vii.
El bullicio de la ciudad me exasperaba, un dolor de cabeza que hasta ahora se me estaba haciendo demasiado familiar me acompañaba. Sonreí al chico de Starbucks el cual me dio mí bebida energética de fresa, me sonrió de vuelta y pude ver algo más en sus ojos. No estaba de humor para esto. Rodee los ojos ante el pensamiento, últimamente no estaba de humor para absolutamente nada. Me bebí una aspirina esperando milagrosamente que hiciera algún efecto. Ayer o realmente creo que hoy a las primeras horas de la madrugada luego de haber dicho a Hades sobre la muerte de mi madre, sus ojos escudriñaron los míos, sus pupilas se dilataron dejando un hoyo negro en sus ojos con una pequeña esfera del hermoso azul que los adornaba, luego de eso empecé a sentirme débil. Desperté en mi habitación sin rastro de Hades totalmente confundida. Laila me había llamado y ahora me encuentro aquí en el Starbucks del vecindario esperándola.
Un raro presentimiento me embargo, no otra vez. Me sentía observada, mirando a mí alrededor me conecte con dos ojos azules, me relaje de inmediato. Desmond me sonrió, caminando hacia donde me encontraba. Al llegar a la silla vacía justo frente a mí este paro por un momento, arquee una ceja. Entonces decidió sentarse. Que extraño, pensé. Algunas cosas sobre la personalidad de Desmond me incomodaban, como cuando pasaba de parecer un chico normal a una persona seria, controladora y sombría. Su arrogancia era algo que nunca podría soportar tampoco, pero esperaba que con el tiempo eso pudiera cambiar de alguna forma, de todos modos no tenía muchas esperanzas. También estaba segura de que en cuanto acaben con esto de los vampiros fuera de control no lo vería mas nunca, hasta ahora soy solo una extraña misión para él, que de hecho, no sé por qué no se rinde y me deja en paz. No me tomen a mal, pero a pesar de todo lo que ha sucedido en las últimas semanas, no me gusta ser vigilada. Recordé a Hades, no obstante de ser vigilada por Desmond, ahora tenía que estar alerta de cualquier cosa que Hades pueda hacer. No confiaba en el, ni siquiera un poco. Tampoco necesitaba confiar en él, estoy harta de chicos atractivos arrogantes que aparecen de la nada queriendo protegerme, puedo hacerlo por mí misma. Incluso cuando se que es totalmente falso. Al volver a la realidad descubrí que Desmond estaba hablándome, me sonroje.
— Lo siento, no te escuche — Sonreí mientras me excusaba, Desmond se carcajeo.
— Te preguntaba si no pasó nada ayer luego de irme — Desmond reposaba su barbilla en su puño cerrado.
¿Le diría a Desmond sobre Hades? Claro que no, probablemente se volvería loco. Hasta ahora no me había hecho nada malo, así que no debería causar un alboroto.
— Oh, claro que no. Baje al parque un rato, eso es todo — Me encogí de hombros, tratando desesperadamente de restarle importancia.
Mentirosa.
— ¿Sola? Halia no puedes estar sola por ahí...— Levante una mano, pausándolo.
— Desmond no se si te preocupas por mi o es tu trabajo, pero puedo estar sola. Es mi casa, nada malo iba a pasarme — Fruncí el ceño.
Un suspiro exagerado salió de lo más profundo de Desmond, algunas veces amaba sacarlo de sus casillas.
— Vas volverme loco, Halia. ¿No entiendes el peligro por el que estas pasando? Ya es muy malo que estés aquí y no aceptes irte conmigo — Se froto sus ojos y su sien.
— Y espero que tú entiendas que con Laila, Peter y Daemon nada va a pasarme, hay toda una manada de lobos en Frederick que me aprecian. Espero entiendas también, no dejare a mi papa ni a mis amigos para irme contigo, no soy parte de eso — Negué con la cabeza, tome un trago de mi ya olvidada bebida.
— Eres una de nosotros, negarlo de repente no hará que no lo seas — Desmond intentaba demasiado mantener su usual tono de voz calmado. — Y por lo que vi ayer, creo que no todos te aprecian.
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When The Sun Goes Down.
ФэнтезиHalia Zondervan es una adolescente normal, o al menos intenta serlo. Toda su vida ha ocultado un secreto el cual ha aprendido a manejar muy bien. En la noche de la fiesta de bienvenida de la secundaria Halia ha sido atacada por un vampiro, cambiando...