  

-Por favor- el asintió y antes de irse me dio un beso en la frente. Sentí el suave tacto de sus labios y el vacío que dejaron al separarse.  

La puerta se cerró a mi espalda y noté el frio que dejaba la ausencia de Harry.  

Miré fijamente a mi hermana, postrada en la camilla con miles de tubos que salían de su boca y vías en sus antebrazos, una para la comida y otra para extraer sangre. De fondo solo se escuchaba el molesto pitido que representaba las palpitaciones del corazón de Ely.  

Di la vuelta a la camilla y me senté en la silla colocada a su derecha. Entrelacé su mano con la mía. Me sorprendí al tocar su áspera y congelada piel.  

Ely siempre cuidaba su cutis minuciosamente. Es la típica persona que se compra miles de cremas, de todos los colores y tamaños, que le administran los efectos de antienvejecimiento, suavidad y demás cuidados que sus manos -cree- que necesitan.  

Un sentimiento recorría mi cuerpo: culpabilidad.  

-Ely lo siento mucho- sollocé – esto no debería estar pasando. Eres tú la que no ha indagado en nada, he sido una cabezota. Una auténtica estúpida, de seguir investigando aunque tú me dijeras continuamente que no revolviera el pasado. Pero es que no puedo soportarlo, necesito respuestas. No podré vivir tranquila hasta no saber que les pasó exactamente a nuestros padres.  

Percibí como los latidos de mi hermana se volvieron más rápidos durante unos minutos y después volvieron a su ritmo normal. Sentí como su mano apretaba ligeramente la mía.  

Con los ojos como platos y la boca ligeramente abierta me acomodé en la silla, impaciente.  

-¿Ely?- pregunté casi de forma imperceptible. Nada ocurrió – Ely si puedes oírme aprieta mi mano- intenté de nuevo.  

Un suave apretón.  

Sonreí emocionada y me sequé las lágrimas que sin darme cuenta se habían deslizado por mi mejilla.  

-¿Viste quién te hizo esto? Aprieta dos veces para un sí y una sola vez para un no- hubo un silencio. Hasta que noté dos apretones por parte de mi hermana. Mi corazón se puso a latir como loco.  

-¿Le conocemos?- un único apretón. Parte de mi esperanza se desplomó –La policía del hospital me está buscando, no me fio un pelo de ellos. ¿Crees que son…- no pude terminar la pregunta ya que mi hermana me dio dos apretones bastantes fuertes teniendo en cuenta su estado de debilidad. Me quedé helada.  

Sin plan previsto (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora