Capitulo 6

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Estaba un poco indecisa del camino a tomar, para ir hacia el dormitorio de su tío. Aún no se había recuperado de la fuerte impresión al toparse con Santino. Y su temor aún podía hacerse realidad. Él podía estar también hospedado en aquel hotel, como el noventa por ciento de los pilotos que competían. Muy pocos, lo habían hecho en otro lugar.

Pero tampoco podía estar el resto del día escondiéndose por las esquinas. Sabía que tarde o temprano, trataría cara a cara con él. Oh no, según los pilotos que pusieran a su disposición. Aún tenía una mínima posibilidad de poder librarse de tener un trato directo y diario con él. Y solo sería de vista. Ahora, solo esperaba que cuando se vieran cara a cara, no la reconociera. Que también era difícil, pues llevaba el casco de la moto... Pero ya no sabía que pensar, pues nada estaba yendo como tenía planeado.

En un último momento, decidió ir por la zona de la piscina. Sabía de sobras que a la hora de comer, se hallaría completamente solitaria. Es por ello, que había ido aquella mañana en busca de una librería que tuviera alguna novela en inglés o francés. Quería poder disfrutar de ella, tumbada en una cómoda tumbona en sus ratos libres y también, cogería un fabuloso bronceado.

El que anduviera un poco sumergida en sus cavilaciones, no le fue ningún impedimento para que notara la presencia de dos personas que iban en dirección hacia ella. Alzó la mirada, para detener sus pasos presa de terror. ¡Era Santino y su compañero! Los dos iban enfrascados en una conversación que aún no habían reparado en su presencia. ¡Pero lo harían! Pasarían uno al lado del otro, separados por apenas medio metro a lo sumo. Y es cuando notarían que ella estaba allí. ¿Qué podía hacer? Sí salía corriendo, también llamaría la atención. Por favor, comenzaba a notar sus pulsaciones más aceleradas de lo acostumbrado. Volvía a sentir lo mismo que sintió antes en el semáforo. ¡No estaba preparada! No, aún no había aceptado que el destino le hiciera aquello... Miró a su alrededor, comprendiendo que solo quedaba una opción. No le gustaba mucho ciertamente, pensó con cierto fastidio al tiempo que se lanzaba sin pensárselo dos veces al agua completamente vestida y rezando, por que diera resultado aquella idiotez.

Un movimiento enfrente de él captó toda su atención justo a tiempo de poder ver como el cuerpo de una joven caía dentro del agua. Eso, en el recinto de una piscina no era extraño. Pero no, si la persona en cuestión lo hacía con la ropa y zapatos puestos. Y lo curioso, aquel cosquilleo que sintió por su cuerpo al ver aquel cuerpo, aquel cabello... Ni dos segundos tardó en dejar a su compañero y amigo con la palabra en la boca al trotar hacia el borde del agua y lanzarse de cabeza tras haberse quitado los zapatos.

Unos fuertes brazos masculinos alrededor de su cintura la impulsaban ha salir hacia la superficie, y fue lo que la obligó a soltarse del fondo de la escalerilla. Después, se encontró izada con poca delicadeza por otros brazos masculinos.

-La tengo... -Señaló Sandro con cierta preocupación y asombro en la voz-. ¿Qué ha ocurrido? ¿Un desmayo por el calor? –Preguntó tumbándola en el suelo sin fijarse si estaba consciente, solo observaba a su amigo-. No se dar el beso de la vida. ¿Tú sí?

-¡No hace falta! –Respondió con cierta brusquedad utilizando algo de italiano que sabía y luchando por zafarse de los brazos de él, callándose veloz al apartarse el cabello de los ojos que se le había soltado de la trenza, para toparse con la mirada curiosa de Santino. ¡Dios que ojazos! Gimió para sí misma, al verlo allí apenas a menos de medio metro y completamente empapado.

-Disculpa, pensé que te habías desmayado –Se disculpó Sandro un tanto confundido, al ver como Santino mostraba una sonrisa en su cara. Allí ocurría algo y se lo estaba perdiendo.

-Hola de nuevo –Habló Santino-. ¿Siempre tienes estos impulsos suicidas? –Preguntó divertido y alzando una ceja.

-Resulta que me resbalé –Mintió empleando un tono tosco-. Y que yo sepa, no le conozco de anteriormente para que señale una barbaridad como esa –Se puso en pie-. Pero de todos modos, gracias por lanzarse a mi rescate.

-No hay de qué –Se puso también en pie extendiendo su mano-. Me llamo Santino, soy el que provocó tu anterior intento de suicidio con la moto.

-Mucho gusto –Ignoró su mano. No podía arriesgarse a tocarlo. ¿Y si sentían alguna cosa extraña por ello? Ya no se fiaba para nada del poder de aquellas malditas cartas doradas-. Pero creo que se confunde con otra persona –Señaló algo nerviosa y alejándose.- Hasta luego –Se despidió con un movimiento de cabeza, para volver tras sus pasos y poder cambiarse de ropa.

-¿Debo suponer que esa insistencia, es debido a que es la chica en cuestión? –Preguntó un Sandro divertido ante lo que había ocurrido allí-. No es por nada, pero es la primera vez que veo que te rechacen.

-Sí, es ella... -Se quedó mirando por donde ella había desaparecido-. Mi chica de la moto.

-La que crees que es tu media naranja –Indicó pensativo-. No es por llevarte la contraria –Soltó un profundo suspiro-. Pero no es que estuviera muy encandilada por tu masculinidad... Bueno... -Carraspeó un poco-. Se supone, que se nota cuando encuentras a la persona que ha grabado la carta para ti...

-Y es lo que sentí hoy, Sandro –Lo interrumpió con buen humor-. Todo a su tiempo. Hay esperanzas... -Le palmeó la espalda-. No viste que ni me rozó la mano, ni dijo su nombre...

-Yo no entiendo nada, espero que tu si... –Se alzó de hombros el hombre-. Solo se que tengo hambre y tu estas empapadado, con ganas de ir tras ella... -Rió.

-¿Crees que sería mala idea? –Levantó con duda una ceja.

-No creo que le haga mucha gracia –Volvió a reírse-. Si resulta ser ella, no niego que el destino ha tenido buen gusto para ti. ¿Pero creí que era francesa?

-¿No notaste cierto acento en su italiano? –Guiñó un ojo Santino, emprendiendo la marcha con un silbido alegre hacia su dormitorio para cambiarse la muda que llevaba.

Sus pulsaciones ya no silbaban en sus oídos. Ella estaba bien, iba de camino a su dormitorio sin daño alguno. Iban dos veces ya, que en el mismo día le había exaltado el corazón. Y dos veces que huía de él... Quizás resultaba ser una joven de carácter tímido. Tampoco la veía muy mayor. ¿Cuántos años tendría? Como mucho le ponía unos veinte cinco. Sonrió un poco al volver a recordar todo lo sucedido, tras ver como algo había caído al agua. Algo había sentido en su interior, presenciando que era ella... Y muerto de miedo se había lanzado al agua, para observar con cierta rapidez que ella se hallaba bien quietecita en el fondo de la piscina. ¿Se había lanzado al agua para no ser vista?

Todo aquello era un poco extraño, no lo negaba. Y no pensaba contarle mucho a su amigo. Lo único que lograría con ello, sería volverse más loco. Tenía que averiguar muchas cosas de por que aquella actitud. La reacción de su cuerpo, le decía que tenía razón. Aquella bella joven, significaba algo para él. Solo que por el momento resultaba ser todo un poco rehuidizo.

Ocultándose Al Amor  COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora