When The Sun Goes Down.

chapter 19.

xix.

Halia.

Unos brillantes ojos rojos me devolvieron la mirada, una exclamación no tardó en escaparse de mis labios. Un escalofrió recorrió mi cuerpo al ver la majestuosa criatura que estaba frente a mis ojos. En las últimas semanas había visto millones de cosas fascinantes que en algún tiempo creí imposibles, era una persona escéptica y vaya que aquello de todo lo que había visto me había dejado anonadada. Recordé las veces que logre conectarme a los animales, sentir su agonía y su miedo. No lo pensé ni un segundo cuando decidí que tenía que simpatizar con aquella criatura, no me pareció muy difícil.

Lo que tenia frente a mi era como la versión un tanto más pequeña de un dragón, con unos ojos rojos intensos y escamas preciosas del color de los huesos. Extendió sus enormes alas de murciélago con un alarido, estaba fascinada, hipnotizada...no sabía describir como me sentía. En cuanto me acerque de lleno a la jaula una fuerza que me dio mala espina me alejo de inmediato con un pinchazo que se expandió por todas mis extremidades. Supe enseguida lo que era, aquella luz roja que estaba alrededor de la jaula tenía una clase de poder maligno que no dejaba a nadie acercarse.

Parece que no contaban con la visita de una ninfa.

El verde esmeralda que broto de mis palmas le dio tranquilidad a aquel precioso reptil, lo supe por la manera en que parecía bajar la guardia. Apunte a la jaula sin saber muy bien que era lo que pretendía hacer, pero cerré los ojos con esperanza y valentía. Parsimoniosa y decidida toque la jaula, al principio un espasmo de dolor se caló en mis huesos, deje de sentir mis piernas y mis labios empezaron a temblar haciendo que mis dientes tiritaran, pensé que me desplomaría al suelo. Sin embargo, no fue así. La fuerza que ejercía la jaula aunque fuera para mi irreconocible sabía que era demasiado poderosa, me concentre y coloque todas mis energías en poder combatir con aquella cosa.

Pasaban y pasaban los minutos, parecían horas o simplemente pasaron segundos, pero cuando estas esperando algo con tantas ansias parece que el tiempo se detuviera. Sabía que lo estaba logrando, lo sabía porque podía sentir la respiración cálida de aquel reptil en mi rostro, también porque supe que estaba asustado. Cuando la jaula cayo un estruendo se apodero de todo el lugar y mí poder Mohiri fue lo que me ayudo a que aquella estructura no me aplastara. Fue algo gracioso ver mi débil cuerpo sostener algo tan pesado con tanta facilidad. Estaba orgullosa de alguna forma, por fin estaba aprendiendo a controlar mis poderes y también estaba descubriendo lo lejos que estos podían llegar cuando tenía determinación. De repente toda esta locura que se estaba desatando ya no parecía tan letal, podría con todo lo que se me pusiera en el camino.

Me acerque al reptil y me dedique a examinarlo un poco temblorosa, toque uno de sus muslos, lo único que podía alcanzar en aquellas condiciones. Milagrosamente solo estaba asustado, pero no tenía ningún tipo de herida. Tenía mucha hambre, de eso estaba más que segura. La cabeza de aquel reptil se acerco a mi cuerpo y me olfateo repetidas veces, se acerco más a mí y me rodeo con su larga cola. No me había fijado que aquella cola tenía un aguijón parecido al de un escorpión que en el campo de batalla que estaba justo frente a nosotros sería muy útil. Acaricie sus escamas, la textura se sentía áspera pero demasiado espectacular como para pasarlo por alto, había simpatizado de lleno con aquel animal. Sabía que estaba agradecido de que lo hubiera liberado y que ahora podría confiar plenamente en el.

—Hey chico —susurre mientras lo acariciaba—. Creo que podrías ayudarme con algo, ¿puedo subirme en tu lomo?

Cuando aquella especie de dragón soltó un bufido amistoso y se acomodo para darme especio en su lomo, abriendo sus majestuosas alas supe de inmediato que aquel amiguito estaba listo para ir de caza. Y que era un poco invencible.