—¿Y qué querías que hiciese? Piensa, ¿tú que hubieses hecho? —le dije ya cabreada—Todas sabemos que tú no hubieses subido, ¿no? —me levanté y me fui de allí.
—¡Laia, espera! —me llamaron, pero no hice ningún caso.
La fiesta estaba muy animada y, en parte por el alcohol y en parte por el hecho de ir disfrazada, en lugar de irme a mi casa decidí quedarme. La música estaba muy alta y todo el mundo bailaba y bebía. Me senté en un sillón vacío y traté de ver si reconocía a alguien, pero nada de nada.
Un rato después volví a ver al chico de la cocina. Andaba rápido y esquivando a todo el mundo; me levanté y le seguí para ver a dónde iba. Salió al jardín, dio una vuelta, volvió a entrar y se metió hacia dentro de la casa donde casi no había gente, por lo que me vi obligada a hacer como que iba al baño; él fue hacia las escaleras.
Había una habitación de invitados con baño en la planta baja, y por suerte en ese momento estaba vacío. Me lavé la cara en el espejo y respiré hondo. "¿Por qué estaba siguiendo a ese chico?" me pregunté totalmente desconcertada. Abrí la puerta del baño y salí de él. La habitación estaba totalmente a oscuras y alguien me cogió por detrás cuando iba a abrir la puerta de la habitación, me tapó la boca y me arrastró hacia el interior de ésta. Intenté soltarme pero no podía.
Estuvimos así unos segundos totalmente inmóviles, y después quien fuese me soltó y encendió una lamparita. Era el chico de antes.
—¿Por qué me seguías? —dijo serio y sin mostrar su rostro.
—Yo... Lo siento... —me disculpé todavía con el susto en mí— No tenía ningún motivo, solo tenía curiosidad, supongo —dije tontamente.
—¿Y has visto a alguien más? —preguntó todavía serio.
—¿Cómo que si he visto a alguien más? —no entendía a qué se refería; obviamente, la casa estaba llena de gente, era imposible no ver a alguien más.
—Había alguien más siguiéndome, dos chicas, una llevaba el vestido color rojo oscuro y la otra verde oscuro —empezó a explicar y se detuvo en seco.
Iba a contestarle cuando me colocó el dedo índice en los labios. Escuché atenta y pude escuchar dos voces femeninas fuera de la habitación, probablemente justo al lado de la puerta.
El chico rápidamente apagó la luz y me lanzó a la cama de golpe. Se colocó encima de mí pero sin apoyarse en mí, me tenía completamente atrapada, pero por algún motivo no sentí ningún tipo de miedo. Un segundo después la puerta se abrió y pude ver la figura de dos chicas. No podía ver mucho porque la luz venía de detrás de ellas, pero sí reconocí los colores de los vestidos.
—¡Perdón! —dijo una de ellas y cerraron de inmediato.
Pasaron unos segundos más pero el chico no se apartó de encima. Carraspeé.
—Esto... Ya se han ido —dije.
—Sí, claro, perdona —se apartó con delicadeza y volvió a encender la luz.
—¿Has visto quiénes eran? —preguntó una vez estuvimos sentados los dos.
—No, pero llevaban los vestidos que has dicho antes —le expliqué. Él asintió, se levantó y se apoyó en la puerta. Unos segundos después volvió a sentarse.
—Están ahí fuera, vamos a tener que quedarnos aquí un rato —dijo encogiéndose de hombros con expresión inocente.
—¿Cómo? —levanté un poco la voz, y él me indicó que hablara más bajo— Yo no voy a quedarme aquí —dije en un susurro.
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24 segundos.
Fiksi RemajaLe había costado horrores conseguir amistades tanto dentro como fuera del instituto, formar parte de un gran equipo y un mejor club, ser excelente en los estudios y en lo deportivo, pero sin olvidarse de quién era y cuáles eran sus prioridades. Tení...