10

4.7K 161 1
                                    

Decido arreglarme y salir a echar currículum. Recorro todo Madrid a pie buscando un trabajo. A las dos horas llego a casa cansado y decido esperar a que me llamen de algún sitio para trabajar.

Han pasado dos días desde que busqué empleo y aún no me han llamado. Me acuesto en la cama y miro por la ventana que esta a mi lado derecho. Veo un cielo oscuro. Comienzo a pensar en posibles empleos pero no se me ocurre ninguno. Me doy la vuelta y veo encima de mi mesita de noche la tarjeta que la señorita de aquel club me dio, Laila, aún puedo recordar su nombre. Se me pasa por la cabeza durante un segundo llamarla para conseguir empleo. -¿Debería?- me pregunto a mi mismo. Decido llamarla. -¿Hola?- me dice una voz tranquila. Me presento y le digo quién soy y de qué me conoce. -Vaya, veo que has decido llamarme- me contetsa más animada. -¿Podemos tomar un café y hablamos?- le propongo algo nervioso. Ella aceptó. -Perfecto, ¿nos vemos en el Starbucks de la Puerta del Sol a las siete de la tarde?- le preguntó más seguro de mi mismo. -Vale, no me hagas esperar, a una señorita no se le hace esperar.- me dice en tono burlón. Pongo una sonrisa traviesa. Cuelgo el teléfono y decido hacerme algo de comer.

Llegó la hora. Me siento en una mesa y espero. Veo que aparece por la puerta. Lleva puesto unos vaqueros remangados, una camisa blanca y unos tacones de aguja en punta de color azul eléctrico. Su pelo de color negro me llama la atención. Lo lleva ondulado y por debajo de los hombros. Aparta la silla, se sienta y cruza las piernas. Deja sus gafas de sol negras encima de la mesa. Me mira, inclina la cabeza un poco hacia la derecha y entornos los ojos. Yo la miro nervioso. -¿Qué quieres tomar?- me pregunta mientras coge la carta. -Un café con leche- le digo nervioso. -Perfecto, tomaré lo mismo.- contesta dejando la carta sobre la mesa. Se acerca a la barra y mientras se aleja no dejó de mirarla. Se apoya sobre la barra y me mira. Se da cuenta de que la estoy mirando, sonríe y me guiña un ojo. Se acerca con los cafes y los deja sobre la mesa. Comenzamos a hablar. -Bueno, cuéntame.- me dice mientras da un trago de café. Le explico mi situación y que necesito un trabajo. -¿Y en qué te puedo ayudar yo?- me contesta dudosa. -Bueno había pensado... que podría bailar en tu club- le explico sin mirarla a los ojos. Levanto la cabeza y la veo mirándome fijamente con la cabeza apoyada sobre la mano derecha. -Lo podría con Madame Monamour- me dice con un acento francés muy sexy. -¿Con quién?- le preguntó mientras me río. -Es la dueña del club, paleto.- me contetsa riéndose. Comenzamos a reirnos los dos. -Bueno me tengo que marchar, te llamaré con una respuesta.- me dice mientras coge sus gafas. Nos despedimos con dos besos y ella abandona el local. Me acerco a la barra. -¿Te cobras?- le pregunto a la camarera. -Ha pagado la chica- me dice de manera muy simpática. Abandono el local y abro el paraguas. Esta lloviendo. Me bajo las mangas de la americana y comienzo a andar pensando en el lío que me acababa de meter hasta llegar a casa.

Pensamientos Oscuros | Libro Erótico | TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora