Capítulo 4

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Llamé nuevamente a mis padres por la mañana, pero esta vez finalmente respondieron. Les dije que me había quedado a dormir en casa de una amiga, me disculpé por no habérselos dicho antes y colgué el teléfono.

Extendí el aparato hacia Klaus, sentado en la barra de la cocina frente a mí. A pesar de la horrible noche que había tenido, me sentía bastante animada. No tenía ninguna molestia física, y luego de días largos y confusos, al fin me sentía completamente cuerda.

—Gracias... Por lo de anoche.

Llevábamos un rato sentados allí, en silencio, y sabía que debía de romperlo en algún momento u otro.

Anoche, Klaus fue por mí tan pronto cuanto recibió mi llamado. Me llevó hasta a su casa, me dejó dormir en una de las cuantas habitaciones de allí, y todo eso sin ningún cruel comentario del estilo Klaus. Agradecerle era lo menos que podía hacer.

Mientras el oji-azul mantenía la vista fija en su vaso, llevé una mano a mi bolsillo para asegurarme que el frasquito que Marcel me dio seguía allí. Verbena.

No tenía idea de qué era, pero para algo debía servir. Por la noche, cuando Klaus me dijo que me tranquilizara... Siempre que cualquiera de los Mikaelson me miraba fijo de esa forma y me ordenaba algo, una gran confusión inundaba mi cerebro y no podía rehusarme a su voluntad.

Pero anoche fue distinto.

—Te necesito viva. Muerta, no serías más que una pérdida de tiempo —respondió, como si el ayudarme no hubiera sido más que un trámite para él.

—Aún así, gracias. No tenías por qué hacerlo.

Metió el teléfono en su bolsillo y se incorporó. Me observó unos segundos, alternando la vista entre lo que quedaba de mi desayuno y yo, que debía tener una pinta bastante desagradable.

—Termina tu desayuno, necesitas mantenerte fuerte —me pidió, abriéndose camino hacia la salida de la cocina. Antes de desaparecer por completo del lugar, se giró hacia mí y agregó—. Tengo que arreglar algunas cosas con Marcel, pero Rebekah llegará en cualquier momento. Intenta no meterte en problemas, ¿de acuerdo? Yo volveré pronto. Y, hagas lo que hagas, no te alejes de nosotros.

Asentí, aunque no podía estar muy segura al respecto. Meterme en problemas parecía ser mi nuevo hobby. En cuanto a permanecer cerca de ellos, no tenía de qué preocuparse; volver a casa ya no me hacía tanto atractivo: mis padres trabajarían todo el día, y la idea de estar sola allí me hacía sentir vulnerable.

Terminé el desayuno que una de las empleadas de la casa me había preparado mientras reorganizaba mis ideas.

Klaus dijo que iría a "arreglar algunas cosas con Marcel", lo que significaba que se conocían.

Marcel me dijo que no confíe en los Mikaelson, pero eso no podía evitarlo. Había algo en ellos que me hacía sentir atraída, incapaz de alejarme, como si ellos fueran metal y yo un imán.

Pero si de algo estaba segura era de que los Mikaelson ocultaban un secreto, uno que no estaban dispuestos a contarme. Estaba harta de solo oír la mitad de la historia.

Sin embargo, había algo en medio de todo ese lío que me hacía sentir a salvo. Sea lo que sea que estuviera sucediendo, yo no tenía nada que ver allí. Había muchas cosas de las que estaba comenzando a dudad, pero mi identidad no era una de ellas.

Por otro lado también estaban mis padres, actuando de forma más extraña de lo usual. Varias veces los había pillado hablando a escondidas; cuando notaban mi presencia, no tardaban en guardar silencio y cambiar de tema.

Milènium | The Originals [Klaus/Elijah]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora