Días en los que no queremos saber nada.
En los que sólo el vacío se agranda y el humo de afuera no es suficiente para nuestra agonía.
"¡Corred locos, a merced de la discordia!"gritan los viejos que no bajan de los setenta y nosotros nos desformamos la cara y quitamos los dedos del medio a quien mira.
Porque correr no está en nuestras vías.
Y por el simple hecho de que los telescopios no pueden mirar nuestras almas y los cielos nublar nuestra ventana.
Y con el calibre veintidos en mano, nos vamos arañando los putos días que se achican como jodidos frutos secos.
La garganta
se cepilla
con groserías
y
el cerebro
se calcina
con
nudos desatados
con los ojos.En esos días
en donde sangramos
poesía
desde la nariz
hasta el cuello
y
vomitamos
sueños
de la mujer que
callaba en el centro.Por esos días de menuda mierda, que no hacen más que
direccionar
nuestra autoestima.Y se creen jodidos dioses, porque nos doblan a su manera. Como el agua se moldea a su vaso.
Esos días, esos días.