Me encerré bajo las sábanas de mi cama durante horas.
Me sentía mal.
Él me hacía sentir así.
Llevo aquí desde hace casi dos semanas y no puedo sacármelo de la mente.
Su risa, sus ojos, sus preguntas... y lo que creí su amor.
Tantas palabras bonitas pueden desaparecer con solo una acción.
Y eso es lo que me ha pasado con Harry.
Después de todo, me mentía de alguna manera.
Pero, ¿qué digo?, me lo tendría que haber esperado.
Con todo el poder que tiene en la palma de su mano, ¿para qué me querría a mí?
Solo soy una chica al que el destino ha guiado hasta él.
Y él puede conseguir lo que le apetezca.
Enfadada, me levanto de la cama y observo desde mi ventana la oscuridad fría de la noche.
Ahora me encantaría tener un buen libro al que leer mientras miro el paisaje en mi ventana.
Miro la puerta, ideando una locura.
¿La fuente del jardín no parecía hasta buena para bañarse?
Pongo una sonrisa rebelde y elevo una ceja.
La locura hace de la vida más interesante.
Miro la hora de mi reloj, el que marca las 3 de la mañana.
Necesito diversión.
Bajo los escalones que dan a la planta baja y salgo de puntillas hasta la puerta.
La abro sigilosamente y me dirijo hasta la fuente.
Justo cuando la tengo delante, me quito los calcetines.
Observo detrás de mí las ventanas de las habitaciones.
Nada, todas cerradas y tapadas.
Me quito lentamente la camiseta y los pantalones hasta quedar en ropa interior.
Vuelvo a observar detrás de mí, por si las moscas.
Y, ahora sí, me sumerjo en el agua de la enorme fuente, la que tiene agua potable y muchos metros de ancho.
Después de empaparme el pelo, me dirijo más a dentro de ésta.
La temperatura no es mala para ser tan tarde.
¿Ese será su secreto?
Era... ¿Una especie de piscina hace años?
Algún día puede que lo sepa.
De repente, oigo unos pasos tras de mí.
-¿Qué haces?
Giro lentamente mi cuerpo hasta encontrarme con él.
Su mirada se fija en mí, sorprendido.
Y medio dormido.
-Nada, dar un paseo- digo sarcásticamente, ¿Qué estaría haciendo en una fuente a estas horas?
Harry se pone serio, pero sé que aguanta una sonrisa.
-Marie, deja de hacer tonterías.
Miro hacia el agua.
-Vete con Amanda, que ella te comprenderá mejor.
Él suspira.
-Mírame.
ESTÁS LEYENDO
Stockholm Syndrome
RomantizmMarie siempre a sido libre de hacer lo que quiera. A pasado toda su vida haciendo lo que quiere escapando de la vista de sus padres. Aunque tampoco es que fuera muy difícil por el simple hecho de que ambos trabajan dia y noche. Pero habrá un cambio...