chapter 8.

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viii.

Hades y yo caminamos por todo el centro de la ciudad, al momento de dejarme en casa me sentía realmente cansada. Habíamos caminado demasiado y yo ni siquiera lo había notado. Quise despedirme de él, pero al voltear el ya no estaba. Hades resulto ser una persona completamente diferente a como espere que seria. Subí a mi departamento y como era de esperar papa no estaba, últimamente él nunca se encontraba en casa. Estaba algo enojada con el por haberme ocultado la verdad acerca de nuestra familia, pero lo extrañaba, no comemos juntos desde hace una semana. Su libro lo tiene muy ocupado, supongo. Fui a la cocina para comer el cupcake de red velvet que papa me había comprado. Al llegar a mi habitación la sorpresa se hizo presente en mi rostro y una risa salió de mis labios. Unas pequeñas criaturas con unas diminutas alas se estaban llevando mis colores, había cuatro de estas cada una con dos de ellos. Me acerque a ellos y me arrodille frente a los cuatro, arqueando una ceja y cruzando mis brazos. Las pequeñas criaturas se paralizaron de inmediato. Ya sabía hacia donde iban mis colores desaparecidos.

— Creo que eso es mío — Señale a las cuatro criaturas que me miraban con picardía.

Una risita se escapo de una de ellas, entonces estaban fingiendo que no me entendían. Me gustaban estos monstruitos. Sin embargo, su mirada no dejaba el cupcake de red velvet que sostenía en mi mano derecha. Una idea se me vino a la cabeza.

— Hagamos un trato — Sonreí al ver que estaban atentos a lo que decía. — Les doy un poco de mi cupcake y me devuelven los lápices que me robaron.

Hice énfasis en robaron. Los pequeños monstruos se miraban entre ellos y decidieron aceptar el trato. Cada uno dejo los colores frente a mí y repartí cuatro pedacitos de cupcake. Los cuatro se fueron en fila hacia la esquina de mi habitación, rodee los ojos. ¿Cómo no pude darme cuenta antes de que esos pequeños demonios vivían en mi habitación? Definitivamente solo veíamos lo que queríamos ver.

(...)

La cafetería de la escuela estaba abarrotada de gente, Laila y Daemon hacíamos la fila para comprar la comida cuando descubrí que había dejado mi dinero en casa. Mi cabeza estaba en otra parte justo ahora, me costaba demasiado concentrarme en las cosas cotidianas, me parecían ahora tan lejanas.

— Mierda...— Susurre mas para mí misma, pero al parecer me habían escuchado.

— ¿Qué pasa? — Laila me miro extrañada.

— Deje mi dinero en casa y me estoy muriendo de hambre — Bufe irritada.

— Tranquila, yo lo pago — Peter el cual acababa de llegar dijo, posando su brazo en mi hombro.

— ¿Dónde estabas? — Mi vista no dejo sus hermosos ojos amarillos.

— Historia, por eso llego tarde — Peter sonrió.

Historia quedaba justo del otro lado del instituto, eso quería decir que era una larga caminata hasta la cafetería, deje que Peter pagara mi comida porque tenía mucha hambre, pero se lo pagare luego incluso cuando él diga que no es necesario. Nos sentamos en una mesa apartada del bullicio de los estudiantes, no es que no nos gustara la gente, de hecho, me parece que nuestra secundaria es demasiado cliché es por eso que nosotros y algunos otros intentamos romper el estereotipo. Sin embargo, todas las chicas parecían odiarme. Mientras comía mis papas podía sentir la mirada de Peter en cada uno de mis movimientos, no sabía si podría soportar esto y actuar justo a como éramos antes, realmente no quería perder su amistad. Peter y Daemon eran podría decirse uno de los chicos más guapos de la secundaria, haciendo suspirar a las chicas que pasaban por su lado. Peter tenía el cabello castaño claro, esos hermosos ojos color amarillo y los labios más rosados que he visto en un chico. Daemon por otro lado era más misterioso, su cabello era castaño oscuro, tenía los mismos ojos y labios que Peter, pero las facciones de Daemon eran más marcadas, más varoniles. Ambos se robaban los corazones de las chicas.

When The Sun Goes Down.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora