La reconocí a través del cristal por las fotos que salían en internet y lo cierto es que no la hacían justicia, era más guapa en persona. Pero no fue eso en lo primero que me fijé, si no en la seguridad que transmitía y en la frase que escondía su mirada: ‘se muchas cosas que tú no sabes’.
Andaba de forma elegante y milimetrada, como si todo lo tuviera calculado. Observaba el entorno, lo estudiaba. Sus verdes pupilas se encontraron con las mías y por un momento un sentimiento de familiaridad me inundó. Yo la conocía de antes.
Me levanté para saludarla, fui a darle dos besos pero ella me estrechó entre sus brazos efusivamente.
-Buenos días, cielo – yo aún estaba algo descolocada con ése trato tan cariñoso. Cuando se separó pestañeé varias veces antes de sonreír.
-Buenos días Jenna.
Nos sentamos y las dos ordenamos un cappuccino junto con un croissant a la plancha.
- ¿Qué tal has dormido? – me preguntó mientras depositaba su bolso entre sus pies. Era bueno empezar a coger confianza hablando de temas triviales, ya tendríamos tiempo para profundizar más adelante y concentrarnos en lo que realmente nos había llevado a quedar esta mañana.
-No muy mal ¿Tú que tal? – comencé a relajarme.
-Muy bien. Hoy me he levantado con un buen presentimiento – contestó sonriendo ampliamente, yo le secundé el gesto. Su sonrisa era tremendamente contagiosa.
- ¡Qué Dios te oiga! – agregué a la vez que las dos reíamos. El camarero no tardó en traernos nuestro desayuno y en el ambiente la tensión o los nervios que al principio me acompañaban se habían esfumado.
-¿Y dime Julie que tal está tu hermana? – Cuestionó dando un sorbo a su café, yo por un momento me quedé pegada a la silla – Debe de haber sido un golpe duro.
-Muy duro – corregí - pero soportable.
-Eres fuerte – asintió para sí misma, yo fruncí el ceño.
-Algunas circunstancias te enseñan partes de ti que desconoces – saboreé el croissant.
-Tú sabías que eras fuerte – bajé la mirada a mi café.
- Hay facetas que te ves obligada desenterrar a lo largo del tiempo – Jenna me sonrió dulcemente, entendiendo que hacía referencia al pasado, con la muerte de mis padres – Está estable – concluí, respondiendo a su pregunta inicial.
- Me alegro – hice una mueca de agradecimiento – Allí está fuera de peligro.
- Eso dice ella – solté una afilada carcajada.
-¿Lo dudas? – preguntó levantando una ceja mientras se llevaba su taza a los labios. Levanté mi vista del croissant, con el cual me había quedado algo embobada.
- Ahora dudo de casi todo – me encogí de hombros y ella alargó una de sus manos por la mesa hasta alcanzar la mía.
- Te darás cuenta que ésa actitud a la larga no te llevará a ningún sitio.
-¿Experiencia personal? – pregunté algo retraída. Ella simplemente rio y asintió.
- De los errores se aprende – contestó encogiéndose de hombros.
- ¿Qué te hizo cambiar de actitud? – ella me sonrió de forma cómplice, como si yo supiera la respuesta.
- Alguien – abrí los ojos.
- ¿Alguien? – hice una mueca de contrariedad y Jenna soltó una carcajada.
- Sí querida, el confiar en alguien que no fuera yo misma. Fui ingiriendo aquellas palabras y metiéndolas en mi enrevesado cerebro. Confiar. Confiar en alguien más.
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Sin plan previsto (EDITANDO)
Teen FictionSimple. Dos palabras. Ocho letras. Desde mi perspectiva no era tan difícil pronunciar esas palabras, pero dado el acontecimiento que acababa de presenciar, para él era al contrario. Le parecía un mundo el simple hecho de que salieran de su boca, gas...