Nunca me consideré a mí misma como una persona valiente, una heroína de brillante armadura siempre lista para darle una paliza a los villanos y salvar el día.
Por el contrario, me veía más como alguien diplomática y pacífica, dispuesta a hablar civilizadamente y ceder tanto como fuera posible para evitar problemas; una cobarde que temblaba ante el peligro, represente éste una amenaza o no.
Pero, ¿realmente importaba la forma en que me veía a mí misma cuando, llegado el momento de actuar, mis acciones hablaban por sí solas antes de que mi cerebro llegase a procesar lo sucedido?
Esa noche, un rato antes de que medianoche llegara, me despedí de mis tres Originales favoritos, pidiéndoles repetidas veces que se portaran bien y que tuvieran cuidado.
Antes de ir a dormir, me aseguré de trabar todas las puertas y ventanas de la mansión y finalmente me deslicé entre las sábanas de seda y los edredones de plumas, concibiendo el sueño en cuestión de minutos.
Me sentía tranquila, tal vez incluso feliz. El curso de mi vida se enderezaba más y más con el pasar de los días. Sabía la verdad, la completa y absoluta verdad, y la ausencia de los Mikaelson en la casa y de Marcel y sus hombres en la ciudad no arruinarían esa paz para mí.
Podía cuidar de mí misma, lo sabía a la perfección, lo había probado con anterioridad, y nadie podría arrebatar aquel conocimiento de mí. Por primera vez en mucho tiempo, me sentía conforme y feliz conmigo mismo, cómoda en mi propia piel.
"La Bruja más poderosa del mundo", pensé, justo antes de dormir, "Nada mal, Annie."
Horas más tarde, cuando el reloj al final del pasillo estaba por marcar las tres a.m, mi celular comenzó a sonar, extraviado entre los edredones, rompiendo el profundo silencio de la noche.
Di un bote, algo abatida por la brusca forma en que fui arrastrada de entre las garras de Morfeo, y con el corazón en la boca tanteé la cama a ciegas hasta dar con mi celular, ya mentalmente preparada para saltar de la cama y correr hacia el Pantano si los Mikaelson me necesitaban.
Sin embargo, no era el número de Elijah, Rebekah, o Klaus; no era el número de nadie que conociera. Con la vista algo nublada y mi cabeza dando vueltas por la confusión, respondí, y una voz al otro lado de la línea que me resultó aterradoramente conocida habló, sin darme tiempo a pronunciar palabra alguna:
—Galesburg 262. Ven sola, o Serena morirá.
Antes de tener el tiempo suficiente para intentar reconocer a quién le pertenecía aquella voz, cortaron la comunicación.
Y entonces, contra todo pronóstico, no dejé que el miedo me paralizara; no se lo permití. No permanecí entre las sábanas, temblando de miedo, preguntándome si lograría sobrevivir a lo que sea que se hubiera planeado en mi contra. No me quedé de pie frente a la puerta por largos minutos, ideando insulsas y desesperadas estrategias que lograran zafarme de tan poco prometedora situación. No cogí el móvil para llamar a los Mikaelson, rogándoles por ayuda. Suplicándoles que me salvaran.
Ellos, al igual que Marcel y sus hombres, estaban ocupados, lejos del caos de la ciudad, y no malgastaría su tiempo y arriesgaría la vida de Serena por cobardía. Saldría de aquel lío con vida por mis propios méritos. Podía hacerlo.
Tomé el miedo que comenzaba a expandirse por cada parte de mi cuerpo y lo expulsé, lo hice a un lado y lo forcé a no volver. Bloqueando todo pensamiento negativo que pudiera surgir me incorporé, me quité el anillo a través del cual mis padres canalizaban mi poder, me coloqué el calzado más cercano a mí y corrí.
Corrí, corrí y corrí sin descanso alguno a través de las frías pero nunca desiertas calles de Nueva Orleans hasta llegar a el lugar indicado con el corazón latiendo fuertemente contra mi pecho y la respiración agitada.
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Milènium | The Originals [Klaus/Elijah]
FanficAnnie Ronhood no es más que una adolescente normal y aburrida que se mudó a Nueva Orleans junto a su familia... Hasta que lo hizo, y descubre que es mucho más de lo que ella pensaba, y que su pasado está completamente distorsionado por las constante...