Capitulo 4: Sweet Disposition

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{Narrador}

Después de controlar su risa y verla marchar entre la multitud se fue de la Abadía con una enorme sonrisa surcando su rostro. No podía parar de pensar en la coincidencia de su encuentro, había sido tan espontáneo que le fascinaba. Hacía mucho tiempo que no se sentía así y estaba seguro de que algo bueno iba a salir de ese encuentro. Pronto llegó al apartamento que compartía con cuatro locos sin remedio que en éste año se habían convertido en sus hermanos. Como de costumbre, se encontraban todos allí.

Nada más entrar por la puerta un cojín se encontró con su cara helada y el golpe dolió más de lo habitual, ya que estaba congelado. Se llevó las manos a su rostro frotándolo enérgicamente para darle algo de calor.

-¡En el blanco!- anunció un chico de pelo liso y con el flequillo echado para un lado, sus pupilas azules brillaban de inocencia. Chocó divertido la mano con otro caracterizado por sus rizos desaliñados, mientras éste añadía: -Hoy has estado lento, Nialler-.

-¡Buen lanzamiento Tomlinson!- comentó un chico de tez bronceada y  ojos miel, mientras salía de la cocina con una bolsa de cheetos y desnudo de cintura para arriba.

-Con que eres tú el fantasma que siempre se termina mis preciados cheetos- le acusó el rubio señalándole y preparado para abalanzarse sobre él. El moreno salió corriendo escaleras arriba ante tal acusación, lo que incitó al irlandés a ir detrás de él. Los pasos atropellados de los dos golpeando el parqué, despertó el temperamento paternal del último que componía aquel grupo. Pelo moreno, estilo Troy Bolton, en sus ojos se notaba la madurez que había adquirido a lo largo de los años por obligación, la vida no siempre le había tratado bien, pero una sonrisa traviesa asomaba en sus labios, sin duda alguna, todavía le quedaba algo de su espíritu infantil.

-No corráis tan rápido- aún se escuchaban los pasos seguidos de algún que otro gritito – como os hagáis daño, después no digáis que no os lo advertí – dijo él serio, a la vez que bajaba las escaleras sumido en un libro que tenía en la mano.

-¿Todavía sigues leyendo ése libro, Liam?- preguntó distraído el chico con ojos indescriptibles.

-Es verdad, creí haber entendido que te lo habías terminado- concluyó el que estaba sentado a su lado y culpable del cojinazo.

- Y así es- sentenció Liam, dirigiéndose al jardín. Los dos se miraron contrariados.

-¡Louis! Necesito ayuda- gritó el moreno desde el piso de arriba. El conocido como Louis pegó un salto mientras sucumbía a su grito.

-Tranquilo compañero ahora mismo estoy contigo- dijo a grito pelado y escapándosele algún que otro gallo, mientras subía a grandes zancadas por la escalera. El del pelo desaliñado se quedó solo en el salón. El aburrimiento empezaba a emerger rápidamente. Pero antes de ir al frigorífico cómo hacía siempre cuando estaba al borde del aburrimiento, se quedó pensativo a la vez que oía los gritos de sus tres compañeros pasándoselo bomba de fondo.

-¡Qué concho!- susurró, mientras se despojaba velozmente de su ropa quedando en bóxer, cómo habitualmente terminaba haciendo a lo largo de la noche y subía corriendo las escaleras de madera que chirriaba bajo sus pies, mientras vociferaba: - ¡Louis amor no te dejaré solo en esta batalla!

Se escucharon las carcajadas de los chicos al verle aparecer por la puerta.

-¡Harry! Ya te echaba de menos cariño- dijo con voz femenina lo que provocó un alarde de risas por toda la casa.

Sin plan previsto (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora