Capítulo 14

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La frustración invadía cada parte de mi cuerpo de una manera insoportable. Me encontraba en uno de esos momentos en los que te sientes imponente, tu sentido común se nubla y solo quieres romper todo aquello que se encuentre a tu alrededor.

-¡Concéntrate!-me reprendió Sarah, en un tono algo severo.

-¡Llevamos haciendo esto por horas!-exclamé, rindiéndome.

Debería haber asumido la realidad de la situación y rendirme hacía un par de horas, pero me negaba a hacerlo... Hasta ahora.

-No lo entiendo-dijo la morena, más para ella misma que para mí-Los Mikaelson no se equivocaron en absoluto, tienes un poder increíble... No entiendo por qué no eres capaz de hacer un simple hechizo de levitación.

Me senté sobre uno de los banquitos detrás del mostrador de la tienda, pasando las manos por mi cabello en un intento por tranquilizarme.

Llevábamos ahí más tiempo del que me gustaría admitir; Sarah había sido la primera persona a la cual recurrí cuando Klaus me rechazó, pero quizás me había equivocado.

Después de todo, ¿por qué querría ella ayudarme? Todas las brujas de Nueva Orleans debían odiarme luego de lo sucedido en la fiesta, la forma en que huí cual bambi asustado.

Y, si eso no funcionó, siempre podíamos remontarnos a cuando Elijah las amenazó para conseguir mi sangre.

La cual, claro, se negaron a entregar.

-¿Por qué está ayudándome?-le pregunté, alzando la vista. Me obligué a mantener el contacto visual, para dificultarle la tarea de mentirme.

-Porque estamos en el mismo lado, Annie, aunque aún no lo hayas notado.

¿Lo estábamos? De alguna u otra forma, por razones que incluso yo desconocía, los Mikaelson me habían ganado; yo estaba de su lado. Por otro lado estaba Marcel y, por último, las brujas.

-Yo no estoy en ningún bando-dije, no muy segura.

Los Mikaelson estaban intentando arrebatar la ciudad de las manos de Marcel, al igual que las brujas. Probablemente los Hombres Lobos no tardarían en hacer su aparición.

Quizás podría estar del lado de los humanos, quienes llevaban décadas conformándose con el trozo más pequeño del pastel.

La mera idea sonaba patética, ¿qué podía llegar a hacer yo frente a Marcel y sus hombres, las brujas, o incluso los mismos Mikaelson?

-Yo solo...-balbuceé, con la voz algo aguda-Yo ni siquiera sé qué estoy haciendo en medio de todo esto-admití finalmente.

Esa era la cruda verdad. ¿Qué estaba haciendo yo en medio de toda aquella locura? Brujas, vampiros... ¿Por qué no me había alejado cuando aún tenía la oportunidad?

Oh, cierto. Los Mikaelson me atraían de una manera tan particular que se me era imposible resistir. Me sentía adherida a ellos cual imán.

-Oh, no llores, cielo-me pidió Sarah, con dulzura. Hasta ese entonces yo ni siquiera había notado aquellas lágrimas que recorrían mis mejillas.-No tienes que martirizarte con toda esa clase de preguntas en este momento.

Torturarme con preguntas de todo tipo cuya respuesta rara vez conocía era algo así como mi hobbie, aunque ella no lo sabía.

-Eres joven, fuerte y bonita. Haz lo que se te de la gana; pensar en las consecuencias es aburrido.-Ese debía ser el peor consejo de la historia, pero me reconfortó.

Milènium | The Originals [Klaus/Elijah]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora