Nota #69

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04 octubre 2015.

— ¿Te puedo preguntar algo? —Preguntó Eider con la vista hacia al frente. Recargó sus brazos en el barandal del balcón y esperó pacientemente la respuesta de Nathan. Juntos observaban el oscuro cielo estrellado. La brisa chocó con el pelo de Eider y esta frustradamente re acomodo su cabello por enésima vez, aunque admitía que la brisa era relajante y fresca. Cada vez que el viento venia hacia ella por un momento se sentía como esas súper modelos cuando su cabello se movía sensualmente en el aire. Pero la cuestión era que el viento era tan fuerte, que tenía todo su pelo en la cara. A penas podía ver si quiera el panorama. Pensó en recogerse el cabello, pero entonces recordó que su última goma para el cabello, se le había extraviado.

—Adelante. —Él le hizo una seña con sus manos para que prosiguiera.
— ¿Qué fue lo que te impulsó en acercarte hacia a mí a través de las notas? —Habló lentamente. Ella estaba nerviosa e incluso temía haberse escuchado desesperada. Era una de las cuantas preguntas que últimamente no la dejaban en paz.
—Tobías. —Contestó en voz baja— Él me ayudó.
— ¿Tu hermano? —Eider pareció impactada
— ¿Pues quien más iba hacer? —Se giró bruscamente para encararla—Fue un gesto que jamás pensé recibir de él.
— ¿Te refieres a dándote consejos sobre una chica?
—Algo así. —Ladeó su cabeza desparramando su alborotado y ondulado cabello rubio— Nunca lo había visto tan desesperado en que yo consiguiera una chica. Yo estaba lo más de desocupado observándote, la mayor parte era en tu clase de educación física. —sonrió pícaramente— Y era bastante entretenido verte hacer ejercicio.
—Sí... tu primera nota me lo hizo saber. —Ella se ruborizó al recordarlo.
—No tenía intenciones en hablarte. Simplemente era un espectador más hasta que Tobías me descubrió haciéndote una nota. Hubieras visto la expresión en su cara cuando la leyó. Estuvo toda la bendita semana molestándome, pero cuando le dije quien eras, un silbido de aprobación salió de su boca. Las notas se me hicieron una costumbre. Escribía y escribía, pero luego terminaban en la basura. Estaba ansioso de cómo podrías reaccionar ante el hecho de sentirte acosada. Porque, bueno, no es cómodo que alguien lleve un buen rato observándote desde un árbol con sus binoculares o que tuviera que hacer hasta lo imposible para que tu identidad no se pusiera en riesgo.

>>No sabes cuantas veces estuve a punto de hablarte en persona. Estuve a esto. —junto su pulgar con su dedo índice, haciendo un ademan de una porción pequeña. —Era una tortura, de verdad. No lo hacía a propósito, porque no tenía miedo de que mi apariencia no te gustará, es decir, mírame, soy hermoso. —hizo una pose coqueta. Ambos rieron. —Mi miedo era que ellos supieran de ti. —se despeino un poco el cabello—No sabes lo complicado que es lidiar con ellos, son personas con las que tú no puedes bromear o jugar. —Hizo una pausa— Y me fue exasperante saber que ellos sabían de ti, la forma en la que te empezaron a amenazar y luego el tremendo trauma que te tuvieron que dejar.
—Aún tengo pesadillas. —Eider llevo sus dos manos a su larga cabellera rubia. Lo alisó por un largo rato hasta que Nathan volvió a tomar la palabra.
—Cualquiera las tendría, créeme. —Nathan rodeo los hombros de Eider. —Traté de alejarme, estuve a punto de irme de la ciudad hasta que Joe me dijo lo del francés de mierda.
—Se llama Ryder. —Eider rodo sus verdosos ojos mientras negaba con su cabeza. —Todo fue un malentendido y tú simplemente ¡Boom! Apareciste de improvisto, Scarlett te golpeó y no puedo creer que hayas hecho llorar a Ryder.
—Es muy sensible, no sé si lo hayas notado. Pero cuando alguien quiere reclamar algo que no le es de su propiedad, ahí estoy yo luchando por quien me importa.

Eider sonrió tontamente. Nathan también lo hizo. Tenía unos increíbles hoyuelos, la hacían morir de ternura al ver los dos huequitos en sus dos mejillas. Tuvo un pensamiento carnívoro al querer morder sus mejillas, sin embargo, desechó todo impulso salvaje.

—En ese caso, de algo que no me arrepiento fue haberte acosado.
—Lo seguirás haciendo ¿verdad?

La sonrisa traviesa en el rostro de Nathan fue su respuesta. Él se le acercó poco a poco. Eider no se tomó la molestia en separarse, incluso ella también poco a poco se inclinó hacia al frente. Nathan desvió sus labios hasta el oído de Eider y susurró lentamente: —Te acoso desde hace unos años atrás.
Se separó lentamente de ella y cuando vio la expresión de sorpresa en la cara de Eider. Le guiñó el ojo.

—No sé si lo recuerdes, pero fue admirable ver a una niña de... ¿Diez años? Hacerse una curación en su rodilla mientras se maldecía por lo torpe que había sido en no haberse mantenido recta con la bicicleta.

La boca de Eider se abrió como una O mayúscula. Tal vez, tenía muy pocos recuerdos de su infancia, pero ese sin duda lo recordaba perfectamente.

Mi Acosador Secreto | PRIMERA PARTE ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora