Capítulo 19

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Después de que se me pasara la bipolaridad y todos los mareos y que la cicatriz en mi vientre ya no fuera tan evidente, pude salir del hospital.

-¡Qué bueno se siente estar afuera! -exclame alzando los brazos, estirando la espalda. Me crujieron casi todos lo huesos por haber estado tumbada en esa cama por... mucho tiempo. Realmente ni lo conté. Y mejor así.

-Ahora no es para que vayas por ahí buscando que te apuñalen de nuevo -me dijo Hyun, encogiendose de hombros.

-Obvio no lo haré, ¿estas loco? Mi vientre tiene ya suficientes manchas.

-Aja -respondió, haciendose el indiferente. 

Yo sé que esta preocupado, mucho. Yong me lo contó en secreto, que Hyun era el que más estaba pendiente de mi recuperación pero que, como muchas personas (e incluso yo, a veces), no pueden expresarse con facilidad. 

Salimos del hospital hacía mi casa. Entre y me sentí como si hubiera hecho un viaje súper largo alguna tierra lejana y regresé hasta hoy. Todo me parece tan nuevo como la primera vez que llegué. Como si algo hubiera cambiado pero no era así, todo estaba segun yo lo había dejado esa vez. Me dirigí a mi cuarto para tomar una ducha y ponerme ropa cómoda que me hiciera sentir bien. Tome el computador e hice una videollamada a mis amigas.

-¡Dónde carajos te habias metido, ____!

-Yo...

-¡Nos preocupaste mucho, tonta!

-Sí, pero...

-¡No lo vuelvas a hacer!

-¡Bueno, ya! 

Lau y Cata se quedaron calladas. Ni a Dani ni a Mariana les había dejado pronunciar palabra. Y la verdad creo que si estaban muy preocupadas no solo por sus rostros transtornados por el mismo sentimiento, si no también porque nunca había visto a ls cuatro reunidas en una sola habitación sin que se miraran de soslayo de un froma nada bonita.

-Lo lamento, de verdad -dije con el mejor tono de arrepentida y de pedida de disculpas que tenía-. Sé que las he preocupado mucho pero no podía llamarles... Pasó algo, además de que he estado ocupada y...

-¿Qué te pasó? -la alarma de Dani me hizo sorprenderme. A ella nunca la había visto así de alterada. A lo mucho, por lo nervios. Pero nada fuera de eso.

-Yo... nada. Me caí y...

-Fuiste la victima de la puñalada de hace unas semanas, ¿verdad?

El susurro de Mari me llegó muy delicadamente a los oidos. Lo había susurrado, manteniendo la cabeza baja como si ella hubiese tenido algo que ver, o no quisiera ver mi reacción. Me cogió desprevenida.

-¿Cómo lo sabes?

Y por esa frase, sé que ellas se dieron cuenta que lo estaba admitiendo. Se quedaron en shock, inmutables.

-El club de fans. Ahí lo dijeron. Creo que ya más o menos te dijeron de quién sospechaban.

Asentí. No me acuerdo muy bien, pero si sé que algo tenía que ver con la presidenta del club. 

-¿Estás bien, verdad? 

-¿No te hizo nada más?

-¿Fue muy feo?

Un bombardeo mayor de preguntas se avecinaba pero mi mirada permaneció unida a la de Mariana. Ella tenía los ojos cristalinos. Parecía tener un nudo en la garganta. La puedo decifrar facilmente, como si tuviera un poder especial para leer su mente. Solo la suya. Estoy casi segura de que se siente culpable y hubiera querido avisarme pero yo también las deje un poco abandonas. Sonreí e interrumpiendo a las demás, contesté:

-Estoy bien. La cicatriz es chiquita y tuve buenos amigos que me ayudaron a superarlo. Me encuentro en casa, volveré a estudiar, saldré adelante y volveré a casa con ustedes. También pillare al culpable de todo esto. Pero, entonces, por favor, les pido que no se preocupen por mí y más bien, cuentenme algo bonito.

Todas sonrieron, aliviadas. Sabían que quería dejar el tema aparte por un rato. Cada una aclaro su garganta y tomaron turnos para contarme todas sus hazañas. Cata y Lau tienen novio, Dani sigue soltera pero es la mejor (como siempre) en todo lo que hace, Mari sigue igualita. Les salían letreros hasta por los codos. Parecían tener anecdotas largisimas e interesantes que estaban entusiasmadas de contarmelas. Y yo, con todo gusto, las escuché. 

Por alrededor de la media noche, colgue y salí un momento al patio trasero para admirar el cielo oscuro. Allá en mi país era de día, las diez de la mañana, para ser exactos. Algun día tendría que volver a ese lugar y dejar Corea como un recuerdo a mi memoria. Tal vez no tanto, bien puedo volver cuando quiera. Sin embargo, esta primera y única experiencia es una que no olvidaré nunca.

-¿Qué haces afuera a estas horas de la noche? -la voz de Hyun me cogió desprevenida. Gire la cabeza para verlo con unas gafas puestas, una camisa suelta y unos pantalones igual de sueltos.

-Pienso. ¿Y tú?

-Escribo -y alzó un cuaderno en su mano donde alcanzaba a distingir unos garabatos hechos con esfero negro.

-¿El qué?

-Una canción.

-No sabía que componias.

-Algunas veces -soltó un suspiro y miro también hacía arriba. Por inercia, mi cuello también se giró.

El cielo oscuro repleto de estrellas que no se veían muy bien por la luz de la ciudad. Algunas de ellas acabarían de nacer y otras, ya estarían muertas. ¿Cuántas de esas estrellas siguen por ahí estan brillando y esperan que alguien note su brillo antes de desaparecer? Es como si solo con una mirada ya se sintieran complacidas. Todos merecemos ser notados siquiera por una persona, ¿no?

-Deberías entrar -la voz ronca de Hyun volvió a hacer eco entre el silencio. Me volte para verlo, él no hizo lo mismo- hace frío aquí.

-Deberías seguir tu propio concejo -reí-. Buenas noches, Hyun.

-Buenas noches.

No necesite pensar más para llegar a mi cuarto y caer dormida sobre mi cama, sin siquiera cubrir mi cuerpo del frío que invadía el ambiente nocturno.

¿Hermanos?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora