Camino rápidamente hacia la mansión y subo las escaleras al darme cuenta que él ha subido a la segunda planta.
Me detengo al momento de ver el pasillo oscuro, solo lo ilumina la luz de la luna que sale por mi cuarto.
Entro a mi habitación y cierro la puerta tras de mí sin encender la luz, porque sé que él prefiere la oscuridad.
La fría y temerosa oscuridad de la noche y el olor envidiado de la madrugada.
Me acerco hasta mi armario y me apoyo en él mientras observo Harry.
Mi señor.
—Marie, acercarte y siéntate a mi lado.
—No -niego con la mano-, así estoy bien, Señor.
Le sonrío pero me quedo congelada al ver cómo me mira fría y seriamente.
—No es una pregunta.
Miro mis manos entrelazadas en mi estómago y me acerco lentamente a su lado.
Sus ojos brillan con la luz de la luna.
—Quiero decirte... solo...-susurra y mira sus manos y luego al techo-, ¿he hecho algo malo?
Lo miro atentamente.
Sus emociones ya no me sorprenden como era habitual. Siempre es así, un momento enfadado, otro feliz y enérgico. El momento que me dijo "te quiero" pasa por mi mente pero lo olvido y vuelvo a mirar hacia él.
—Sí.
—Quiero decirte que soy el dueño de esta casa y el que manda, tengo obligaciones que hacer.
—Acostarte con las demás es tu única obligación al parecer.
Clavo fija mi mirada con la suya y veo como los suyos brillan.
—No lo entenderías, Marie.
—De acuerdo, muy bien...-suspiro y miro al suelo-, me parece genial que después de decirme que me querías te acostaras con Amanda.
—Marie.
Sigo mirando al suelo sin prestarle atención.
—Mírame.
Aprieto los ojos y subo poco a poco mi mirada hasta volver a estar frente a él.
—Y es la verdad, nunca te he mentido, te quiero.
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Stockholm Syndrome
RomanceMarie siempre a sido libre de hacer lo que quiera. A pasado toda su vida haciendo lo que quiere escapando de la vista de sus padres. Aunque tampoco es que fuera muy difícil por el simple hecho de que ambos trabajan dia y noche. Pero habrá un cambio...