—¡Eh! —grité, y a la vez la otra persona salió por la ventana; yo me levanté y me asomé, pero le había perdido completamente el rastro— ¡Da la cara! —grité desde la ventana.
Miré por dónde podría haber entrado. Lo más probable era que hubiese subido desde el balcón del piso de abajo hasta el tejado, y por el tejado hasta mi ventana; pero aunque dicho así sonara sencillo, era más bien complicadillo, y teniendo en cuenta que era de noche y todo el mundo iba borracho...
Alguien llamó a la puerta y me di la vuelta. Ésta se abrió y pude ver al chico de antes. Me tranquilizó muchísimo verle a él, aunque no tuviese ni idea de su cara o su nombre, su presencia me daba cierta seguridad.
—¿Qué ha pasado? —preguntó preocupado y entrando en la habitación hasta colocarse a un metro de mí.
—No lo sé, me he despertado y había alguien aquí dentro —le contesté apresuradamente e intentando no hacerme pis encima.
—¿Estás bien? ¿Te ha tocado? —su voz no sólo sonaba preocupada, también había enfado, rabia, impotencia o una mezcla de todo.
—No, creo que no, aunque no sé cuánto rato ha estado aquí dentro. Ha salido por la ventana, así que supongo que también habrá entrado por ahí —dije intentando recordar al intruso y sentándome en el borde de la cama.
—Te llevaría a tu casa... Pero también he bebido —se excusó, aunque yo negué con la cabeza.
—No, tranquilo —le dije tratando de esbozar una sonrisa relajada—. ¿Qué hora es?
—Deben ser las cinco o así, no estoy seguro —yo asentí en silencio; todavía era demasiado pronto, no podía coger la moto todavía—. ¿Prefieres que me vaya? —dijo cerrando la ventana.
—No —le contesté en un hilo de voz—, por favor —le pedí. Los ojos se me estaban llenando de lágrimas; la noche había sido un completo desastre. Había discutido con mis compañeras de equipo, tampoco es que hubiese bailado o disfrutado mucho la fiesta, ahora lo del extraño... Definitivamente había sido una noche extraña.
—Estás pensando en lo mal que ha ido todo esta noche, ¿no es cierto? —dijo como si me estuviese leyendo la mente.
—¿A qué te refieres? —pregunté sorprendida.
—Quiero decir, con lo del tipo ese... Además, tuviste que pasar la noche encerrada escondiéndote de dos tías, y me dijiste que habías venido con las de tu equipo... Supongo que no ha sido lo que esperabas cuando has venido —su voz sonaba apagada.
—No... Bueno, sí, todo ha salido al revés esta noche, no voy a negártelo; y está siendo una noche rarilla con tanto disfraz y todo esto, pero quitando este último suceso... Me lo he pasado bien —reconocí y una sonrisilla apareció por su cara.
—¿Aunque no tengas ni idea de quién soy? —dijo divertido.
—Aunque no la tenga —le contesté completamente segura—. Tal vez no sea tan mala idea esto de ir disfrazado —reí.
Él se sentó a mi lado.
—Entonces... ¿Quieres que me quede? —me miró fijamente a los ojos. Tenía unos ojos preciosos y una sonrisa perfecta, aunque era todo el misterio que nos rodeaba y su forma de mirarme lo que más me atraía de él.
—Sí, por favor —le pedí haciendo pucheros, aunque él no me podía ver más que a través de la capucha.
Nos quedamos unos minutos en silencio, mirándonos el uno al otro. En un momento dado él se me acercó todavía más, me colocó sus manos en mi cabeza y se juntó un poquito más. Nos separaban un par de centímetros y notaba su respiración tan agitada y nerviosa como la mía. Tuvo intención de quitarme la capucha, la cual me caía como un velo y tapaba parte de mi cara, pero le cogí las muñecas y se lo impedí. Lo que no pude evitar fue que termináramos besándonos.
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24 segundos.
Teen FictionLe había costado horrores conseguir amistades tanto dentro como fuera del instituto, formar parte de un gran equipo y un mejor club, ser excelente en los estudios y en lo deportivo, pero sin olvidarse de quién era y cuáles eran sus prioridades. Tení...