Capitulo 16: Rozando respuestas.

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El rastro que dejaban sus manos mientras subían por mi brazo era extremadamente relajante. Me sentía segura. Como si estuviera en una burbuja impenetrable, solo él y yo y sin ningún riesgo de que alguien viniera y rompiera aquella tranquilidad.  

Todo lo que había pasado a lo largo del día se había quedado en un segundo plano, se había esfumado de mi mente, como el humo de un cigarro. Solo me permitía sentir sus caricias, carentes de dolor. Su mano volvió a agarrar la mía, con miedo, por si salía corriendo cual conejo asustado. Las entrelazó y sentí una fuerte energía recorriendo mi columna vertebral. Como si hubiéramos quedado unidos por un sello invisible.  

Comenzamos a andar hacia la cama. Yo me dejaba llevar. Sus piernas tocaron el borde del colchón y yo avancé unos milímetros más buscando su calor corporal. Junté su mirada con la mía. Me era imposible descifrar lo que escondían sus pupilas.  

Sus manos fueron deshaciéndose de las mías para quitarme el abrigo lentamente. Una vez que la prenda cayó al suelo con un ruido sordo, sus dedos tantearon el final de mi jersey y suavemente lo fue deslizando hacia arriba. Yo estaba tan extasiada ante su tacto que no me oponía. Una vez mi jersey de lana encontró el suelo junto con el abrigo, su vista se centró  sobre mí. O más bien, en mí, en mi interior. Noté como si estuviera descodificando todo mi ser.  

Sin vacilar sus yemas rozaron la parte final de mi camiseta y deslizó sus dedos bajo ella. Acariciándome las caderas y la parte baja de la espalda. Su tacto dejaba un rastro caliente a su paso. Cerré los ojos para sentir totalmente aquella sensación. Posteriormente se decidió a agarrar mi camiseta y quitármela cuidadosamente. Mi pecho quedó al descubierto, acompañado únicamente de un sujetador negro de encaje.  

Su mano subió a mi hombro e  hizo resbalar mi tirante izquierdo, dejando mi hombro desnudo y un espacio muy ocurrente que Harry aprovechó. Se acercó y noté su aliento caliente antes que sus suaves labios sobre mi piel. Mis párpados bajaron solos y quedé sumida en la oscuridad, teniendo a mis cinco sentidos enfrascados en aquel contacto de sus besos. Fue avanzando por mi clavícula para más tarde subir por mi cuello, yo ladeé la cabeza para dejarle más sitio. Al hacerlo noté como una risa gutural salía de su garganta y chocaba contra mi piel, haciéndome sonreír. Sus besos llegaron a mi mandíbula, mientras mis manos acariciaban sus abdominales y tanteaban buscando el dobladillo de la camiseta, al encontrarlo serpenteé por sus abdominales definidos y estando tan cerca de mi oreja pude escuchar un leve gemido, el cual me incitó aún más para seguir acariciándole.  

De repente paró y me obligué a abrir los ojos. Sus pupilas se clavaban incesantes en las mías y fruncí el ceño de forma inconsciente.  

-Debes de estar cansada, te vendrá bien dormir- susurró para más tarde darme un beso en la frente y desaparecer por la puerta.  

Me quedé plantada allí, sin saber exactamente qué estaba pasando y lo cerca que había estado de que pasara algo. Me llevé las manos a la cara para despejarme y las coloqué en mi cuello, estiré la cabeza y suspiré amargamente.  

¿Ahora que se suponía que tenía que hacer? ¿Meterme en la cama tal cual, con los pantalones y el sujetador únicamente? ¿Recoger mis cosas e irme?  

No pensaba marcharme a mi casa donde estaría la policía deteniendo al incompetente de Marcus. Por lo menos esta noche me tenía que quedar allí a dormir o ir a casa de Cat. Pero no creo que sus padres se pondrían muy contentos recibiendo a una chica perdida, sin  casa dónde pasar la noche, acosada y con millones de problemas acechándola. Encima no quería poner en peligro a nadie, por lo que dormiría allí, en el sofá del salón para no molestar a Harry y en cuanto saliera el sol me iría pitando.  

Recogí mi camiseta del suelo, me la puse y cargué con el jersey y el abrigo en mi brazo, salí de la habitación decidida. Fui a bajar las escaleras cuando pude observar la luz de la cocina encendida y escuchar algunos cuchicheos. Intrigada fui bajando las escaleras sin hacer ruido e intentando enterarme de la conversación, la cual era difícil de entender porque hablaban en susurros.  

Sin plan previsto (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora