Capítulo 23

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Pero pasado un rato, cuando llegaba al parquin del hotel pudo comprender que su encierro en su dormitorio para meditar no iba a efectuarse al momento. Junto a uno de los otros Ferraris, se hallaba Jaimie apoyada en su maletero. Un leve vistazo a su rostro cuando pasó justo por su lado, le confirmaba que se hallaba sufriendo como él. Pero es lo que le tocaba, probar un poco de su propio veneno. Con gran pesar, desconectó el vehículo y se bajó de él para acercarse a ella. Tenía el rostro inclinado hacia abajo, pero aún así pudo verle las lágrimas que brotaban de sus ojos.

La amaba. El impulso que sentía de acercarse a ella y rodearla con sus brazos, para que dejara de llorar se lo confirmaba... Pero estaba muy dolido. Y por el momento, aquello le impedía mostrar cualquier vestigio de ese amor.

Se detuvo enfrente de ella mirándola en silencio por unos segundos. Al ver que no tenía valor de hablar, resopló al tiempo que daba un paso en dirección al ascensor. Pero paró de inmediato al notar el agarre de ella en su brazo izquierdo a la altura de su codo. Mirando por encima de su hombro, observó que ella seguía llorando con la vista al suelo.

-Espera por favor... -Logró decir apenas en un hilo audible.

-A qué Jaimie... -Soltó con voz dura y desviando la vista al frente-. La verdad, no tengo ganas de escuchar tus pobres excusas.

-Santino –Alzó sus ojos hacia él, para descubrir que no se molestaba en mirarla siquiera.

-No estoy de humor para ello –Soltándose de su agarre con un tirón seco, siguió hablando con sarcasmo-. Y no se cuando lo estaré para ti –Dijo para después emplear cierta ironía en las siguientes palabras-. Tal vez decida hablarte en unos cinco años – Y emprendiendo la marcha hacia el ascensor, dejó allí a la joven completamente destrozada.

Todos comenzaban ha llegar al circuito. Apenas quedaban tres días para el comienzo del campeonato. Su tío, frunció el ceño al verla allí con el mono puesto y dispuesta a ensuciarse las manos. Cosa que tampoco pasó desapercibida para el resto de los chicos del equipo. Pero viendo que no lucía sonrisa alguna, ninguno se acercó a ella ha comentar nada. Solo aceptaron órdenes y se pusieron a trabajar.

No había dormido nada, había estado la noche entera llorando y culpándose de estar en aquella situación. No paraba de escuchar las palabras de Santino, haciendo referencia a un largo tiempo de espera. Seguramente el mismo que hacia que tenía en su poder la carta dorada. Tendría que intentar de hablar con él y decirle que aquello no era exacto del todo... En verdad, se había enterado de su identidad aquel mismo verano. Pero tampoco era excusa alguna.

La verdad, es que empezara por donde empezara, él tenía razón en su enfado. Pero un poco injusto sí que era. Acaso no tenía ella también un poco de razón, al dudar un poco sobre aquellas malditas cartas. ¿Es qué estaba castigado el ser un poco escéptica?

En unas horas, le tocaba aparecer a los pilotos por allí para ultimar los ajustes realizados. De aparecer seguro que lo haría, pero no creía que se acercara a charlar con ella. Tampoco sabía si iba a ser capaz de aguantar allí y aceptar, la indiferencia por parte de él. ¿Y quién no le decía, que lo mejor era estar un poco apartada por la concentración de él? Una cosa estaba clara, y era que lo había estropeado todo muy bien con su estupidez.

-¿Estas bien Jaimie? –Preguntó Sergei apareciendo junto a ella con dos envases de cafés con elche, para entregarle uno a ella.

-Gracias –Aceptó con ganas, dando un buen trago al suyo-. Supongo que con el tiempo sí –Se encogió de hombros-. Dame quince minutos y marchamos hacia los mercedes.

Era lo mejor. Quedarse un poco apartada por el momento. No quería interferir a pocos días de la carrera. Rondaría cerca por lo que pudiera surgir, pero nada más. ¿Y qué mejor, que meter la cabeza en los C-111, para no darle más vueltas al asunto? Solo debía aguantar tres días. Después, podría probar de hablar con él. Puede que su enfado anduviera mejor y la escuchara... Setenta y dos horas trabajando, pasaban volando ¿No?

Ocultándose Al Amor  COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora