Capítulo 11: Max

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Me quedé abrazada a Liam mucho tiempo, tanto que ya me sentía que ya era un poco incómodo. Me separé lentamente de él y me quedé viéndolo y me permití verlo durante unos minutos. En realidad era guapo, eso era irremediable. Sus ojos verdes grisáceos, sus hombros eran anchos y su cuerpo estaba bien esculpido, haría ejercicio. 

—¿Tengo algo en la cara Chloe?—Dios mío, me había visto. Noté como mis mejillas se veían color escarlata. 

—Eh, no bueno... Liam, gracias por ayudarme. ¿Por qué lo hicistes?—Necesitaba cambiar de tema urgentemente. Era vergonzoso que me hubiera pillado mirándolo como lo hacia.

—No hay que darlas. Pues muy simple, somos amigos ¿no?—¿Amigos? Que yo recuerde sólo habiámos hablado hoy. No era que no me cayera mal, pero hasta cierto punto. No lo consideraba mi amigo. 

—Sí, claro.—¿Por qué al maldito timbre no sonaba? Me quería ir a matemáticas. 

Poco después sonaba el timbre que indicaba el fin del primera receso. Me separé bruscamente y me fui directamente a clase. Llegué rápidamente y me senté en mi sitio habitual, al lado de una chica rubia y alta, Grace. Me caía bien, me ayudaba en la materia y yo la ayudaba en Literatura. 

Poco después llegó el profesor de matemáticas, Jonh Flanders. Todo iba estupendamente de no ser porque Ian estaba en esa clase y sentía su mirada clavada en mí. Esa mirada que activaba cada terminación nerviosa de mi piel. ¿Por qué todo era tan difícil entre nosotros? 

Intenté centrarme en la clase, aunque sinceramente no sabía de que hablaban, Grace me puso una mano cariñosa en la rodilla y me miró de manera que daba a entender que estaba preocupada, la miré intentando tranquilizarla, aunque no funcionó.

La clase pasó lentamente y creí que había pasado una eternidad cuando sonó el timbre. Me levanté de mi asiento y me dirigí a la puerta, donde para mi sorpresa estaba Liam.

—Liam... ¿Qué haces aquí?—En verdad estaba sorprendida. —Oye, quería decirte una cosa,  antes, cuando me estabas abrazando en el patio, me incomodabas. —Bajé la cabeza porque notaba que el rubor subía a gran velocidad hacia mis mejillas. 

—Te incomodo en buen sentido ¿no? Tú a mi también, es como si una corriente electrica pasara por mi interior. 

Le iba a contestar cuando noté la mirada de Ian clavada a mi espalda, notaba su odio y su mirada dentro de mi. Me había escuchado todo. Se acercó lentamente y cuando estuvo al lado de Liam, el puño de Ian salió disparado hacia su nariz. 

Mi cara no se podía descifrar, era una mezcla de horror y de odio, todo a la vez.

—¡PARA IAN!—Los ojos se me empezaron a cristalizar y pequeñas gotas saladas salieron de ellos.—Por... favor Ian, para.—Supliqué. Él no me veía, estaba muy ciego por la furia. 

Liam cayó al suelo y, se le notaba un poco mareado pero al poco tiempo se recuperó. Sus ojos no eran los que me habían abrazado hace unas horas, eran de una persona que quería verlo hundido a tres metros bajo tierra, tenía pánico. 

El puño del recién levantado voló y dio justo en la mejilla de Ian. Mi corazón se paró durante unos segundos y empecé a llorar con más fuerzas.

—¡IAN! Liam por favor... parad—Sollocé.—Luego nos vemos ¿si? Pero por favor no sigas... 

Agarré a Ian por los hombros y lo eché unos brazos alrededor de mi espalda. Me costaba caminar con un mastodonte cargado encima mío, pero al final lo conseguí. Lo llevé al patio trasero y lo senté contra la pared. 

—Ian, ¿Estás bien?—Pregunté con una suavidad de la que no me sentía dueña. 

—¿Por qué me ayudas? Vete con tú amigo.—Su tono sarcástico me hirió.

Se lo que piensas. [Parada temporalmente]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora