Y nos colamos en los ojos y en la textura de la piel.
Nos fuimos acercando a las cejas de un día gris con ciertas costillas, llenas de melancolía. Nos fuimos a parar en sus labios, a abrazarlos y morderlos.
Nos fuimos doblando su blusa y nos hicimos la quijada. Nos fuimos degradando en su mirada y nos fundimos en gamas perfectas azules en su cabello.
Nos fuimos rodeando sus brazos, hasta llegar a degrapar un botón de sus luces y nos colamos en sus aretes. Llenos de diamantes.
Y allí estábamos.
Cuatro centímetros y fui a parar en tu ombligo. Me hice de puntillas para salir y atraparte.
Y fue así, como los centímetros de mi vida.
Se extendieron en las pecas de tu vida.Y no le veo lo atípico ni lo inmoral porque al fin al cabo siempre arrastré mis talones para ti.
Siempre.