25. El mejor día

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Marie

Apreté los puños y me levanté. Algo que me prometí cuando era niña es que no lloraría por un hombre.

Paula entró a mi habitación sin avisar y yo me dí la vuelta rápidamente para quitarme los restos de lágrimas que quedaban bajo mis ojos.

-¿Señorita Marie?

-¿Si?

Tras asegurarme de que no quedaba nada, puse mi mejor sonrisa y me dí la vuelta. Paula llevaba su uniforme de cocina, me devolvió la sonrisa y miró al suelo durante un segundo.

-No se si se acuerda, pero hoy tendremos una visita importante. El señor Zayn vendrá...

¡Diablos! No sé que hubiera pasado si Paula no me lo hubiera recordado.

-Tendrá que vestirse formalmente y portarse adecuadamente. No queremos que usted ni ninguna de sus compañeras de vaya- finalizó.

Asentí y empecé a jugar con mis manos mientras observaba de reojo como la sirvienta miraba dentro de mi gran armario buscando el conjunto perfecto para la ocasión.

-¿No podré desayunar?- pregunto tímidamente.

-¿¡No a desayunado?! ¡Ya debería haber almorzado! - Paula se da la vuelta con rapidez y me mira con asombro.

-Lo siento.

Paula se quedó en silencio durante un momento, supongo que pensando lo que podría hacer.

-Baja a la cocina y bebe un vaso de leche fresca con unas galletas. Un desayuno rápido es lo único que te puedes permitir, ya son las 14:00. Yo seguiré eligiendo tu conjunto.

Asentí y bajé las escaleras sin mirar atrás. Juro que si me viene a la mente la imagen de Amanda y Harry... subo de nuevo a mi habitación.

Empecé a mirar dentro de la nevera con una mueca, solo había leche y normalmente los dias importantes hacen que se me revuelva el estómago.

Un vaso de zumo de naranja no estaría mal.

Saqué el bote de mantequilla. Quería tostadas, pero extrañamente no las quería con nutella.

Después de preparar mi zumo. empecé a poner la mantequilla sobre mis tostadas. Pero sentí unas manos en mi cintura.

-Hola, Mariposa.

Por el amor de dios, no te dés la vuelta.

-¿No me dices ni siquiera hola?

Cerré el bote de nutella y respiré hondo antes de dar media vuelta. El destino me lo estaba poniendo muy difícil.

-Hola.

Harry puso ambas manos alrededor de la mesa y me dejó atrapada entre sus brazos. Sus expresiones se volvieron serias.

-Tenemos que hablar.

Lo empujé y rápidamente cogí mi zumo de naranja. No quería escuchar lo que quería decir. Y por su tono de voz, sabía que sus pensamientos rondaban alrededor de una rubia llamada Amanda.

-Lo siento, tengo que ir a prepararme para el amo Zayn.

Bebí rápidamente mi zumo de naranja y lo dejé en el fregadero.

-Pero Marie...

-Lo siento Harry.

Sin dejarle terminar, cogí mis tostadas y subí las escaleras sin mirar atrás. Esto se estaba poniendo complicado, y ambos lo sabíamos.

Stockholm SyndromeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora