Se nos hizo un desastre natural el corazón.
Porque antes lo teníamos climatizado. El noticiero marcaba que iba a llover, si saldría el sol. Si los chaparrones caerían sobre nosotros. O peor, hasta si caería nieve. Algunas veces cincuenta grados bajo cero, y aguantabamos todo.
Pero ahora no hay más que tormentas cada día sin aviso previo.
En el corazón.
Por la contaminación.