Capítulo 18

8.1K 580 304
                                    

La semana posterior al ataque de mis padres fue una semana relativamente buena; una de las mejores que había llegado a gozar desde que me mudé a Nueva Orleans, de hecho.

¿Por qué? Tan simple y sencillo como algo de compañía. Agradables desayunos repletos de interesantes charlas con Elijah; horas enteras sentados en silencio con libros en nuestros regazos, disfrutando de su mera presencia. Tardes de compras con Bekah; días enteros en la Iglesia Santa Ana en compañía de Marcel o sus hombres, que resultaron ser de lo más agradables. Incluso Klaus era una buena compañía si sabías manejarlo; era entretenido pasar el rato con él, enseñándome algún embrujo, contándome alguna de sus tantas anécdotas, o simplemente observándolo pintar.

-¿Puedes subirme un poquito más?-pregunté al Híbrido, bajando la vista para poder observarlo.

-Si sabes que no volamos, ¿cierto?-respondió, sarcástico, elevándome algunos centímetros más.

-Tampoco son tan sexys como deberían-bromeé-Edward Cullen les lleva demasiada ventaja.

Dio un pequeño gruñido ante mi actitud juguetona y continuó sosteniéndome con firmeza por la cintura, tan arriba como sus brazos le permitían.

-Ya casi termino, no me vayas a voltear.-Rocié algo más de limpia-vidrios sobre una de las grandes ventanas de la Iglesia Santa Ana, y comencé a pasar la franela por encima.

-¿Bromeas? He sostenido pájaros más pesados que tú.

-Ja-ja. Deja de hacer bromas y esfuérzate un poquito más, necesito llegar a los extremos. Tienen más polvo que la biblioteca de tu casa.

-No puedo subirte más-respondió, reforzando la presión ejercida de sus manos alrededor de mi cintura; me pregunté si no estaría cansado, llevaba un buen rato con los brazos extendidos tan arriba como le era posible, sosteniéndome para que pudiera limpiar las sucias ventanas de aquel lugar.

-Bájame-le pedí-Tengo una idea.

Me dejó en el suelo con cuidado, obediente.

-Necesito que te pongas de rodillas.-Sin rechiste alguno, lo hizo.

-Esto es extraño-comentó, con una pícara sonrisa-Por lo general, las chicas son las que se arrodillan ante mí.

Lo observé durante algunos segundos, aguardando a que mi cerebro procese sus palabras. Entonces, lo entendí. Hice una mueca de disgusto, pero no dije nada, avergonzada.

En realidad, ya demasiado avergonzada me sentía ante sus manos en mi cintura, sosteniéndome con seguridad. No era agradable, como las pequeñas y tibias cosquillas que recorrieron mi mejilla el día que Elijah depositó un beso en ella. Por el contrario, mi cuerpo se tensaba, incómodo ante el tacto del oji-azul, y un ligero nudo se formaba en mi pecho. Me sentía cohibida, como si mi cuerpo dejara de pertenecerme.

Puse un pie sobre el hombro de Klaus y tendí mis manos hacia abajo, dándole a entender que debía tomarlas. Lo hizo, intentando controlar su fuerza, y luego coloqué mi otro pie sobre su hombro restante.

-Muy bien, ahora ponte de pie. ¡Pero sé cuidadoso, por favor!-Así fue. Se incorporó centímetro a centímetro; supe que no era porque mi peso le estuviera incomodando, sino que no quería que termine en el suelo.-¡Perfecto! Desde aquí si llego.

Comencé a intentar quitar el polvo amontonada en las esquinas de la ventana con la franela en mi mano. Cuando terminé, le pedí a Klaus que se moviera un poco hacia la izquierda, para poder limpiar los extremos superiores del otro colorinche ventanal.

Milènium | The Originals [Klaus/Elijah]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora