¿Incomodidad, qué es eso? | PARTE 1.

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Eider.

Los labios de Nathan se movían al compás rítmico con los míos, era como si siguiéramos las pautas moderadamente de una sinfonía. Debo admitir que:
1) Me volví adicta a sus besos
2) No me quiero separar de él.
Su mano explora una parte de abdomen. Me estremezco al sentir su tacto justo allí. Poco a poco sube pidiendo permiso. Trato de no morir al sentir todas estas sensaciones tan excitantes en mi cuerpo. Es algo que no puedo negar que me gusta y él de verdad que lo está haciendo muy bien como para que se sienta mi desesperación en arrancarle su ropa.

Arqueo mi espalda y tomo el control del beso, el beso se hace cada vez más profundo y delicioso. Es una suerte que no haya nadie en casa, porque cualquiera pensaría que nosotros...bueno, ustedes ya saben. Jugueteo con sus mechones de su desordenado cabello rubio y poco a poco recargo mis manos en sus hombros. Puedo jurar que mis mejillas están tan rojas porque en estos instantes todo mi cuerpo se siente caliente, mi corazón palpita más de lo normal y mi sangre literalmente arde y vaya que esto es nuevo.
No se sentía tan bien, no recuerdo sentido estas sensaciones con Frederick. De hecho, no sentí nada, o bueno, sentí como una parte de mis ovarios se entumecían y ni hablar del desastre en las sabanas. Fue la peor experiencia sexual de mi vida. Nosotros... Simplemente estábamos haciendo esto con tanta paciencia, lentitud y calma
Me desesperaba.
Había estado tan sumergida en mis pensamientos que no había notado mi sujetador estaba a un lado de la cama.
Nathan sonreía complacido y pícaro yo rodee los ojos y al momento en que reaccione comencé a reír como una tonta.

— Dámelo, ya— dije entre jadeos
— No y si intentas quitármelo otra prenda tuya caerá en mis manos.
— ¡Jah! — me tiré encima de él en sus hombros y después de tantos intentos fallidos en quitarle su camisa. Al fin escucho como los botones de su camisa negra se rompen

— ¡Oye! Esa era mi favorita
— Y yo quiero mi sujetador.
— Aunque hayas estropeado mi camisa favorita no te lo voy a dar, de hecho, te iba a devolver él Brazier a cambio de un beso, pero ahora obtenerlo se puso peor para ti.
— Te compraré todas las camisas que quieras, pero ya por favor pasármelo antes de que papá llegue y lo note.

Para mi mala suerte se escuchó la puerta principal abrir. Maldigo por lo bajo, me asomo rápidamente por la ventana y veo el auto de mi padre estacionado.
¡Rayos! ¿Podría ser yo la persona más salada en este planeta tierra? No lo creo, pero de todas formas esto sin duda me puso de mal humor.

— ¡Ya ponte la camisa! — le exigí a Nathan de mala gana. — ¡Ahora mismo! — endurecí mi voz. Nathan paró de reír y poco a poco se fue re acomodando su pantalón. — ¡Quédate aquí! Y no intentes robar otras de mis bragas. — lo mire seriamente. Aproveche que estaba distraído y tome mi Brazier sin que él se diera cuenta. Él alzó su vista hacía mí y sonrió de oreja a oreja —Ni creas que no me di cuenta así que no lo hagas porque sabes que no te conviene hacerlo. ¿Oíste?

No le di tiempo en responder, fui al baño y me puse el brazier de manera olímpica. Me peiné mi cabello con los dedos. Antes de bajar, me cerciore en que Nathan se hubiese puesto ya la camisa. Me asomé por el marcó de la puerta y el gruñó.

— ¿Todo en orden? —susurro.
— ¿De casualidad tienes hilo y aguja que me prestes? —ignoró por completo mi pregunta y dijo frustradamente mientras reacomodaba los botones de su camisa negra. Le señalé en dirección a una de las mesitas de noche. Me picó la intriga en saber por un momento si él en verdad sabía cocer. Así que solté lo más casual la pregunta.

—Algo así. —me responde
—Interesante. —Salgo de la habitación y me echo un vistazo de pies a cabeza frente al espejo del pasillo. Mis mejillas estaban más rojas de lo normal, mi cabello aún seguía esponjado y mi vestido estaba algo arrugado. Espero y ojalá papá no sé de cuenta.

Mi Acosador Secreto | PRIMERA PARTE ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora