-¿Qué?- dije, bueno casi grité, solo que Marie me tapó la boca.
-calla, calla, ¡que soy tu cuñada!- susurró quitando sus dedos de mi boca.
-Marie, ¿qué pasó cuando el estúpido te fue a dejar a casa?
-¡ay Monse!, fue tan perfecto, de camino se portó muy atento conmigo, me prestó su abrigo y todo- dijo mientras estiraba las mangas de éste -Al aparcar el coche frente a mi casa, me abrió la puerta y me ayudó a bajar, fue muy lindo- me narraba con un brillo en sus ojos, ¿en verdad está hablando de Sebastián? –luego, cuando me dirigía a casa me tomó del brazo y ¡me besó!, enserio me beso, y me dijo que no quería que fuéramos amigos, que él no quería ser solo mi amigo, entonces me tomó de las manos y me pidió que fuera su novia, y yo simplemente acepté, llevaba tiempo esperando ese momento. ¿Monse? ¡Monse!.
-¡wow!, Marie pellizcadme esto tiene que ser un sueño, a ese chico que describiste no es mi hermano- dije tendiéndole el brazo. La muy graciosa me dio un fuerte pellizco que me dejó una marca.
– ¡Auch!- chillé, frotándome el brazo.
-vez, que si es cierto- dijo zarandeándome.
-ok, ok pero el pellizco fue muy fuerte. Ee…entonces ¿cuñada?- así que a esto se refería Alex.
-¡cuñada!- dijo mientras se abalanzaba hacia mí, dándome un fuerte abrazo.
El domingo en la mañana, Sugar de Maroon 5, irrumpía en mi habitación.
-¿ah? ¿Quién pone la alarma los domingos a las siete de la mañana?- masculló Marie halando la sábana.
-¿las personas que van a la iglesia?- dije quitándole la sábana de un jalón.
-¿Qué hora es?- me preguntó rascándose un ojo.
-las siete, treinta, y más te vale que te levantes o llegaremos tarde.
-voy a ducharme- dijo poniéndose en pie mientras buscaba su ropa.
Era domingo, y como de costumbre asistíamos a la iglesia, ya que mamá pensaba que si no íbamos, nos volveríamos personas malas.
Cuando Marie salió de la ducha, entré.
Ya dentro, puse mi música, abrí la ducha. Veinte minutos después salí, bañada, depilada, maquillada. Aunque en realidad no me gusta maquillarme mucho, solo un poquitín de base en la cara, la raya en el ojo, rímel, labial, listo.
-¡hey! Que conste que era yo la que me tenía que apurar- se quejó, mientras se limaba las uñas.
-¿ya desayunaste?- le pregunté mirándome al espejo y cepillándome el cabello.
-nop, te estaba esperando, pero de saber que durarías toda una eternidad, ya habría ido- rodee los ojos.
Bajamos las escaleras, y allí está Sebastián apoyado en el mostrador de la cocina charlando con mamá, al vernos bajar, aguarden corrijo, al ver a Marie bajar, comenzó a darse golpecitos en el pecho y a toser.
-¡ups! Se me ha olvidado mencionarlo, Marie durmió con Monserrat anoche- dijo mamá al percatarse de la reacción de Sebastián –buenos días chicas- nos dijo mamá con una sonrisa.
-buenos días, señora Cipriano- le respondió Marie sin apartar lo ojos de Sebastián.
-nada de señora Cipriano, llámame Suz, al fin y al cabo eres como de la familia- comentó mamá dándole un golpecito con la palma de la mano en la espalda a Marie. Lo que provocó tres cosas. 1: hizo que Marie se sonrojara mucho, mucho, 2: provocó que Sebastián escupiera todo el jugo de su boca y empezara a toser de nuevo, y 3: me provocó un histérico ataque de risa.
-¡Sebastián No escupas el jugo!- le reprendió mamá- que va a pensar tu novia- nos detuvimos todos en seco, ¿mamá lo sabe? ¡Pero si fue ayer! Al ver nuestra reacción mamá comenzó a reír – ¿Chicos acaso os piensan que las mamás no os enteramos de nada? Lamento decirles que lo sabemos todo, TODO- dijo enfatizando la última palabra, mirando a Sebastián y a Marie. Lo cual provocó que me empezara a reír de nuevo.
-okey, ¿desayunamos?- susurró mi hermano mientras le tendía una silla a Marie.
Luego de asistir a la iglesia, papá y Sebastián fueron a dejar a Marie. Mamá y yo nos fuimos a casa para preparar el almuerzo.
Abrí la puerta, y algo faltaba.
¡Marshall!
-¡Mamá! Marshall está contigo- grité. Comencé a buscar esa bola de pelos que era Marshall.
-tranquila cariño, debe estar en tu cuarto.
Corrí hacia mi habitación. Abrí la puerta, y esperaba ver a Marshall tirado en mi cama, masticando algo, pero no, nada. Lo busqué dentro del armario, en el baño, debajo de la cama, debajo del escritorio (okey tal vez debajo del escritorio no entre) pero igual que antes. Nada. Bajé corriendo las gradas, corrí hacia el garaje, y allí, fue cuando comencé a alarmarme. La puerta estaba abierta.
-¡¿mamá tu abriste el garaje?!
-no cariño- dijo mamá, caminando hacia mí.
Entré a buscar a Marshall.
Y lo encontré...
Estaba en la orilla de la calle, justo detrás del garaje. Tumbado, inmóvil, frio, y con los ojos cerrados.
Tenía a Marshall desde los 7 años, y llegar, y encontrarlo así, simplemente me destrozó por completo.
No me di cuenta que estaba llorando, hasta que mamá me abrazó.
-shhhh cariño- susurró mamá quebrándosele la voz.
Sonó mi móvil.
-¿hola?- dije sorbiéndome la nariz.
-hola, ¿Cómo estás?- Sollocé -¿Monse que sucede?- preguntó alarmado.
-¡Alex!- gimoteé. Comencé a llorar de nuevo.
-¿amor? ¿Qué pasa?-dijo tratando de calmarme.
-Marshall Alex… Marshall- hipé.
-¿qué ha pasado?
-le… le sucedió algo, esta mu…muerto- dije con la voz entrecortada.
-yo… yo voy para allá, lo siento- y con esto la línea quedó en silencio.
Dejé de lado el móvil. El auto de papá se detuvo justo en frente del garaje.
Sebastián bajó del auto rápidamente, caminó hacia nosotros y se paralizó, sus ojos se volvieron cristalinos, llenos de lágrimas.
Papá bajó del coche y al igual que mi hermano se detuvo en seco al ver lo sucedido. Comenzó a revisar a Marshall (papá aparte de ser contador, tenía un título de veterinario)
-¿Marshall?- susurró Sebastián arrodillándose a su lado -que te ha pasado amigo, ¿Qué pasó mamá?- las lágrimas bajan por sus mejillas.
-al llegar no... No estaba, cuando lo hemos encontrado ya estaba…- le contestó mamá sollozando.
Inmediatamente me dejé caer al lado de Marshall. Lloré.
-amor- escuché que papá le susurraba a mamá –al parecer fue un infarto.
-¡no!- chillé –mamá no.
-cariño, sé que es duro pero al parecer fue un infarto- susurró papá abrazándome –ya era un perro mayor, en cualquier momento iba a suceder- me acurruqué en el hombro de papá.
Lloré, lloré, y lloré, hasta que alguien me abrazó y me levantó, al abrir los ojos me topé con unos hermosos y brillantes ojos grises.
Me llevó hasta la sala. Me recostó en el sofá y se sentó a mi lado.
-shhhh tranquila- susurró a mi oído, posó su brazo sobre mi hombro, atrayéndome hacia él.
Entre llanto y lindas palabras de consuelo, Alex logró que Morfeo tomara posesión de mi cuerpo, y me dejara caer en un profundo sueño.
-Monse… Monse…Monse- se escuchaba a la distancia. Alguien me llamaba.
-Monse… Monse- abrí los ojos, y allí estaba Alex, arrodillado junto al sofá. El sol se estaba ocultando, lo supe por la sombra de la lámpara sobre la pared.
¡Jesús! Cuanto he dormido.
-A… Alex, ¿Cuánto he dormido?- le pregunté incorporándome en el sofá.
-mmm- miró su reloj de mano -como unas cinco horas- dijo con una leve sonrisa, extendió su mano y me acarició el óvalo de la cara.
Un recuerdo vino de pronto… Marshall.
-¡oh por Dios!, Alex ¿y Marshall?- sollocé.
-Shhhh… shhhh… el… eh… Rob lo ha llevado a la veterinaria, allí lo incinerarán.- Mis ojos se llenaron de lágrimas. Alex se percató de mi cambio de humor, de inmediato se levantó y se sentó a mí lado. Me abrazó, solo como él sabía hacerlo. Él con su abrazo me reconforta, me sosiega, me hace sentir bien.
-sabes- me dice Alex, levantándome la barbilla para que lo mirara a los ojos
-hasta así te ves preciosa.
-¡Alex!- dije dándole un golpe en el hombro. Sonrió, y con su sonrisa todo lo triste queda atrás, con solo su sonrisa lo cambia todo por júbilo, por tranquilidad, por bienestar.
-¡por cierto, llamó Marie dijo que dentro de poco llegaba- dijo levantándose del sofá - ¿quieres agua, café, té, algo?
-mmm té estaría bien- me fijé en el reloj de pared, son las cinco, cuarenta y cinco de la tarde.
-ehh ¿Monse?- me llamó algo confuso. Me giré para verlo, y tenía todas las cajitas de té en las manos -eh ¿cuál quieres: Twinings Earl Grey Tea, O Twinings Lady Grey Tea, O Twinings Traditional Afternoon Tea? ¿Enserio todos son Twiiniings?- dijo leyendo el nombre de la caja. Tengo que admitirlo posee una muy mala pronunciación.
-Ahaaa, una vez la leí en un libro, la compré y me gustó. Mmm el AFTERNOON TEA está bien.
-okey- dejó las demás cajitas sobre la lacena –AFTERNOON TEA para la señorita- canturreó conectando la cafetera. Reí al escuchar de nuevo su pronunciación -¿Cuál es la gracia?- preguntó divertido se sentándose a mi lado.
-amo tu pronunciación inglesa- le dije haciendo una monería.
-y yo a ti- respondió tocándome la nariz con la punta de su dedo.
La puerta se abrió, y dos segundos después ingresó Marie.
-wow creo que interrumpo- dijo cerrando la puerta. Nos separamos de golpe. Marie entró y se situó en el sofá frente a nosotros.
-ehh nop- dijo Alex.
-sip- dije a la vez, nos dedicamos una mirada y sonreímos.
-mmm creo que me voy- dijo Alex poniéndose en pie –nos vemos mañana en el colegio ¿sí?
-ehh okey- le dije levantándome y siguiéndolo hacia la puerta -chao, te cuidas.
-chao- pronunció dándome un tierno y delicado beso en los labios.
Cerré la puerta. Caminé hasta la lacena para servirme el té. Me di vuelta, y allí esta Marie mirándome fijamente.