Nota #41

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10 junio 2015.



— ¡Se supone que teníamos que darle un susto, no secuestrarla la idiota! — Se escuchó una voz tan áspera y tosca por la amplia bodega donde se encontraban aproximadamente unas veinte personas. Era tan grande que el eco de las voces retumbaban por las paredes.

— ¿Y que se supone que debía hacer? ¡Ella no entiende por las buenas, pues toca por a las malas Mo! — Espeta a la defensiva una voz chillona casi pareciéndose a la de una mujer. 

Eider a los minutos recobró lo poco de sus cinco sentidos y un dolor en su cuerpo hizo que hiciera una mueca del dolor. Bajó su mirada y enseguida maldijo al notar que sus manos estaban encadenadas, sus pies también lo estaban. Los calambres que ella había estado teniendo se multiplicaron en un dos por tres. Gruñó frustrada mente, Intentó zafarse pero fue un caso perdido ya que mientras ella jalaba, la fría y pesada cadena le lastimaba más de lo que estaba haciendo.

—Ni lo intentes rubia. —le dice una voz femenina desde alguna parte de la oscura bodega. Todo era muy borroso y oscuro. 

— ¡Oh, ya despertó! —exclamó la voz chillona. No estaba segura si era una mujer o un hombre quien hablabla, hasta el momento Eider ya había identificado dos voces. Ella se mantiene intacta en su lugar sin hacer algún ruido excepto la respiración incontrolable, inhala y exhala. Se dice así misma que todo irá a estar bien, nada malo le sucederá y muy pronto saldría de allí. 

—Dormiste más de lo que pensé. —murmura lentamente y cuando menos se lo esperan las luces de aquella bodega se intensifican radiantemente. — ¡Joder! ¡¿Quién ha prendido la jodida luz de mierda?!

Nadie le contesta. Eider lo escanea rápidamente. Un chico, no muy alto, cabello azabache sucio y desordenado. Tez blanca, ojos azules. Nariz delgada y dientes filosos

El chico sintió de repente la mirada de aquella chica desorientada y este le sonrió maliciosamente.

— ¿Se te perdió algo?

— ¿Dónde estoy? —le pregunta Eider al desconocido.

— Lejos de casa. —le contesta vagamente. —Muy lejos

— ¿Quién eres?

— Alguien sin importancia.

— Ajá.

— ¿Sabes que esto es más allá de lo que Saúl había mandado a hacer? — cuestiona Mo. Eider buscó el dueño de la voz, se topó con un hombre alto, musculoso y barbado. Era de mediana edad, estaba (suponía) entre sus veinte y tantos.

— ¿A mí qué? —El chico hace una pausa y patea ligeramente una caja que se encuentra cerca de él.

— ¿Qué ya olvidaste como son las cosas aquí? —Mo se cruza de brazos. Eso hace estremecer a Eider.

—Sigo aquí. — se remueve en el piso haciendo tintinear las cadenas. Una leve picasón comienza avecinarse entre sus ojos. Ella vuelve a removerse en el suelo como un gusano, es un caso perdido ya que el dolor empeoraba cada vez más. Estaba atrapada.

— Esto ha sobrepasado los límites Kendall. —susurra Mo.

— Tengo mis motivos para hacerlo. —El se encoje de hombros y su vista viaja hasta la de Eider. — Deberíamos matar el tiempo. —Comentó Kendall — Haciendo algo divertido.

— ¡Yo me les uno! —grita la misma voz femenina que hace poco le había hablado a Eider. — Yo digo que le cortemos su asqueroso y perfecto cabello. —propone la pelirroja. —No sé que le vio, es decir, las pelirrojas estamos más buenas y una niña de casa, no. 

Eider ahoga un grito. 

— Ñoñerías. —bufa Mo y se aleja sin decir nada más. —Ustedes dos deberían madurar y superar a Johnson. 

— También podríamos darle unos cuantos golpes. —añade una nueva voz. Era otro chico, pareciese tener catorce porque su pubertad lo delataba. Era una pena porque Eider viese poco, ya que la luz estaba sofocando sus ojos, a duras penas, distinguía las voces. 

— ¿Alguien más tiene algo que proponer para jugar con la rubia de acá? —Kendall alzó la voz hacía los ddemás

— ¿Algo que quieras decir a tu favor rubia teñida? 

—Vayansen.Al.Diablo. —gruñe como una fiera.—Se arrepentirán y para aclarar, soy rubia natural.

— ¡Que comience el juego! —Kendall aplaude y Eider ruega a Dios, al cielo y a la vida que quien sea que fuese viniese por ella para salir lo antes posible de allí.


...

— ¡NO! ¡DEJEN ME EN PAZ! ¡ALEJANSEN! —Era la quinta vez que Eider tenía una pesadilla. Pues está se levantó sudorosa y agitada. Kim apareció adormilada en el marco de su puerta inspeccionando que su hermana estuviera bien.

— ¿Otra pesadilla? —pregunta sin ganas. Kim había pescado un resfriado y el mal estar cada vez iba en peor.

Eider asiente en respuesta.

—Mamá te dejó estos medicamentos para que puedas dormir mejor. —su hermana bosteza señalando el empaque encima de su mesita de noche. — Haz estado distante desde que estuviste con Joe en su casa... ¿Que ocurre?

— ¿Qué? ¿A que te refieres? —Es lo que dice Eider. Pues Kim estaba tan distraída que ni atención prestó a las cientos de preguntas que su hermana le estaba haciendo.

— Como sea, Joe vino hoy a dejarte esto. —Le entrega la pequeña nota— No quiero ser insistente pero necesito que te tomes ese medicamento, llevo horas estudiando para un examen final y esta gripe está acabando con mi energía. —Ella achica sus ojos y vuelve a bostezar— Se una buena chica ¿Quieres? Yo ya me tome los medicamentos así que te toca a ti.

Kim le da un apretón de manos y sale de la habitación perezosamente para así terminar lo antes posible y caer gustosamente en su amplia y cómoda cama.

Eider con la nota en sus manos la abre sin pensarlo. Y entonces ella sabe que esas pesadillas que estuvo teniendo fueron reales, tenía fragmentos borrosos, uno que otro pero en su memoria todo estaba revuelto y confuso pero de algo si estuvo segura es que lo que soñó fue un simple recuerdo de su atroz secuestro fallido.



<< Sé que te debo muchas explicaciones así que espero dártelas lo antes posible. Nos vemos cuando te mejores att: Joe >>






Mi Acosador Secreto | PRIMERA PARTE ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora